51. Me doy por vencida

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—Promételo... por favor.

En el aire se soltó una ancha sonrisa.

—Bien, lo prometo.

Este era el día.

—Adiós, mamá.

Sentí sus manos grandes y sucias aprisionar mis flacuchas muñecas al terminar de decirle aquella última frase a quién había sacrificado su vida para traerme a este terrible mundo. Me sentí inservible cuando obedecí, de aquellos labios ajenos, a que me pararme. Me levanté como pude siendo asistida por quién sonreía.

Volteé hacia atrás una sola vez al sentir aquellos verdes pero muertos ojos viéndome partir una vez más. Me creí cobarde al principio pero astuta al final por saberla viva inclusive si eso significaba que moriría yo en su lugar. Salvaría a mi madre para que fuese al fin feliz. Ya que al hacer todas las cuentas; ella se lo merecía. Charlotte Northon lo había dado todo por mí.

Y ahora era mi turno.

Dejé salir un suspiro muy bien controlado en cuanto Leonard cerró la puerta de la entrada. Volker parecía molesto inclusive con mis acertados movimientos para no correr despavorida. Ciertamente, me temblaban las piernas. Deploraba escalofríos por todo mi cuerpo y mi garganta yacía más seca que el mismo infierno. Mis manos vibraban con cada paso que daba pero no dejaba de caminar a su lado a pesar de todo.

¿Qué iba a hacer si no? Sabía perfectamente que no iba a incitarlo a arrastrarme. No quería recibir ningún castigo de su parte hasta que me destriparan en vivo. No quería hacerlo enojar; solo quería que todo terminara pronto y en calma.

Sin embargo esta vez, más que otras veces, me creí más pequeña de lo que realmente era. Mi final estaba muy bien descrito por el cruel destino. Moriría rodeada de vampiros; esos que me habían hecho tanto daño hasta el punto de romperme por dentro.

Bajé la mirada al saberme sola, perdida y más que nada, muerta. Por más que deseaba tener una esperanza de vida, sabía que Liam no vendría, Bryant no estaba ni cerca y Karen, ella no sería tan valiente como para enfrentar a quién se burlaba de mis absurdas y viejas ropas.

Volker de nuevo se saldría con la suya. ¿Sería posible, que con mi muerte, desencadenaría otra tragedia? Solté una leve pero silenciosa sonrisa al creerme bastante estúpida. El pelirrojo ni se enteraría de mi defunción y era obvio, que no se pelearía por mí.

Yo no era más que una copia barata de aquella mujer única.

—Metete al auto. —Volker soltó mi brazo, esperando justo a que acatara lo que había mandado.

Parpadeé al sentir una lágrima recorriendo mi mejilla y, bajando la mirada al no querer que vieran como lloraba, entré sin miramientos en aquella negra y amplia limosina que me llevaría pronto a mi hoguera.

Ya no retrasaría lo que tanto había anhelado. Si mi suerte corría de esta forma, que corriera entonces. Mi muerte estaba ya predicha y tal vez esto era algo bueno. Yo no había traído a un hijo al mundo, así que probablemente, la maldición se rompería con mi desenlace. Liam podría olvidarse de la sangre que yo llevaba en mi cuerpo, a Evangeline y al amor injusto que habían tenido.

Sentí que los vampiros entraban tras de mí. Respiré profundamente y cerré calmadamente los ojos. Sí, tal vez mi muerte era algo bueno. Tal vez el destino me había traído al mundo para esto; para terminar cuanto antes con el dolor ajeno de alguien eternamente atormentado.

—Quítate la ropa.

Atendí de Leonard una amplia sonrisa. No pude evitar abrir los ojos al escucharle. Dejé de pensar por un cuarto de segundo. Había olvidado con quién estaba tratando: Volker no iba a quitarme la vida así de sencillo. Él iba a torturarme hasta que se cansase de mí.

Era vampiricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora