Una vida no tan convencional.

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A solamente 3 días de mi cumpleaños no podía esperar a pedirles a los agentes poder salir fuera, y si no me dejaban, saldría por mi propia cuenta, cosa que ellos sabían que yo era capaz.

La última vez que salí fuera fue hace como 3 meses, y era otoño, amo el otoño, es frío y gris, me encanta eso, ya que, como todos sabrán, no soy esa chica de playa y verano, es más, ni siquiera sé si llego a ser "chica", como la gente dice.

Dayron y Josué entraron en el cubículo, "mi espacio", tenía 2 partes, en la primer habiación era todo blanco, tenía un ventana, con rejas, claro, una cama un poco incómoda, un armario donde guardaba las pocas prendas que tenía, una estantería con libros, seré psicópata, pero también soy humana y me gusta leer, y una pequeña televisión, lo único que no podía controlar con la mente sin sacar provecho oara obetener mi libertad.

En la otra habitación estaba el baño, era mi parte favorita, una bañera victoriana muy hermosa, un inodoro común, un lavamanos y un espejo, también tenía otra ventana, pero era muy chica, se aseguraron de eso para que no pudiera escapar, aprovecho cada oportunidad para hacerlo, pero nunca lo logro.

Como siempre, entraron, se sentaron y no me miraron a los ojos, ni yo a ellos, no lo tenía permitido, desde que descubrieron desde donde los controlaba no podía hacerlo a menos que quisiera estar sin comida por 3 días, pero sabía, que aunque estuviera encerrada por ellos, ellos nunca tendrían el control, y sabía que también estaban enterados de eso.

-¿Sabes por que estamos aquí?- Dijo Dayron.

-Si pudiera leer sus mentes ya lo sabría, pero no lo tengo permitido, agente.- Siempre trataba de incomodarlos con mis comentarios, pero en realidad no sabía leer mentes.

-Sabes que puedes decirme Dayron o Day.

-Lo sé, pero solamente llamo por su nombre o por un diminutivo del propio a las personas que valen la pena para mí.- Hablaba de ese modo siempre, me encantaba usar términos más avanzados.

-A nadie llamas por su nombre.

-Exacto.

Es que era cierto, nadie significaba mucho para mi, no me aferraba a nadie, Dayron y Josué eran las únicas personas con las que hablaba cada día, pero los odiaba por tenerme prisionera, pero lo que en serio me molestaba era que tratasen de ser mis amigos, cuando en realidad, eran las personas que más odiaba en el mundo, cosa que nunca cambiará.

-Tenemos un trabajo para tí.- Dijo Josué.

-¿Que quieren ahora? ¿En que banda me infiltro?- Solté.

-En realidad no es como los trabajos típicos que haces, este es distinto, y creo que va a gustarte.

-¿Van a soltarme por fín? Porque eso es lo único que me gustaría.

-Sabes que no podemos hacer eso.

-¿Que? ¿Tienen miedo de que por fin domine el mundo?- En relidad, eso haría si no estuviera encerrada a causa de estos idiotas.

-Eso mismo- Soltó Dayron.

-Vas a salir... de encubierta- Dijo Josué.

Creo que nunca había salido de encubierta, solamente unas veces para dar con alguna pandilla, pero eso duraba unos días y no podía disfrutar de nada.

-¿En serio?- Seguía cabizbaja, pero creo que mis ojos se iluminaron, cosa que casi nunca pasaba.

-Vas a hacerte pasar por una chica que está en la universidad, pero deberás trasladarte.

En ese momento creo que una sonrisa se dibujó en mi rostro, y no una sonrisa malévola ni nada por el estilo, si no, una sonrisa de felicidad, cosa que yo nunca salía.

-¿A donde debo ir?

-España, Madrid.

-¿Tan lejos?-Estábamos en Estados Unidos, estaba bajo la custodia del propio FBI y de la mismísima CIA, eso es llegar lejos para mí.

-Iremos contigo.

Bueno, creo que la felicidad acaba de extinguirse, aunque sabía que iría sola, era obvio que alguien iba a acompañarme, pero no hablaba de Dayron y Josué, mis peores enemigos.

Psicópata. (elrubiusOMG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora