XXVII. Mess

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Nota de la autora: nos acercamos poco a poco al final, ¿eh? :) ah, cada vez menos, que nervios...

***

La mezcla de emociones de aquella tarde había sido demasiado para mí. Eso sin mencionar con que acababa de descubrir que Niall estaba completamente obsesionado con la idea de que yo volviera a comer, tanto al punto que había amenazado con dejarme si no lo hacía. Y mierda... Por patético que sonara, no quería perderlo. No podía perder a la persona que más amaba en el mundo, no dos veces. No sobreviviría una segunda vez.

Y empeñado con ayudarme a cumplir mi promesa, tras nuestra conversación, mi rubio partió directamente al supermercado, para llegar una hora después cargado de bolsas a más no poder. Sí, y en cada una de estas podías encontrarte una cantidad ridícula y absolutamente innecesaria de comida. Posterior a eso, él mismo se dedicó a prepararme tallarines con salsa bolognesa, para luego juntos sentarnos a comer.

-¿Sabes? Ayer me compré un departamento en la ciudad -comentó, antes de llevarse el tenedor a la boca.

Abrí los ojos de sobremanera, aún tratando de masticar la comida. Francamente, no se me dificultaba comer. Lo difícil era mantener la comida en mi estómago. Eso sí que era complicado.

-¿Qué?, ¿Por qué no me contaste? -pregunté esbozando una tímida sonrisa.

-Es algo más bien reciente -admitió-. Y considerando que pasaré buenas temporadas en esta ciudad, creo que me pareció útil... -añadió-. Mañana podemos ir a verlo, si quieres.

Y este idiota no dejaba nunca de sorprenderme.

¿Comprarse un departamento solamente por mí? ¡No podía creerlo! ¿Cuándo había sido que me había sacado la lotería con ese hombre? Sí, a pesar de algunos detalles, Niall era todo y más de lo que podría haber deseado en mi vida.

(...)

-Buenos días -escuché el canturreo de una voz a mi lado, despertándome con toda la suavidad y dulzura que existía en este mundo.

Me removí entre las sábanas, indispuesta a despertarme aún. Todavía me faltaban muchas horas de sueño por dormir.

-Oh, vamos, preciosa, son las once de la mañana, es hora de que desayunes -¿Desayunar? Mierda.

La sola idea de comer nuevamente me espantaba. Y es que la noche anterior me había sido extremadamente difícil no inducirme al vómito. Mi estómago me había torturado durante una eternidad de horas con un dolor de los mil demonios. Volver a comer se estaba tornando más difícil de lo que habría imaginado.

-No quiero... -mascullé, con los ojos fuertemente cerrados.

-Aly... -decía con un tono repugnantemente insistente, y al mismo tiempo, irresistible.

Indispuesta, me integré en la cama, sentándome y apoyándome contra el respaldo de esta. Con lentitud, abrí mis ojos, encontrándome frente a frente con Niall, quien entre sus manos traía una bandeja con café, tostadas, mantequilla, jugo de naranja e incluso unos croissants. Un gesto absolutamente tierno, pero así también innecesario. Todo esto era completamente innecesario.

-Niall, esto es muy dulce de tu parte, solo que yo... -ni siquiera alcancé a formular el resto de la frase antes de ser interrumpida por mi cantante.

-Lo prometido es deuda, Evans -me reprochó.

-Niall, en serio, yo... No puedo -confesé.

-¿No puedes o no quieres? -me corrigió, alzando una de sus cejas-. Aly, vamos, no lo hagas más difícil -me pidió, depositando la bandeja sobre mis piernas-. Estaré aquí contigo en todo momento.

Little Things » Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora