Capítulo 34. Vampiro puro

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Con todo lo que me quedaba de fuerza en mi sistema, lo utilicé para defenderme de Gastón

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Con todo lo que me quedaba de fuerza en mi sistema, lo utilicé para defenderme de Gastón. Hundí mi codo entre su antebrazo y su brazo y conecté mi rodilla en la boca de estómago; de esta manera pude ganarme unos segundos para liberarme y mantener una distancia a salvo del vampiro.

Gastón se irguió y su vista fue directo a mí. No pude evitar tocarme el cuello, entre mis dedos me traje algo de sangre por las heridas abiertas que me dejó con sus uñas.

—No hagas más difícil mi trabajo.

No entendía lo que pasaba, ¿de verdad fui solo su llave? ¿todo lo que me dijo fue mentira? Percibía ese aroma inconfundible de él, las montañas con la mezcla de libros viejos. Gastón de verdad estaba frente a mí, mostrando su verdadero rostro.

—Si te están obligando a que te comportes así, dímelo, no tienes que ser un animal conmigo —aún herida hasta el alma tenía la esperanza de que fuera algún truco.

Gastón se mostraba muy serio, lo suficiente para convencerme de que su conducta iba en serio.

Apenas pude parpadear cuando me sujetó del cabello para jalarlo hacia abajo y obligarme a verlo frente a frente. No iba a darle el gusto de escucharme chillar por su horrible maltrato.

—¿De verdad piensas que estoy jugando? ¿Que cambié por amor?

No contesté, pero dentro de mí deseaba que sí.

En eso, el sonido de unas manos aplaudiendo me interrumpieron antes de responderle a Gastón. Desde la oscuridad del pasillo pude distinguir que se acercaba una persona, o más bien criatura.

Ledger. Aplaudiendo y sonriendo de oreja a oreja.

—Creo que me caías bien, cuñada —apoyó su peso en la pared—. Pero solo algo nos vuelve vulnerables a los Le Revna, y es la ambición por nuestras metas. Quedamos los más fuertes de los hermanos.

La sonrisa bandida de Gastón me sorprendió como un maldito balde de agua helada. El impacto de verlos a los dos fue estremecedor, a ambos los tenía enfrente.

—¿Estuvieron juntos todo este tiempo? Respóndeme, Gastón.

Arrugó la nariz para mostrar su desagrado.

—No tengo que darle explicación a una repugnante asesina de vampiros.

Me sacudió con fuerza hasta lanzarme al medio de ambos. Me sostuve con mis piernas firmes y traté de no quitarle la vista a ninguno.

—Anda —la voz furiosa de Gastón exigía Dios sabe qué cosa—. Decide a quién vas a matar.

¿Qué?

Las lágrimas formaban surcos helados en mis mejillas. Gastón estaba de mi lado izquierdo y Ledger en mi derecho. Me retumbaba la cabeza, la presencia de ambos seres malignos era grande que podía sentir como me estallaban las neuronas.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora