Capítulo 14

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-¿Quién eres?- preguntó Viktor Klutton con su voz grave, su capa negra ondeaba entre los pasillos fétidos del Tormentux, los sonidos metálicos de las armaduras de él y sus escoltas con promesas de los lamentos que resonaban día a día en la prisión de la tortura, y de vez en cuando, el chirrido de las ratas que se alejaban de ellos al pasar, animales que con suerte sobrevivían de las garras de los hambrientos prisioneros.

Ahí es donde habían llevado a Neo, nunca pensó que sus harapos que lo vistieron por años en el bosque negro se verían mas sucios de lo que estaban ahora, el demonio Lord Faier, que ya llevaba días en posesión del cuerpo del último mago blanco, accediendo a seguir el juego e ir escoltado por siete guardias al Tormentux con el mismísimo Viktor Kluttón a su lado, con el fin de interrogar a Neo de maneras extremadamente violentas usando herramientas de madera, cuerdas y hierro.

-Neo Artabán- dijo Lord Faier a secas.

-Eres un mago blanco- dijo Viktor sobriamente- El último.

-Si...- respondió Neo sin chistar- El último.- Habían pasado días desde la última vez que Viktor fue a visitarlos, esperaron pacientes recibiendo el alimento mínimo y un trato inhumano, el cuerpo de Neo perdió fuerza con el pasar de los días que parecían ser una noche eterna en el subterráneo del castillo de los magos negros, pero esperaron pacientemente a que al fin los sacara de ahí y obtener el momento perfecto para revelar la identidad del demonio.

Las dos almas que poseían un cuerpo y compartían el oído,el tacto, la mirada y el gusto, miraban de lado a lado los elementos que crujían y desgarraban al maltratar a sus víctimas dejándolas húmedas de su propia sangre, máquinas de tortura que ponían a prueba el cuerpo humano de manera dolorosa y eficaz para cumplir su cometido, despojándolos de uñas, pelo, piel y carne, hasta llevarlos a una muerte lenta y llena de agonía. Neo, gracias a los dones que el demonio no tenía otra opción que compartir, pudo ver como las cientos de almas que aún transitaban en pena por esos parajes eran absorbidas por el demonio, alimentándolo de energía y poder nuevamente tal y como el agua y el pan alimentan a un hombre, podía sentir a cada paso como el demonio se regocijaba en el mar de ánimas.

Desde que los sacaron de su celda, y en todo el recorrido; no pudieron ver ventanas, las antorchas iluminaban tenuemente el lugar que se situaba en el sótano del castillo, Neo recordaba muy bien donde estaba, solo que era totalmente distinto, reconstruido completamente y llevado a la decadencia con los años debido a sus crueles, todo de una forma muy vertiginosa.

Los prisioneros que aún sobrevivían eran violentamente molidos a palos si emitían algún ruido, vehemencia de los mismos guardias inhumanos que se sentían totalmente satisfechos con su sucio trabajo, disfrutando la agonía de sus víctimas y recibiendo una paga por ello.

Ambos, hombre y demonio, pudieron ver a prisioneros sin ropaje alguno, con la piel pegada al hueso, tiritando de frío en una vida sin sentido ni esperanzas de libertad. Bastó con que el demonio moviera un dedo para que sus ánimas fueran absorbidas por él, que con un suspiro eran privadas completamente de su descanso eterno, uno de los guardias notó algo raro en el comportamiento de los prisioneros que con el pasar de la escolta caían al suelo como si fueran muñecos de trapo uno a uno. Lord Faier vió como los puños de Neo presionaban las gruesas cadenas negras que sostenían sus manos, por un momento pensó que utilizaría la fuerza que emanaba de su alma para romperlas, el mago blanco estaba furioso por la manera en que el demonio les arrebataba la vida tan fácilmente.

"¿¡Por que hiciste eso!?" dijo Neo en su mente, la voz era poderosa e imposible de ignorar.

"No lo sé, su alma ni siquiera tenía brillo alguno, el hombre estaba muerto en vida, tu lo viste. Su alma no me alimentó en lo absoluto" respondió el demonio, era verdad, la luz de sus almas era tan tenue y débil que no tenia sentido absorberlas.

Crónicas de Gaia: Libro PrimeroWhere stories live. Discover now