3. Conociendo al pelirrojo

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—Sígueme —El chico del pelo castaño y cual había sido mi chofer, me llevó hacia un lugar apartado, donde aun se mantenía una fila enorme.

Al pasar junto a las primeras en subastarse, muchas chicas me miraron. Unas curiosas, otras viboreando mi cuerpo. Todas hablando sobre la nueva que había llegado y preguntando en cual grupo me colocarían.

Seguimos así unos cuantos metros. La fila era larga y había muchas mujeres ya acomodadas. Suspiré. ¿Así sería nuestro futuro? Miré a todas con un semblante triste. Todas me miraron de igual manera. Nadie parecía feliz de la situación.

¿Quién lo estaría?

Cerré los ojos mientras seguía caminando con la cabeza gacha. Pensando en mi destino, en el ser que me compraría. ¿Sería bueno? ¿Me maltrataría? Aquella simple idea me revolvió el estómago. ¿Y si me mataba? Respiré con fuerza al ver que el chico joven y apuesto se detenía. Frente a mi, habían tres chicas que me acompañarían en el camino hacia la muerte. Una morena, otra que mordía un chicle descaradamente y una tímida. Cohibida de rellenito cuerpo pero de un lindo rostro.

—Quédate aquí —dijo el vampiro, alejándose y despreocupándose de lo que haría después.

Suspiré pesadamente antes encontrar un lugar libre en el suelo. Me dejé caer sin ganas. Las demás me siguieron con la mirada.

—Bienvenida —La morena habló primero—. Ella es Karen —dijo mientras señalaba a la gordita —, Jade —Apuntó ahora a la chica de la goma de mascar—. Y yo, Karla.

—Caroline.

Todas me miraron con aceptación. Me mostré poco expresiva. Hablaban de cosas que sencillamente no me apetecía hablar. Cosas de lo que pasaría ahora, los vampiros, su vida. Nada interesante.

—¿Y perdieron su virginidad? —preguntó secamente la que parecía rebelde y con un estilo de vestir rockero.

—Lo hice ayer con mi hermano —soltó la morena con una mirada pérdida.

La chica rellenita y yo la miramos reprobatoriamente.

—¿¡Qué hubieran preferido!? ¿Tu hermano o un maldito vampiro? –—Nos pregunto con una mueca de enfado en su rostro.

Bajé la mirada. Realmente yo también lo hubiera preferido. Perdería mi virginidad con un bastardo, con uno que me usaría solo para su satisfacción.

—¿Eres virgen? —preguntó la morena a Karen, que miraba el suelo sonrojada.

—Me violaron a los dieciseis años.

Nos quedamos calladas. Todas lamentando su situación pasada.

—Piensa en positivo, lo perdisteis con un humano —agregó al aire Jade, cual sonreía descaradamente y de una manera coqueta—. ¿Te gusto? —preguntó, convencida de que había sido el mejor momento de su vida.

—Yo, bueno...

—¡Sé que te gusto! ¡El sexo es genial! —dijo con una sonrisa—. Yo la perdí a mis quince años y fue lo más asquerosamente caliente que he hecho —soltó, sin importarle lo que pensáramos de ella.

Mi rostro se tiñó de rojo ante la bomba de aclaraciones que las chicas hablaban entre sí.

—¿Tu? —preguntó la morena—. ¿Aun eres virgen, verdad?

Me quedé en silencio y bajé la mirada, arrepentida.

—¡Oh mierda! ¿En serio? —La rockera me miró con lastima—. Pobre de ti.

—Lo sé —exclamé penitente.

—¿Por qué no lo lo haz hecho con alguien?

—Soy la hija de la sacerdotisa.

Era vampiricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora