Capítulo 10

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Los tres ignios cabalgaron por varias horas mientras se dirigían a los muelles de Leodria para zarpar, estaba amaneciendo en Gaia y los caballos no tenían ningún signo de cansancio. Quagga dormía profundamente sobre su fornido caballo Focus, por otro lado Garus y Raiza miraban el horizonte entre las dunas de Ogaden.

– Raiza, esta conversación tenía que ser tarde o temprano, estas ocultándome algo y me lo debes decir, no eres la misma desde que llegamos a Ogaden hace unos días – dijo Garus seriamente.

–Lo se cariño pero no puedo– dijo tímidamente, ocultando la verdad de su innegable embarazo.

– Yo sé que esta misión es difícil y ni los tres Dracones saben cual es el resultado, pero hemos pasado por mucho juntos y tengo esperanzas de salir con vida, Rizzy– dijo haciendo a un lado su ruda forma de ser mientras los primeros rayos del sol hacían que sus ojos castaños emitieran un brillo cautivador.

– Me gustaría que fuera así, de hecho, debe ser así... – dijo Raiza.

– Vamos, dímelo... – respondió Garus.

– Estoy... tengo miedo amor. – mintió la guerrera nuevamente.

– Lo sé, pero no debes dejar que ese sentimiento te hunda, eres una guerrera del monte Carborio... usas la oscuridad a tu favor, no dejare que nada te suceda. – dijo el guerrero ignorante sobre la verdadera naturaleza de su amada.

–Pero Garus, no temo precisamente a la oscuridad... el poder del fuego no sirve nada contra la tierra y el agua, necesitamos los poderes que los Ventrios nos brindaron para poder tener mas ventajas... – dijo la guerrera evitando el tema completamente.

– Así es – dijo Garus sacando un pergamino – por eso pasaremos al castillo de Leodria a hablar con el rey Amus Hood tercero –.

Abrió el pergamino y pudo ver Fragua, el mapa estaba viejo y poco actualizado, muchas partes estaban en blanco y solo estaban dibujados ciertos datos relevantes de la zona, como grandes montañas, bosques y pueblos.

– ¿La Antorcha? – dijo Quagga despertando del sueño.

– Exacto, ah, despertaste... – dijo el líder del escuadrón – Estamos llegando a Leodria, Quagga, tenemos mucho que hablar –.

– Pues habla, hombre... – dijo Quagga tomando su cantimplora para beber agua.

– Tengo entendido de que estás al tanto de la alianza de Leodria con los Ventrios, necesitamos sus fuerzas para poder hacer frente a nuestros enemigos, poderes como el que tú tienes en esa mano mecánica que tienes ahí, Quagga. Recibimos reportes de que el mismo Rey de los enanos te la obsequió... – dijo Garus. Pero el gran hombre escupió agua a la arena sorprendido.

– ¿El Rey de los enanos? ¿Ese bastardo? – dijo recordando Svarsoft Seitan, el enano que le cortó la mano, pero que también fue su cuidador hasta llegar a Leodria hace ya un largo tiempo– Y que tiene este artefacto de especial chico, solo fue un regalo, y él no lo fabricó.

– En eso te equivocas grandulón– dijo Raiza – Hay piedra blanca dentro de ese artefacto, ¿sabes lo que significa? –.

–Lo ignoro totalmente mujer...- dijo Quagga limpiándose la boca húmeda y tomando un trozo de galleta en el bolso de provisiones que cargaba Focus.

Garus comenzó a notar que su caballo se estaba moviendo raramente, pero lo ignoró y contesto en vez de Raiza – La piedra blanca es un material muy refinado pero abundante, hay distintas canteras pequeñas en Gaia, una de las más grandes se encuentran en las montañas Rigotón de Leodria, y otra gran mina en las montañas del Epitafio en Ventrios. Ese material sirve para que las runas mágicas de los Ventrios puedan funcionar. – hizo una pausa para tomar el control de su caballo, que parecía harto de subir y bajar dunas, tiró de la cuerda e hizo un ruido con su boca y el caballo volvió a caminar normalmente – Todos los especialistas en el control de elementos como nosotros tenemos cierta dependencia sobre un elemento hermano, y en este caso el aire de los Ventrios no puede ser generado de la nada. Y sin el aire mágico que esta en nuestros encendedores no podríamos prender las flamas que controlamos. –

Crónicas de Gaia: Libro PrimeroWhere stories live. Discover now