Capítulo 27

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Estaba atardeciendo, lo sabía por el sol que quemaba mi piel a través de la ventana bajada del auto de Daniel. Aquél auto que me había presentado hace unos días y que me había dejado profundamente confundida. Dijo que era deportivo y que era negro.

El potente motor lo escuchaba ronronear a través de mis oídos y me daba una sensación de tranquilidad. Nada comparado con la adrenalina que corría por mis venas al momento de aceler, amarrada al cuerpo de Daniel en el asiento trasero de su moto.

Aquella motocicleta me había hecho sentir libre y extasiada. Pero al pasar los minutos allí dentro me di cuenta que en un auto, con nuestras manos entrelazadas sobre mi muslo, con el viento entrando ligeramente a través de la ventana y con una estación de radio sonando al azar; me sentía en calma, plena y llena. Una sensación de satisfactoria que aceleraba mis pulsacione, y provocaba sonrisas en mi rostro.

¿Entonces, es un sí al jaguar? —había preguntado cuando bajamos del auto la primera vez.

—Definitivamente. —Sonreí mientras esperaba por él.

Volviendo de mis recuerdos, percibí el apretón de su mano en la mía  y la levanté para dejar un ligero beso en ella.

—¿Estás segura que quieres regresar a casa? —lo escuché preguntar por encima de la música cuando bajé nuestras manos nuevamente.

Había pasado unos dos días más con Daniel. Cabe recalcar que fueron los mejores días desde hace mucho tiempo.

No importaba cuantas veces me topaba con Benjamín Cox cuando íbamos al edificio de la aerolínea, Daniel siempre estaba ahí para olvidar su presencia.

Las noches entre cenas y risas parecían infinitas y sus labios en los míos eran la ambrosía misma. No podíamos tener suficiente de los dos. Y con cada segundo que pasaba, Daniel me tenía cada vez más. Sus atenciones exageradas y sus preocupaciones sin sentido tenían a mi corazón en jaque.

Sus besos sorpresas con su sentido del humor lo eran todo. No recordaba que podías sentirte tan bien en tu propia piel y con alguien más de esa manera.

Sabía muy  bien cómo debía funcionar una relación pero lo dejaba a la fantasía o lo idílico. No concebía que me estuviera pasando, no después de lo que viví.

Pero no todo dura para siempre. Por ley tiene que haber un objeto filoso que te explote la burbuja de felicidad.

Suspiré, entonces, antes de responderle —Sí, no quiero preocupar más a mi madre. Además, cuando hablé con ella pareció aceptar esto. No del todo pero sí, sonaba más comprensiva.

—Se hará como tu decidas, con tal y me deje tener esa boca todo el tiempo que quiera —aseguró. Yo sentí como la sangre corría hasta mis mejillas y sonreí. Él seguía manejando pero yo con seguridad y valentía me acerqué a él para encontrar su rostro. Empecé con mi mano ligeramente subiendo por su pecho hasta llegar a su cuello y a su barba. A través de mis dedos sentí como su mejilla se tensó con una pequeña sonrisa sabiendo lo que hacía.

No entendía cómo, pero había una conexión entre nosotros que nos obligaba a tocar el mínimo centímetro de piel del otro, todo el tiempo. Incluso si era un roce en su brazo o un dedo en su cabello, eso era suficiente para calmar algo dentro de mí.

Necesitaba sentirlo, desde que no podía darme el lujo de verlo.

De ésta manera, por medio de mis manos, lo hacía. Nada me complacía más.

—Ya no hay nada que pueda alejarme de ti, Daniel —le aseguré y con un movimiento rápido me acerqué para dejar un beso en su mejilla, tratando de no distraerlo tanto de la vía.

Una Vida Contigo © Terminada. Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon