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ETHAN

Primer día de mi último año. El próximo año estaría en la universidad estudiando leyes y tal vez jugando futbol. Había decidido dejar Michigan y volar a San Diego. Tenía una beca y mis padres habían comprado un pequeño departamento solo para mí. Tenía suerte.

Entre al estacionamiento y todos me reconocieron. Ni siquiera había salido del maldito coche y ya tenía a varias rubias caminando hacia mí. Ni siquiera podía imaginar a mi pequeña hermana haciendo lo que estas zorras me hacían. No soy un santo. Me gusta el sexo como a todos los demás y para mis diecisiete años, estaba seguro que tenía más experiencia en complacer a una mujer que la mayoría de los pubertos.

—Hola bebe.

—Hola E.

—Que hay bombón.

Si mi madre las escuchará estoy seguro que les lavaría la maldita boca con jabón.  Como siempre, forcé una maldita sonrisa.

Las ignoré por completo, y como no hacerlo. La mayoría de esas chicas ya había pasado por el asiento trasero de mi coche. Jamás las había llevado a casa. Mi madre me castraría antes de dejar entrar a una de estas zorras. Había tenido algunas malas experiencias como todos, la típica chica empalagosa que cree que después de follar íbamos directo hacia el altar. Boda. J A M A S.

O al menos no aún.

Entre al salón y me desplomé en la parte trasera. Aun me dolía la cabeza por la maldita resaca, había bebido hasta perder el conocimiento, pero tuve que hacer uso de mis habilidades actorales para que mis padres no lo notaran. Y ahora tenía que soportar una hora completa de historia.

—Hola bebe.

Esa maldita voz chillona perforó mi cerebro. De pronto sentí algo en mi regazo. Quien quiera que fuera se había sentado en mis piernas frotando su maldito culo en mí. ¡Si algún día descubría a mi hermanita haciendo esto la encerraba en un convento! No tenía ni puta idea de quien era, pero estaba seguro que me la había follado en algún momento de este fin de semana.

—Quítate —Dije y la lancé al suelo.

—Bebe. ¿Qué te pasa?

—Deberías saber que el gran Ethan Gould no tiene memoria.

Nunca pensé que el maldito acento británico me pondría tan furioso. El imbécil estaba sentado cerca y vio con lástima a la rubia que se levantaba del suelo.

—Ethan solo se las folla y las deja. ¿Qué no sabías las reglas?

—¿Cuáles reglas?

—Pobre chica.

—Pero…

—Escucha… —Drama a la vista, tenía que hacerlo antes de que entrara el profesor si no tendría una rubia llorando toda la clase.

—Lindsey

—Correcto. El idiota tiene razón. Te dije que solo sería una noche. Jamás me comprometí a nada contigo. Así que solo vete.

—Pero…

—Adiós Lindsey.

Gracias a dios el señor Higgs entró al salón antes de que el drama empezara. Todo el maldito día siguió como cada año. Caminaba por los pasillos fingiendo una maldita sonrisa o tratando de seguir el ritmo a las conversaciones de todos. No era fácil y menos si no ponías atención.

Había días que deseaba poder regresar a la simplicidad de la primaria donde solo me preocupaba por no salir de la raya al pintar o por mejorar mi caligrafía. Ahora todos hablaban de la universidad, sus carreras, las fiestas y toda la mierda. Había decidido San Diego. Nadie iría a San Diego. Podía empezar de cero. Sin presiones. Solo yo.

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora