❁Capítulo #13

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—¡Belle! ¿A dónde vas? —exclamó Rebecca con intriga mientras seguía a Aquata por los tubos de ventilación de aquel frío hospital.

—Necesito salir de aquí, Rebecca. Necesito irme. Necesito escapar. Mi familia está en peligro.

—¡Niña! ¿Pero qué dices?—preguntó la pelirroja muy confundida.

—No sé si puedo confiar en ti. No sé quien eres, no sé si esto es una trampa. No sé si todo lo que está pasando es cierto, o si estoy loca, o no. Pero una cosa sé, y es que mi familia está en peligro, y yo estoy aquí de brazos atados sin poder hacer nada, sin poder salir, sin poder ayudarles —la rubia dio un suspiro—. ¡Necesito salir de aquí!

Rebecca le miró extrañada. Esa no era la Anabelle que ella recordaba. Anabelle era una chica tranquila.Ella hablaba de su familia como si fuera algo muy numeroso, y que ella recordaba solamente eran Anabelle, su madre, su padre y su hermano.

—Rebecca, ayúdame a salir de aquí,por favor.

—No puedo, —le contestó ella aturdida—. Ni siquiera yo he podido salir de aquí. Tengo ayuda para muchas cosas, mi padre me ayuda y he tenido ayuda de algunos enfermeros amigos de la familia que se han infiltrado en el personal para ayudarme, pero no he logrado salir nunca de aquí. Todo el personal está comprado. Esta facilidad, y todo aquello que lleve el apellido Eldridge es una empresa muy grande que es manejada por ellos. —La pelirroja hizo una pausa.

—¿Ellos?—Preguntó Aquata confundida.

—Si, ellos. Las criaturas.

Aquata aún no sabía si confiar en Rebecca. Es decir, le conocía de hacía muchos años, pero ya cuando pierdes el contacto con alguien por mucho tiempo, es como si dejaras de conocerle por completo. Cada cual crece para ser alguien diferente, y es imposible saber sus intenciones de antemano si a penas recuerdas los chistes que se hacían mutuamente unos 14 años atrás.

—Solo necesito salir de aquí. Necesito ir a mi cuarto. —Dijo la rubia mientras fruncía el ceño. —Deseo estar sola, iré a mi cuarto, por favor no me busques. Si te necesito iré a por ti.

Rebecca dio un paso atrás y tapó el ventilador del cual habían salido. Colocó el espejo para tapar la ventanilla, y le abrió la puerta a Aquata cediéndole el paso.

—No sé que hecho—dijo muy desanimada— pero sea lo que sea, quiero que sepas que si necesitas a alguien aquí estaré. No sé porque has actuado así. Quizás pienses que estoy loca, lo siento.

Aquata ni le miró.Caminó pasillo abajo cabizbaja con mucha rapidez en dirección a su cuarto. Un enfermero la detuvo para preguntarle si todo estaba bien,y le pidió que por favor caminara más lento, que los pasillos estaban hechos para caminar, no para correr. Aquata no estaba corriendo, pero si iba muy deprisa. Ella necesitaba decirle a su familia lo que pasaría, debía avisarle a todos acerca de lo que había descubierto.

Entró a su cuarto,y cerró la puerta. Rebuscó entre sus cosas por el envase de desodorante Axe, pero no lo halló. —Mierda ¿dónde te metes?—masculló entre dientes mientras intentaba controlar sus emociones para no tener un ataque de pánico.

—¿Buscas esto? —Aquata saltó del susto, y dejó caer la cartuchera que tenía en las manos. Rebecca estaba parada con el celular en la mano,y con el pote de desodorante en la otra. No era Rebecca su amiga,era más bien Rebecca la bruja de la trenza que colgaba por los hombros y zapatos de tacón de aguja con la ropa de leopardo. Si,esa, la de la recepción. La bruja. —Aquata, Aquata. ¿Qué piensas hacer ahora?

—¿De qué hablas? —Dijo Aquata nerviosa, intentando parecer lo más inocente posible. Sus manos temblaban, al igual que sus rodillas, y su mente estaba pensando demasiadas cosas violentas en ese instante. El nerviosismo hacía que el hambre que tenía en la boca del estómago incrementara, y creía no ser capáz de controlarlo por mucho más tiempo. Pero tenía que hacerlo. Después de todo no podía arruinar nada más.

—Hablo de como vas a avisarle a tu familia acerca de nosotros. —Contestó la mujer con una cínica sonrisa en la cara.

—¿Por qué tendría que avisarle a mi familia? Estoy bien aquí dentro.

—¡Déjate de juegos! —reprendió la mujer. Su cara se tornó roja, y su cara de fresca cambió completamente. —Sé muy bien que sabes exactamente porque estás aquí, porque tu familia está allá, y porque ibas con tanta prisa a buscar tu preciado celular el cual escondes.

—No sé de que me hablas. —Contestó Aquata con más nerviosismo del que ya tenía.

—¿Crees que no estás donde queremos? ¿Crees que no sabemos que le dirás a tu familia que están en peligro? Tu familia después de todo es una bendición divina. Ra nos ha bendecido al permitirles mudarse a esa casa donde viven.

—Ra, ¿quién es ese?

Aquata sabía ya que los del hospital no eran una buena noticia, y que su profesor de mitología estaba involucrado en ello de alguna manera.Sabía que Katie tenía que ver con las arpías y su hermano también.Sabía que la bruja del pueblo intentaba mantenerlos alejados de todo, y que ella quizás era la clave para descubrir los secretos que aquel pequeño pueblo escondía. ¿Pero Ra? No había escuchado jamás ese nombre. Ella no había estado al tanto de todo lo que estaba pasando en Blue Waters,pues le había tocado quedar encerrada en aquel hospital psiquiátrico al cual había sido mandada por influencia de un ingenuo profesor.

—No todo ha ocurrido por casualidad, Aquata. Cada uno de los sucesos que han ocurrido han sido previamente planificados, como que te encontraras aquí con Rebecca, y que Katie te haya invitado a su casa, y que su hermano Chris te haya hablado aquella mañana cuando ibas para la universidad. Somos muchos, y ustedes muy nuevos, y muy pocos. —Aquata sonrió con nerviosismo. Ella no tenía ya idea de lo que realmente estaba pasando. Ella conocía muy bien que la gente podía ser muy metiche, y cruel, pero no pensaba volver a estar en una posición enla cual quien menos esperaba la traicionara. Y normal. Somos humanos,estamos acostumbrados a confiar en aquellas personas a las cuales nos tratan con cariño y nos prestan atención.

—¿Qué quieres,Rebecca?

—A tu familia.¿Qué no es obvio?

—No puedes tener a mi familia, —respondió ella con carácter.

—¿Y eso por qué?Tú eras el peligro. Tú eras el peligro y es por eso que hicimos todo lo posible por alejarte de allí. Estabas a punto de descubrir nuestras intenciones.

—No conoces a mi familia, Rebecca. Somos más de lo que piensas. —Rebecca le dio una mirada de furia.

—¿Qué? ¿Van a llevarnos a las autoridades? No podrás hacer nada. De ahora en adelante estarás en custodia las veinticuatro horas del día, y no tienes como contactar a tu familia. Y ni creas que Rebecca podrá ayudarte. Todo lo que estés haciendo con ella es visto por nosotros.Sabíamos que ella te ayudaría.

—Si tanto sabes de mi, ¿cómo es que no sabes quién soy? —Rebecca caminó hasta la puerta.

—Eres una niñata malcriada, no más. Y no podrás salirte con la tuya.

La mujer salió disparada por la puerta, y Aquata se sentó sobre la cama con su cabeza entre las manos mirando el suelo. No sabía como había llegado todo hasta ahí. Si Rebecca su amiga sabía acerca de los acontecimientos en Miami, y la desaparición,acerca de las hijas del mar y esas cosas, ¿cómo que no sabían acerca de su verdadera identidad? No hacía sentido. Había algo que no encajaba. Y ella necesitaba saber que era, para decirle a su familia. Para avisarles, para que estuvieran a salvo. No ellos, para que estuviera a salvo ella.

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llevaba desde febrero 21, 2014 sin escribir. ok. ok. ok. y nada me hace sentido porque mis ideas están hechas mierdas y siento que mi historia está muy infantil y quiero cambiar todo, pero me acoplaré y no lo haré. ok eso es todo, seguiré escribiendo, bye.

Aquarius - Una saga de sirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora