35. ¿Un sueño?

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A pesar de que el Sol ya había amanecido, yo yacía en ese cuarto, despierta. Mirando el techo, pensante. No sabía cómo es que había regresado a la mansión Dagon, pero ahí estaba. Adolorida, sin poder moverme. ¿Cómo era posible que estuviese en esa cama? ¿Qué me había pasado? Y peor aún, ¿qué había sido todo eso que había visto? Trague saliva con la mirada nublada, sabiendo que a pesar del dolor en mi cuerpo, lo que había soñado no había sido algo plenamente normal. ¿Un Liam de cabello corto y ojos verdes? ¿Evangeline? ¿Qué estaba pasando? Respire con fuerza al recordar a esa mujer y sus ojos bicolores… ese cabello rubio platino como el que yo había tenido alguna vez en mi infancia. ¿Había sido todo eso un simple sueño?  

Observe el artesonado oscuro sin querer moverme ni un poco. Por alguna razón, sentía que se me estaba olvidando algo terriblemente importante; pero no sabía realmente que era. Suponía que me había pasado algo, ¿pero qué y cómo? Respire con fuerza, cerrando los ojos una vez más. ¿Qué era? ¿Qué se me estaba pasando por alto? Las imágenes del sueño volvieron a pegarme en la mente, haciendo que ignorase aquellas interrogantes que no parecían tan importantes. En mi cabeza, solo merodeaba la voz de ese Liam diferente, la sonrisa de la mujer de largo pelaje y, sin poder evitarlo, el rostro de Volker Green.

Ese nombre tan solo hizo que mis ojos se empañaran en lágrimas; evocando entonces tan traumático acontecimiento de abuso. ¿Por qué tenía que verle incluso estando dormida? Respire con fuerza, sintiendo entonces una pulsada en mi estomago que me hizo soltar el aire de una sola estocada. Había sentido como si me hubiesen clavado una daga.

                                ¿Por qué? ¿Por qué me dolía tanto?

Mi mirada se fue hacia mi cuerpo, tapado por las sabanas de color bermejo. Mis manos temblaron, sabiendo que había algo ahí que me dejaría perpleja. ¿Sería muy grave? Mis dedos deslizaron la cobija hacía un lado y fue entonces, cuando una pijama rojiza me hizo confundirme más de lo debido. ¿Cuándo es que me había cambiado? Trague saliva nerviosa, ya que el estar vestida no era el problema, sino más bien lo que yacía bajo ella. Mis labios hicieron una mueca pero, retomando la tarea, tome los bordes de aquel vestido de seda, subiéndolo lentamente hasta mis pechos.

La cosa que estaba ahí simplemente me dejo sin habla. ¿Por qué mi estomago estaba vendado? ¿Y por qué había restos de sangre?

El sonido en la puerta me hizo bajarme la pijama y mirar con rapidez hacia la entrada. Con una bandeja entre sus manos, Bryant abría la puerta.

—Que sorpresa, ya has despertado…

—¿Bryant? —Me pregunte aún si el que estaba ahí era realmente mi hermanastro

—He traído el desayuno

Le mire con los ojos abiertos, sabiendo que no había muerto. Le sonreí un tanto, sintiendo entonces unas terribles ganas de llorar.

—¿Te encuentras bien?

—¿Qué? ¿Qué me ha pasado? —Tantee el preguntar, más confundida por eso ahora que de mi propio sueño

—Haz dormido una semana. —Bryant caminó sutilmente hasta mi cama—. Sufriste un accidente y aún tu herida no ha sanado

«¿Accidente?». Guardé silencio con aquello en mis pensamientos. ¿De qué accidente estaba hablando…?

Era vampiricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora