Capítulo 12

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Sobre el océano Índico, 2005


 Cassandra se apoyó contra el frío y rugoso plástico del interior del avión y miró a través de la ventanilla, hacia el vasto océano azul que cubrí el globo hasta donde alcanzaba la vista. El mismo océano que la pequeña Nell había atravesado tantos años antes.

 Era la primera vez que viajaba a ultramar. Es decir, había ido a Nueva Zelanda una vez, y había visitado a la familia de Nick en Tasmania antes de casarse, pero nunca más lejos. Ella y Nick habían hablado de ir al Reino Unido por unos años: Nick podría escribir música para la televisión británica, y habría trabajo más que suficiente para historiadores del arte en Europa. Pero no lo habían hecho, y ella había enterrado el sueño hacía ya mucho, debajo de una pila de otros sueños.

 Y ahora allí estaba ella, en un avión, sola, volando a Europa. Después de la conversación con Ben en el centro de antigüedades, después que él le diera la foto de la casa, después que encontrara la maleta, resultó que había poco espacio en su mente para otra cosa. El misterio pareció adherirse a ella y no pudo quitárselo de encima, aunque lo intentó. La verdad era que no quería hacerlo, le gustaba esa constante curiosidad. Disfrutaba preguntándose sobre Nell, esa otra Nell, la pequeña a quien no había conocido.

 La verdad era que ni siquiera después de encontrar la maleta había pensado en viajar directamente al Reino Unido. Había pensado que sería más sensato esperar, ver cómo se sentía transcurrido un mes, tal vez planear un viaje para más adelante. No podía coger un avión a Cornualles por un capricho. Pero entonces tuvo un sueño, el mismo que había tenido a lo largo de una década. Estaba de pie en medio de un campo vacío con nada a la vista salvo el horizonte. El sueño no daba la impresión de malevolencia, sólo de infinitud. La vegetación común, nada que excitara la imaginación, pálidos pastos duros, altos como para rozarle los dedos, y una luz y brisa constantes que lo mantenían en movimiento.

 Al principio, años atrás, cuando el sueño era nuevo, supo que estaba buscando a alguien a quien, si caminaba en la dirección correcta, encontraría. Pero no importaba cuántas veces soñara con la escena, nunca parecía hacerlo. Una ondulada colina era reemplazada por otra; ella apartaba la vista en el momento inadecuado; se despertaba de golpe.

 Gradualmente, con el tiempo, el sueño había cambiado. Tan sutil, tan lentamente que no se dio cuenta de que sucedía. No era que el paisaje hubiera cambiado; físicamente, todo permanecía idéntico. Era la sensación del sueño. La certeza de que encontraría lo que buscaba se escabulló, hasta que una noche supo que no había nada, nadie que la esperara. Que no importaba lo lejos que caminara, el cuidado con que buscara, lo mucho que quisiera encontrar a esa persona, estaba sola...

 A la mañana siguiente, la desolación continuaba, pero Cassandra estaba habituada a esa oscura resaca y continuó con su vida de siempre. No había indicación alguna de que su día fuera a ser diferente, hasta que fue a la galería comercial cercana a comprar pan para el almuerzo y terminó deteniéndose en una agencia de viajes. Era gracioso, pero nunca se había fijado en que estuviera allí. Sin saber del todo cómo o por qué, se vio abriendo la puerta, de pie sobre la alfombra verde mar, con una infinidad de empleados esperando que hablara.

 Cassandra recordó más tarde haber sentido una muda sorpresa en ese momento. Le pareció que, después de todo, era una persona real, un ser humano sólido, moviéndose entre las órbitas de los otros. Sin importar que con frecuencia sintiera estar viviendo a medias, ser una luz a medias.

 Más tarde, en su casa, repasó los eventos de la mañana, intentando aislar el instante en el que había tomado la decisión. Cómo había ido a la galería comercial en busca de pan y regresado con un pasaje de avión. Y luego fue al cuarto de Nell, sacó la maleta de su escondite y sacó todo lo que había dentro. El libro de cuentos de hadas, el boceto con <<Eliza Makepeace>> escrito al dorso, el libro de ejercicios con las anotaciones de Nell garabateadas en cada página.

El Jardín OlvidadoWhere stories live. Discover now