Capitulo 3; ¿Quien gana?

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Cristal se levanto tras una larga noche de descanso, se ducho y decidió vestirse con un pantalón y una camiseta, algo cómodo.  Bajo las escaleras a toda velocidad, dispuesta a coger el auto Guillermo y devolvérselo.

-¿No quiere desayunar niña? –Ada la miro con el ceño fruncido

-No gracias –Cristal la miro de reojo y siguió su camino hacia la puerta

-Cristal –Pero la voz de el evito que siguiera su camino

-¿Qué? –Se giro bruscamente y le miro

-¿Dónde estuviste ayer? –William la miraba serio

-¿Y a ti que te importa? –Ella se giro de nuevo para seguir su camino

-Claro que me importa –La voz de el sonó contenida –Era el entierro de tu padre y desapareciste, te fuiste

-¿Y? –Se giro de nuevo hacia el y le miro a la cara –Mi padre no me quiso a su lado durante su enfermedad ¿Qué te hace pensar que me quería en su entierro?

-Eres su hija –William apretó los puños –Todos preguntaban por ti

-Por favor –Ella suspiro –Ninguna de esa gente me conocía y la mayor parte ni siquiera sabia que el tuviera una hija  

-¿Crees que te estas comportando adecuadamente? –William la miraba fijamente

-¿Y tu crees que sigo siendo una adolescente para que me trates así? –ella pudo observar como el rostro de el se enrojecía –Deja de meterte en mi vida, lo único que tienes que hacer es quedar con el abogado

Todo se quedo en silencio, el ambiente cargado de tensión que solo fue irrumpido por el sonido del timbre.  Cristal que era la que estaba mas cerca abrió la puerta para encontrarse con Guillermo.

-Buenos días –El sonrió y se acerco a darle dos besos, después miro dentro de la casa y frunció el ceño –Perdón, ¿interrumpo?

-¿Qué haces aquí? –Cristal le observo sorprendida –Ahora mismo iba a llevarte tu coche

-Por si acaso decidías robármelo me pase por el –Le guiño un ojo –No, pensaba invitarte a desayunar ¿Ya desayunaste?

-No y me encantaría aceptar tu invitación –Con una sonrisa Cristal le tomo del brazo, giro el rostro y miro a William –No te olvides de llamar al abogado

-Por supuesto –el apretó los labios en una fina línea

Dos horas mas tarde Diego Corges, abogado de la familia llego a la casa, William le hizo pasar al despacho

-Tiene que estar la hija de Peter para leer el testamento –Diego frunció el ceño –Ya lo sabes

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