Capítulo 6

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El sonido del acero puro besaba el metal materializado en balas de revólver cuando ingresaban en el cilindro, cada haz de luz que lúgubremente iluminaba el bar de Moéh hacia que el arma se viera hermosa y letal, Nikolai siempre pensó que las únicas cosas en la vida que son así, son las mujeres y las armas. "Pero...".

– ¿Tu no eres una mujer, cierto Tankiax? – dijo Nikolai mientras llenaba su cargador.

– Eso no te... – Una vez ingresada la ultima bala en el cargador, disparó las seis balas a su enemiga, los poderosos trozos de metal percutido en pólvora fueron eyectados del cilindro del revolver, tan rápido que el sonido del arma sonó como si solo hubiera sido un tiro solamente. El cuerpo de la mujer cayó como un saco húmedo lleno de pescados en el suelo, su gorro que descubrió su desordenado pelo rojizo cayó en el suelo suavemente junto a ella, de su cuerpo no salió ninguna gota de sangre, pero de las heridas salía el humo con olor a pólvora.

–Es un titerego. – dijo Moéh mirando como las balas habían entrado en el cuerpo de Tankiax.

– Así es, puedo olerlo, el titiritero esta aquí– dijo Gato – Pero no aparecerá si no matamos a su títere – mientras Gato hablaba recargaba su brillante revolver, y Moéh sacó una escopeta recortada que siempre tenia bajo el mesón del bar.

Nikolai sin mirar a los ojos a Moéh dijo:

– Hace tiempo que no usabas esa –.

Moéh miró su escopeta, un modelo clásico distribuido por los hermanos Conrell, simple, potente, portátil; dos tiros de cartucho de corto alcance.

– Me gusta matar bestias con esta – contesto el cantinero.

El cuerpo de la supuesta Praet de Ogaden comenzó a moverse de lado a lado y violentamente, su pecho se levantaba, algo quería salir de allí.

Nikolai sonreía –Me acorde de Catarina con esto, es muy cómico, nunca pensé que estuviera poseída por un demonio cuando nos besábamos–

– ¿No se llamaba Rita? –dijo Moéh sonriendo.

– Como sea, viejo, besaba muy bien – Dijo Gato apuntando al cuerpo de Tankiax – El pasado es pasado.

El pecho se desgarró, entre líquidos fangosos salió una bestia asquerosa y humanoide de ojos amarillos, grandes zarpas, uñas largas y filosas. Su boca babeaba ya que carecía de labios y su lengua sobresalía de su boca, sus colmillos estaban amarillos y sucios, sopesaban una extensa sonrisa que le llegaba hasta los hoyuelos de lo que parecían ser sus oídos, de su cabeza salía una infinidad de espinas negras y de su abdomen salían dos patas similares a la de un insecto, y de su cintura hacia abajo no era mas que un montón de fango asqueroso acumulado.

– ¡Woah! ¡Hueles asqueroso! – Niko disparó a los ojos y a la boca, el líquido ocular saltó por todos lados y sus dientes amarillos volaron repartidos en un par de mesas y sillas del bar, la bestia quedo inclinada hacia atrás unos segundos, pero Moéh y Nikolai vieron como parte del fango que lo cubría sus piernas pasaba por alrededor de su cuerpo, Tankiax reía monstruosamente, los trozos de carne que unían la cabeza de su mandíbula se retraían y se estiraban con cada carcajada, sus ojos se regeneraron inmediatamente con el fango, y sus colmillos salieron denuevo, esta vez blancos y filosos.

–Mmm, no hay nada como cepillarse los dientes con un par de balas. –

Nikolai había visto titeregos antes, pero nunca había visto a uno que se regenerara tan rápido, esa habilidad para poder recuperar una parte del titerego es equivalente a la voluntad y a la fuerza del titiritero, lo que indicaba que estaban lidiando con un hombre poderoso.

El joven Gato y Moéh dispararon todas sus balas a Tankiax, pero el resultado fue el mismo, hizo un movimiento de látigo con su brazo y sus garras se estiraron de sus dedos, Nikolai esquivo todas las garras, pero una de las filosas uñas clavo el hombro de Moéh, dejándolo desarmado con el empujón, varias botellas de licor y aguardiente cayeron al suelo desparramándose de manera fatídica, combinándose con las gotas de sangre que caían de la herida del del cantinero. Moéh no pudo evitar quejarse, el dolor de la uña encarnada era bastante profunda, Nikolai disparó a la mano estirada y se cortó con un par de disparos. El cilindro de su revólver quedo vacío una vez más y Moéh se escondió tras la barra.

Crónicas de Gaia: Libro PrimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora