33: Amistades traicioneras

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El día lunes desperté con una sonrisa feliz en el rostro

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El día lunes desperté con una sonrisa feliz en el rostro. No literalmente, pero lo primero que hice al abrir los ojos fue sonreír. Hoy al finalizar mi trabajo en la cafetería serían las prácticas de la banda en casa de Ben. Estaba feliz porque el día sábado me la pasé espectacular. Nunca había sentido tanta emoción de haber hecho algo. Cantar me está dando la alegría que perdí. Amaba no sólo pararme en un escenario, sino también el sentimiento de hacerlo, la adrenalina correrme el cuerpo, la vibración de todos al cantar junto a mí y, por supuesto, la música llenando mi ser.

Debie y los chicos estaban felices de saber que iba a participar en su banda. Los ensayos eran inter-diarios luego de la jornada en la cafetería. Acordamos que Allan nos recogería a Debie y a mí con su auto en la cafetería, para luego llevarnos a la casa de Ben. Era un trato justo ya que no tenía transporte —­y Debie menos— y luego me llevaría a mi casa.

Aun no sabía qué les diría a mis padres, pero algo se me ocurrirá. No podía depender de ellos para siempre. El próximo año estaría yéndome a la universidad y sólo me quedaban meses viviendo con mis padres.

Luego de clases, corrí hacia la cafetería Sweetness. Al entrar a la cocina con mi uniforme puesto, vi a Debie esperando por los platos para su mesa.

—Hola, señorita cantante —dijo canturreando.

—Hola, Debs. —Sonreí entusiasmada—. ¿Qué tal tu día?

Ella rodó los ojos. Hacía cinco minutos habíamos estado conversando por mensajes de texto lo mucho que apestaba nuestra mañana. Ella trabajando aquí aburrida en la cafetería, y yo en clases muriéndome de aburrimiento. Ya ni siquiera hablaba con nadie. Mis amigos tenían su grupo al cual y yo ni me acercaba. Ellos parecían darme su espacio y no los culpaba luego de haber hecho semejante locura el sábado cantando en el karaoke frente a todos. Al parecer, Amber estaba más interesada en Henry y en Kylan que en mí. Porque cuando nos cruzamos hoy en la cafetería, ni siquiera dijo nada y pasó por mi lado como si yo fuera una extraña más.

Sí, yo fui la que se alejó de ellos pero, ¿ni un hola pudo decir? Me quedé con la palabra en la boca, ni siquiera escuchó mi saludo, por lo que me di media vuelta y decidí no comer en la cafetería. No tenía ánimos de estar ahí ni un minuto más.

—Yo creo que tu amiga Amber está dolida, ¿sabes? —dijo Debie sacándome de mis pensamientos—. Le duele el que no le estés hablando.

Hice una mueca.

—No sé, desde lo de... su hermana, todo es más complicado.

Debie se encogió de hombros.

—Pues habla con ella, lo mejor será que hables con ella y pongas los asuntos claros. Son amigas, no van a tirar a la borda años de amistad por la cagada de su hermana y tu ex novio, ¿verdad?

Asentí, porque Debie tenía razón. Además, no quería estar en malos términos con Amber.

Luego de una tarde ajetreada con tantas mesas llenas, me tomé un descanso esperando a que Debie terminara. Yo ya lo había hecho, solo faltaba ella. Allan me había enviado un mensaje avisándonos que ya estaba fuera. Cuando Debie terminó, los tres partimos a la casa de Ben, a media hora de distancia de la cafetería.

El chico de arriba #1 | EN FÍSICOWhere stories live. Discover now