13: Sensaciones inexplicables

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Luego de aquella gran declaración decidí regresar a mi casa

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Luego de aquella gran declaración decidí regresar a mi casa. Agradecí que mis padres no estuvieran cuando entré al apartamento y no tuvieran que verme con la ropa de Dan. Eso sería algo muy difícil de explicar y no estaba con ánimos para ello. Entré a mi habitación y me bañé, demorándome mucho más que de costumbre. Bajo el agua de la ducha pude ordenar mis ideas y pensar con claridad.

Al final decidí que debía tomarme las cosas con calma referente a Dan. Empezar desde cero, ser amigos, y poco a poco ir viendo si las cosas se daban. Aún le quería, pero no estaba lista para lanzarme de nuevo a sus brazos y ser felices.

Algo dentro de mí me detenía.

Decidí seguir con mi rutina habitual de cada día. Cogí mi libro de la mesa de noche y salí al balcón para leer el libro que me tenía muy enganchada. Me recosté en el mueble y abrí mi libro.

Ni siquiera leí un párrafo cuando alguien aterrizó a mi lado.

—Bizcochito. —La voz sedosa de Kem sonó a mi lado. Ni siquiera me sorprendí por ello.

Cerré mi libro con frustración de no poder leer con tranquilidad y me giré hacia él.

Me quedé muda al verlo impresionante con su cabello despeinado y húmedo, como si recién se hubiera duchado. Como yo.

Vestía una camiseta algo pegada al cuerpo de color negra, resaltando sus brazos y cuerpo, y un short hasta las rodillas. Todo él era tan masculino. Un escalofrío me recorrió cuando mi mente rememoró el momento exacto de anoche, cuando casi nos besamos.

Era un recuerdo que jamás podría salir de mi cabeza.

—Eh, ¿Ruby? —La voz de Kem me sacó de mis descarados pensamientos. Levanté mi mirada a sus ojos verdes. Sonreía con picardía al darse cuenta de mi mirada fija en él—. ¿Disfrutando la vista, bizcochito?

Alejé mi mirada de él y la clavé en el cielo. Los edificios frente a nosotros mostraban una panorámica preciosa.

—Pues... de hecho sí —respondí señalando hacia donde miraba.

Nos quedamos unos segundos en silencio. Él lo rompió rápidamente, haciéndome una pregunta que me dejó descolocada.

—¿Por qué tenías la ropa de ese chico, Ruby? —Sus ojos me miraban con intensidad, como si buscara una respuesta en los míos—. ¿Acaso ustedes...?

Lo miré esperando a que terminara esa pregunta. Lo retaba con la mirada a que lo hiciera.

Quería decirle cuatro cosas a Kem por ser entrometido y preguntar cosas que no le incumbían para nada.

—¿Qué? —pregunté cruzándome de brazos—. Por favor, termina esa oración. Quiero oírte.

Kem cerró sus ojos como si tratara de calmarse. Y pareció funcionar porque al abrirlos me miró con más tranquilidad.

—Sé que no tengo ningún derecho —dijo—. Pero no podría soportar saber que ese chico te tocó, que te besó e hizo todas las cosas que yo quiero hacerte.

Los vellos de mi piel se erizaron al escuchar eso. Lo miré atónita.

—Kem...

—No. No digas mi nombre en ese tono, bizcochito. No podría soportar saber algo así. —Llevó las manos a su cabello y lo despeinó, haciéndolo ver aún más guapo.

Antes mi debilidad era Dan, pero ahora todo había cambiado. Empezaba a sentir cosas por Kem y ni siquiera me había esforzado por ello. Había ocurrido de un momento a otro, entre las bromas y las miradas, todo había cambiado.

—No pasó nada —susurré viendo como el rostro de Kem se suavizaba al escucharme—. Ni siquiera sé por qué te lo estoy aclarando, Kem. Nosotros no somos nada y no sé por qué actúas de esa forma conmigo, yo no quiero...

Kem rio sin humor cortando mis palabras

—Hasta un ciego podría ver lo que sucede. Lo que siento por ti y lo que sucede entre nosotros.

Apreté mis labios.

—No sucede nada entre nosotros.

—Sigue diciéndote eso hasta que te lo creas, bizcochito.

Entrecerré mis ojos.

—Y tú repite esto: "soy un imbécil".

Kem chasqueó su lengua.

—Yo sólo señalé lo que realmente pasa entre ambos, Ruby. Si tú no lo quieres ver, está bien. Pero te lo voy a demostrar —dijo con voz segura y caminando hacia mí. Cuando estaba a centímetros de mi cuerpo, intenté levantarme, pero los brazos de Kem me tenían presionada contra el respaldar del sillón—. ¿Sientes eso?

Sus ojos estaban fijos en los míos y su cuerpo rodeando el mío me hizo sentir escalofríos. El corazón me latía desbocadamente pero aun así negué.

—No.

Kem sonrió.

—¿Y esto? —preguntó mientras bajaba su cabeza a mi cuello. Esta vez no me reí, sino que sentí las vibraciones de su respiración contra la parte sensible de mí. Una torrente de emociones me sacudió pero aun así negué con la cabeza sin articular palabra. Temía que la voz me fallara—. ¿Estás segura, bizcochito? Entonces tal vez sientas esto.

Sin miramientos, Kem bajó sus labios a los míos tan cerca que se rozaban. Su respiración agitada hacía juego con la mía. Pero era tan terca que no quería admitir nada, o tal vez me gustaba este juego que estábamos teniendo.

—¿Sabes? —preguntó en un susurro—. Tienes mucho más autocontrol que yo, así que no me detendré ahora.

Fruncí el ceño por sus palabras, pero no pude hacer más.

Los labios de Kem se estamparon contra los míos sin previo aviso.

Esta vez no había alcohol de por medio, por lo que dejé que Kem me besara, llevándonos en un espiral de deseo y desesperación.

Levanté los brazos para rodear el cuello de Kem mientras él me tomaba de la cintura, sus labios se movían en sincronía con los míos.

Me estremecí cuando sus manos subieron por mi cuerpo en una lenta caricia. Una mano la puso en mi nuca y la otra en mi cintura, dándome una suave caricia con el dorso de su mano. Decidí dejarme llevar, entre abrí mis labios para recibirlo haciendo lo mismo que él hacía. Me incliné en su contra con un suspiro satisfecho mientras nuestros labios se movían con lentitud, como si fuera una caricia de nuestras bocas. Estaba con el pulso a mil y con los cinco sentidos vertidos en este beso. Una vorágine de emociones atravesaron mi ser al sentir la suave presión en los lugares correctos de nuestros cuerpos.

Mis manos picaban por querer tocarlo, así que lo hice. Con el corazón en la garganta, por el nudo de emociones, coloqué mis brazos en sus hombros y las manos en el nacimiento de su cabello. Era tan suave que enredé mis dedos y continúe disfrutando de este beso con Kem.

Ya no podía negar lo que pasaba entre nosotros.

Ya no iba a hacerlo. 

 

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El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora