Capítulo #5 - ¡La despedida!

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Anabelle no había entendido ni la mitad de las cosas que Atlantis le había dicho.

Sacudió su cabeza y frunció el entrecejo.

—Entonces no entiendo. Hay hombres, y esos hombres están viejos, y necesitas más, pero necesitas a mí, y necesitas la piedra de la fecundación masculina.

—La hijas de Piscis eran todas sirvientas de la mar.

—¿Sirvientas? —Anabelle preguntó—. Sí, eran hijas de un dios muy poderoso ¿no deberían haber tenido un puesto más alto en la realeza?

—Eso sería algo muy lógico en tu mundo, pero no —explicó sacudiendo la cabeza—. Las hijas de Piscis fueron creadas para servir a los hombres, a los humanos. Eran todas hermosas, dotadas, brillantes y muy seductoras El trato quedaba en que al unir las razas del mar y los humanos las mujeres servirían a la raza pura.

—A los hombres ¿cierto? —indagó Anabelle comprendiendo un poco mejor.

—Sí, exacto. Al quedar ellas como sirvientas de los humanos solamente eran usadas para satisfacer las necesidades de humanos de sexo masculino.

—¿Cómo prostitutas?

—Si. —La mente de Anabelle viajó lejos. ¿Dónde quedaba la historia de Ariel la sirenita, y su pecesito amarillo? ¿Acaso era todo eso mentira?

—Necesitamos ahora invertir los mundos, Anabelle. Una sirena ahora tiene que traernos dos humanos para que nos sirvan, solamente dos.

—¿Cómo? —preguntó—. ¿Cómo haría yo eso?

—Nada de lo que tengas que preocuparte, no necesitarás ningún entrenamiento. Las sirenas tienen su propio instinto Oceanía te mostrará. Ni siquiera entenderías la razón por la que estás aquí. A su debido tiempo se te explicará la razón por la que eres la escogida.

—¿Por qué yo? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Y si no quiero?

—Si te vas y intentas pisar la tierra sin mi permiso, morirás. Tendremos que buscar a otra, y no tenemos más ninguna. Todo el proceso se atrasaría. La última no tuvo las agallas de cumplir la misión, y esta vez necesitamos a alguien con agallas, con ganas de vivir, a alguien que daría todo por la gente que ama.

—¿Qué le ocurrió? —Anabelle sabía que preguntaba demás, pero si se iba a quedar ahí sentía la necesidad de saber bien en que boca de lobo se estaba adentrando.

—Le quitamos una de las cosas que más amaba en este mundo. Y fue condenada a

pasar el resto de sus días sin volver a acercarse a ella, lo cual significaba jamás volver a pisar

el mar o si no retomaría su forma de sirena para siempre y yo personalmente la mataría.

Las extremidades de Anabelle temblaron como una gelatina cuando la sacas de la

nevera.

—Aún no entiendo, por que yo.

—Es obvio, tienes agallas, ganas de vivir, y estás dispuesta a dar la vida por la gente

que amas. Además eres hermosa, y amas el mar.

—¿Así que de la nada quieres que yo deje a mi hermano, mi madre, mi casa, todo lo que tengo y venga a vivir contigo al mar a nadar como un pez por el resto de mis días? — preguntó alterada.

—Sí, será maravilloso. Además encontrarás muchas de las cosas que has estado siempre buscando. Una vez te acostumbres tu vida será mucho mejor a la que una vida terrestre puede ofrecerte. Tendrás todo lo que desees en la palma de tu mano.

Aquarius - Una saga de sirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora