52: Es el destino

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SEIS MESES DESPUÉS

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SEIS MESES DESPUÉS.

Ni siquiera podía contar la cantidad de cosas que me habían pasado en los últimos tres meses de clases con los dedos de mi mano. Para empezar las clases estaban bomba. Eso significaba que todo iba de maravilla y según lo planeado.

Debie y yo habíamos hecho amigos el primer día de clases. Y luego de tres meses todo iba fenomenal. En la semana de entrega de trabajos, yo estaba más que ensimismada en un trabajo de canto con una compañera. El trabajo consistía en escribir una canción. Algo para nada fácil ya que no sabía componer música, pero mi compañera sí, así que no estaba tan fregada como pensé en un principio.

Luego de presentarlo, había quedado de ir a la casa de mis padres. Ellos me habían llamado para que fuera a casa, era la quinta vez que me lo pedían y ya no podía darles más largas. Ellos visitaban constantemente mi departamento, pero yo ya no iba más a casa. No quería volver a un lugar donde ya no lo sentía como mi hogar. Todo estaba impregnado de buenos y malos recuerdos. En especial la traición de mi supuesta mejor amiga. Creo que eso era lo que más me dolía.

Debie y yo habíamos comprado un auto entre las dos para poder movilizarnos. Era de segunda mano pero nos funcionaba a pelo para ir a la universidad. Lo había aprendido a conducir gracias a Ben. Era un buen maestro y muy paciente con Debie y conmigo. A diferencia de Allan que se burlaba, o Mark y Luke que nos gritaban cuando acelerábamos en vez de detenernos.

Así que tomé el auto prestado para ir a la casa de mis padres. Debie podía ir en bus a la universidad. Planeaba quedarme allí para almorzar y luego partir no tan tarde porque odiaba manejar de noche en la carretera.

Cuando estacioné al lado del auto de mis padres, mis ojos me traicionaron desviándose por todo el lugar buscando una camioneta en particular. No la divisé y una profunda decepción me atravesó. Ignoré aquella punzada y me obligué a caminar hacia el vestíbulo.

Estar aquí luego de varios meses me traía muchos recuerdos que había tratado de empujar al fondo de mi mente.

No podía negar que ahora esos recuerdos no eran tan dolorosos como antes. La frase cliché de que «el tiempo lo cura todo», era muy cierta.

Cuando entré al vestíbulo una pareja estaba de espaldas besándose en los sillones que parecían haber implementado en mi ausencia. Seis meses eran suficientes para cambiar el lugar.

Ni siquiera parpadeé al ver la pareja.

Iba a subir por la escalera, pero algo acerca de ellos me llamó la atención. La pareja de espaldas se separó unos centímetros y yo me fijé un poco más en ellos sin mucho disimulo.

Casi se me cae la boca cuando miré a Amber y Kylan mirarse a tan sólo unos centímetros de distancia. Parecían unos tortolitos sin fijarse en nada más a su alrededor. ¡Dios mío! ¿Qué estaba ocurriendo?

El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora