Capítulo #3 - Abracadabra ¿En qué se ha convertido?

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 Aquata se movió hacia el ordenador y lo encendió. No tardó mucho en aparecer en la pantalla el logo de VAIO* y luego el espacio diseñado para colocar la contraseña. No hacía mucho que había estrenado la versión Windows 8* y le gustaba mucho ya que era mucho más rápida y fácil para navegar.

Abrió la ventana de Google* pero se quedó fría, no tenía ni idea de cómo comenzar a buscar. ¿Qué se supone que buscara? ¿Enfermedad de escamas en la piel? ¿Crecimiento de escamas en el cuerpo?

Tenía de todas maneras que investigar acerca de la misteriosa y hermosa chica de la bahía, la atacante. Ella había sido la víctima de una. . . ¿sirena?

Escribió en la barra de búsqueda la palabra sirena.

<<Una sirena es una mujer principalmente hermosa, con largos cabellos apasionantes ojos.Sus piernas están cubiertas de duras escamas terminan en una sola extremidad con forma de cola de pez.>>

Aquata sintió que lo que leía estaba describiendo perfectamente a la chica de la bahía. La chica que la había atacado en el muelle esa tarde. Lo único que no estaba segura era si ella tenía una cola de pez.

Las preguntas comenzaron a rondar en su cabeza. ¿Era ella una sirena? ¿Se estaba convirtiendo en una?

El sueño venció su extenuado cuerpo. Se sentía demasiado cansada como para continuar buscando. Se colocó sus pijamas y se adentró en las cálidas sábanas de su cama. A lo lejos podía escuchar el sonido de las olas. Eran como un llamado, como si la llamaran a unirse a ellas. A la vez sentía paz, se sentía tranquila, y sus ojos se cerraron como cuando la noche cae de repente sin avisarle a nadie.

El sonido irritante de una alarma la sacó de sus sueños e hizo que cada vértebra de su rechoncho cuerpo se estremeciera. Su cuello estaba todo torcido y sus piernas completamente entumecidas. <<¿Qué me pasa?>> se preguntó a sí misma mientras colocaba sus pies sobre el suelo. El frío que corría por las lozas estremeció sus músculos y ella soltó un bostezo mientras estiraba sus manos por encima de la cabeza y soltaba gritos de alivio. Sentía como si solamente hubiera dormido 15 minutos, pero claramente se veía por la ventana que era otro día.

Tomó la toalla que había dejado la noche anterior en una silla para que se secara y caminó hasta el baño. Cerró la puerta se miró en el espejo.

—¿Qué es esto? —Anabelle emitió un grito ahogado.

El relejo que había frente al espejo no era la Anabelle de hacía un día atrás. Su pelo, que siempre llevaba corto por encima de los hombros había crecido al menos seis pulgadas, y se asomaba libremente por la mitad o más abajo de su espalda. Sus ojos estaban de un marrón más claro que nunca, y sus pies volvían a estar verdes y violetas como en el día pasado.

—¡Cielos! —gimió mientras abría el grifo y se introducía en la bañera. Dejó el agua caer sobre su espalda, los pechos, y su nuevo largo cabello. Hacía mucho tiempo no se daba una ducha con tanta relajación, era como si el agua fuera un calmante para todos sus problemas.

Cerró los ojos y comenzó a cantar, sus pensamientos iban más allá de la realidad, y solo podía pensar en estar libre nadando en el mar, cosa que ella nunca le había interesado hacer.

Salió del baño y se dirigió al armario. Necesitaba algo que cubriera todas sus extremidades, algo que no dejara a la intemperie sus piernas repletas de escamas, pero no tenía nada. Su armario estaba lleno de ropa decente pero corta a la rodilla, una que otra bota, y camisas cultas las cuales no ayudaban de nada ya que el problema estaba en las piernas.

Aquarius - Una saga de sirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora