EPÍLOGO.

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Nick.

No he podido dejar de pensar en ella ni un segundo en estos dos años. Algunas veces pienso que anda de vacaciones y en cualquier momento cruzará la puerta de la que fue nuestra casa y dirá que todo estaba bien, sólo fue un mal sueño.

Antes de que Emma muriera, me dijo que rehiciera mi vida con alguien más ¿pero podré yo engañarla no estando aquí? La amo aquí y siempre amando, hasta que nos encontremos otra vez en la otra vida y estar juntos para siempre.

Nuestro hijo, Joe siempre pregunta por ella. Hay algunas veces que me quedo sin respuestas y contesto, no lo sé hijo, pero de una cosa estoy seguro, ella te cuida desde donde está. Para ser un chico de 12 años se da cuenta de absolutamente todo, es un chico muy observador y eso me gusta. Hasta pienso que es una persona adulta. La forma en que me habla no se parece a un niño de su edad.

No puedo maldecir el día en que falleció Emma; también es el cumpleaños de Joe. En las noches lo escucho pedir deseos y uno de ellos es poder ver a su madre, aunque sea en sus sueños, era tan pequeño, tenía sólo 10 años cuando ella se fue y lo vio absolutamente todo.

—Papá.

Joe se acerca a mí con un gran ramo de flores, que ha sacado del jardín de su abuela.

—¿Si hijo?

Doblo mis rodillas y le revuelvo el cabello.

—Quiero ir a ver a mamá.

Su rostro no es igual al de los otros niños, casi nunca sonríe y si lo hace, nunca lo veo. Eso me tiene preocupado, se lo pasa encerrado en su habitación escuchando música. Hay algunas veces que no come nada. Así pasan días.

—¿Estás seguro? -pregunto preocupado.

—Lo quiero como regalo de cumpleaños.

Me da una débil sonrisa. Toma vi mano y me guía el camino. Un nudo se forma en mi garganta. Se me hace imposible verlo tan triste, ya las ideas se me han agotado. Yo estoy agotado.

Mi trabajo no es muy bueno. La semana pasada me dieron la última advertencia por faltar. Ya no trabajo con Scott, renuncié. No tenía a nadie que me cuidara a Joe. Su abuela estaba bastante enferma, el embarazo a mayor edad le afectó en su sistema y se enferma sin razón alguna.

El sendero que nos lleva hasta el comentario está escarchado y nuestros pies se resbalan en la superficie. Joe lleva su mano enguantada, apretada a la mía.

Ya veo las lápidas más cercas y el miedo recorre cada centímetro de mí.

—¿Papá crees que ha mamá le gustan estas flores?

Me muestra el ramo que lleva en su mano; rosas azules. Le sonrío.

—Amaba esas flores. Por eso tu abuela las mantiene bien cuidadas en su jardín. Es el recordatorio que una parte de su hija está junto a ella.

No me dice nada. Me gustaría saber en qué piensa tanto y porque la mayoría del tiempo está callado.

A lo lejos alcanzo a ver la lápida de Ema. Mis piernas tiemblan y mis ojos se llenan de lágrimas. Aquí voy querida.

—Déjame ir yo primero. Tengo que hablar con ella.

Mi hijo se suelta de mi mano y corre colina arriba.

No puedo seguir avanzando. Mis pies se quedan pegados en la nieve. No tengo punto fijo donde mirar. La extraño y mucho. No sé si pueda seguir con esta carga sobre mis hombros ¿Cómo seguiré criando a mi hijo sin ella? Nunca podría reemplazarla por otra mujer. Noto algo caliente correr por mis mejillas. Son lágrimas, lágrimas que siempre con tengo cada año y llegó aquí y las derramo por doquier.

Sigo avanzando. No puedo dejar a mi hijo, él es por la única persona que lucho y tengo fuerzas cada día.

—Yo sé que nunca volverás y que papá trata de decirme eso para que yo no llore por las noche —escucho decir a mi pequeño— Tú me cuidas, yo lo sé. Espero algún día poder volver a verte, es lo que más deseo. Cuidaré de papá cuando esté enfermo, así como tú lo hacías con él, sí, él me lo ha contado. También me contó que siempre discutían, pero se amaban a pesar de todo y nunca se alejaron. Espero que te gusten estas flores, sé que son tus favoritas. Te amo mamá.

Me arrodillo junto a él y le ayudo a despejar la tumba, que está cubierta de nieve y algo de pasto con hielo. Todavía las lágrimas corren por mis mejillas.

No puedo. No. No. No. Ella no puede estar muerta. No puede. Teníamos todo nuestro futuro planeado. Queríamos tener una familia más grande. Sé que se hizo justicia por su muerte y ahora Sky se está pudriendo en la cárcel.

Joe pone las rosas en un pequeño florero adornado con sus dibujos.

Leo por milésima vez la lápida.

"23 de Febrero de 1997 a 05 de Noviembre de 2027. Aquí yacen los restos de nuestra hija, esposa, madre, amiga y confidente Emma Camille Chase Stewart. Nunca te olvidaremos, extrañaremos tus gritos, sarcasmos y discusiones. Nos encontraremos en la otra vida. Hasta luego".

Siento unos pequeños brazos alrededor de mi cuello y débil beso en mi mentón. Yo también lo abrazo.

—Juntos saldremos de esta pequeño Joe.

—Claro papá. Con mamá cuidándonos, todo se hará más fácil.

¡No Entres Ahí! [1° TEMPORADA]Where stories live. Discover now