Capitulo 14

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—Bueno... —musitó Julie desviando la mirada hacia uno de los estantes—. Ahora solo tenemos que resolver el asunto de la maqueta.

    Se estiró para alcanzar uno de los libros, la blusa azul se levantó, dejándole ver su abdomen y el ombligo, el cabello rubio se sacudió suavemente sobre su espalda y entre los delgados tirantes. Sus pies temblaron con el esfuerzo de estirarse y cuando logró tomar el libro y girarse para decirle algo, tenía una sonrisa en los delgados labios; él la sujetó por la cintura y ella le puso las manos sobre los hombros, quizá tratando de mantener la distancia, estaban tan cerca que podía ver la forma en que unas cuantas de sus pestañas caían rectas y las manchas castañas en sus ojos claros. Sin que ella pudiera decirle nada, aplastó los labios contra los suyos mientras ella pegaba su cuerpo y le sujetaba el cuello con la mano libre.

—¿Dónde...? —balbuceó Joe cuando abrió los ojos, con el corazón ligeramente agitado—. Ah, claro...

    La rodilla le punzaba un poco pero decidió ignorarla, tomando un analgésico ligero antes de salir. Se escuchaba ruido en la casa y el comedor olía a pan y café; su hermano no estaba a la vista, tampoco Julie, aunque eso le dio un ligero alivio.

—Buenos días, Joseph —saludó la abuela—. ¿Pudiste descansar?

—Si, muchas gracias. Su casa es mucho más acogedora que la escuela —los abuelos sonrieron, fue un poco incómodo desayunar solo con ellos pero después pudo bajar al establo donde se suponía que estarían los demás. Vio a Tommy agachado al lado de unos botes metálicos y caminó tan rápido como le permitían las muletas.

—Por fin despertaste —dijo Tommy sin siquiera alzar la vista—. Mi prima empezaba a creer que te habías escapado, el parecido era notorio: tenían mismo color de cabello, hoyuelos y la misma estructura delgada y alta.

—¿Para qué es eso?

—Oh, el abuelo quiere que pintemos el establo —dijo Tommy, Joe soltó un silbido al ver las dimensiones del lugar—. Descuida, es trabajo comunitario, no le gusta que estemos de holgazanes durante las vacaciones. Se supone que Julie iba a ayudarme pero ya se fue, como siempre.

—¿En dónde está?

—Ah, no tengo idea, volverá cuando tenga ganas —Tommy tomó una espátula y empezó a botar la pintura vieja—. Ya sabes cómo es.

—¿Te ayudo?

—Claro que no, son nuestros invitados —Joe no le hizo caso, trabajaron en silencio y le pareció bien, realmente no tenía idea de qué podrían tener en común—. ¿Cómo conociste a Julie?

—En la escuela —dijo Joe algo extrañado.

—No, eso ya lo sé, me refiero a cómo la conociste en verdad, es raro que traiga amigos a casa.

—La verdad no sé si ella me considere su amigo tomando en cuenta que no hablamos demasiado, creo que lo hizo más por Mel.

—Claro, ella siempre va antes que todos los demás —sonrió, no logró interpretar el gesto.

—Vaya, pero si es Joseph —exclamó Julie, una hora después, con el cabello alborotado—. Calculé que esto sería lo más lejos que llegarías usando tus muletas. ¿Qué se supone que haces?

—Tu trabajo —recriminó Tommy.

—Yo no le pedí que lo hiciera —comentó Julie, aunque sonreía—. Dile tú que se vaya a explorar.

—¿Y si no quiero irme? —preguntó Joe.

—Entonces te amarraré a la carretilla y te llevaré de regreso a la casa, seguro la abuela te encuentra qué hacer.

La Heredera (1) El Misterio del CastilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora