Capítulo 25

7.8K 723 83
                                    

─Ya es de noche, Eloise, ¿todavía estás con él? ─preguntó calmada mi madre a través del teléfono.

Por más que no estuviera en buenos términos con ella, quise llamarla para verificarle que no me había pasado nada y estaba segura. Sabía que estaría preocupada. Había paseado todo el día fuera de casa.

─Sí, estamos en su departamento -le confirmé.

─Bien.

Se escuchaba calmada, muy diferente a como de furiosa y alterada sonó esta mañana.

─¿Está todo bien? ─pregunté con mi ceño fruncido. Me había preparado mentalmente para ésta batalla y, a pesar de que sabía que seguiría enojada, me iba a aguantar eso con tal de confirmarle mi bien estar. Pero extrañamente esa vez no, ahí estaba ella, hablando conmigo como si nada hubiera pasado.

─Sí, por supuesto.

Encogí mis piernas hasta mi pecho en el sofá y apoyé mi barbilla en mis rodillas. Las abracé con mi mano izquierda.

─Mamá, yo... ─suspiré calmándome─. Daniel es diferente, ¿sí? No es como lo pintas. Él solo me entiende. Con él yo puedo ser quien realmente soy sin miedo a nada. Yo solo... quiero saber a dónde puede llegar esto porque no hay manera en el mundo que pueda alejarme de él. No ahora.

Después de todo mi madre seguía siendo mi mejor amiga, y decirle esto era más una necesidad que un deber. Simplemente lo sentía, y quería con todo mi corazón que lo entendiera y me apoyara.

─Está bien.

─Solo dame unos días ─pedí.

─Cuídate, Eloise.

Respiré profundo y apreté mis puños por la falta de emociones en su voz.

─Te quiero, mamá.

─Yo también te quiero, Eloise.

Suspiré y lancé a mi lado el teléfono. Al menos no hubo gritos ésta vez, era un progreso. Quizás solo aceptó el hecho de que no puede seguir reteniéndome y eso la hace comportarse de esa forma. Quizás con un poco de tiempo se alegraría por mí. Sólo había que dejarla procesarlo por más extraña y sospechosa que sonara.

Al momento que dejé estar el problema en mi cabeza, alguien se deslizó por mi espalda. Metiéndose entre el espaldar y yo, dejándome entre sus piernas.

Sonreí y me recosté en su pechó recubierto con una ligera camiseta, que me envolvía con su olor característico. Reconfortandome cuando deslizó sus manos por mis brazos y tomó las mías entrelazándolas, dejando un ligero beso en mi hombro.

─¿Por qué no te vas a casa? ─preguntó cerca de mi oído en una voz profunda y baja.

─¿Quieres que me vaya?

─Podría mantenerte cautiva aquí contra tu voluntad de por vida. Pero tan tentativo como suena eso prefiero estar en buenos términos con tu madre, así paso más tiempo contigo.

Reí suavemente junto con él y cerré mis ojos.

─Ella... Extrañamente está de acuerdo con que me quede aquí.

Fruncí de nuevo mi ceño recordando su voz.

─Eso es algo nuevo, entonces, porque justo ésta mañana volvía a pelear contigo.

─Lo sé, sólo dejemos las cosas como están. No quiero ahondar más en ello. ─Suspiré y me levanté dejándolo en el sofá. No solté su mano, sin embargo─. ¿Me llevas al baño? ─Sentí la sangre correr a mis mejillas al preguntar.

Una Vida Contigo © Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora