Capítulo 17. Rugido de poder

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Janis no se separó de mí cuando vi como Gastón peleaba con otro tipo, era el mismo hombre que habíamos visto en la feria; ya estaba enfrentándose con Gastón y no había poder humano que lograra propinarle un golpe al vampiro y menos viniendo de un ...

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Janis no se separó de mí cuando vi como Gastón peleaba con otro tipo, era el mismo hombre que habíamos visto en la feria; ya estaba enfrentándose con Gastón y no había poder humano que lograra propinarle un golpe al vampiro y menos viniendo de un humano.

Toda la seguridad del hombre se había quedado en la feria, ese campeonato de artes marciales se fue desmoronando cuando Gastón le clavó el codo en la mandíbula y de un giro de dobló el cuello con la pierna.

—Joder. Maddy quiero irme de aquí pero ya.

—Janis mira, es el tipo que estaba en la feria.

Ensangrentado en el suelo, el hombre se levantó. Gastón esperó en total inmovilidad, su contrincante se tambaleaba, sus brazos no le proporcionaban esa firmeza que necesitaba para ponerse de pie. Todos alrededor aullaban como animales, una mezcla de frío y calor me recorrió de manera perturbadora toda la espina dorsal.

Gastón tenía una postura fornida y casi de muerte para todos los presentes, era la misma encarnación de la destrucción, una belleza letal que solo daría pesadillas.

Vi como el vampiro se fue acercando al cuerpo del hombre, lo sujetó con rudeza para susurrarle algo al oído y después tronarle el cuello lo suficiente para quitarle la vida.

—¡El rey de la arena sigue invicto!

La voz por el megáfono hizo retumbar el lugar y luego estallaron los gritos. Los que parecían humanos ya sospechaban que esto no terminarían bien, pero estaban muy aterrados como para poder mover un pie fuera de este diabólico lugar.

Las luces se volvieron más tenues, el olor a óxido inundaba mi nariz, la mano de Janis estaba a punto de provocarme un corte de circulación alrededor de mi muñeca con lo duro que apretaba.

—Tengo miedo, quiero irme de aquí —masculló muy cerca de mi oído.

—Janis, ese es...

Apunté al techo cuando vi bajar como bala a una figura grande y masculina que podía reconocer como la palma de mi mano.

—Max —soltó Janis con un dejo de sorpresa.

Mi hermano vestía acorde a la situación, jeans desgarrados, descalzo y con el torso descubierto. Janis seguía con la boca abierta, impactada por la imagen que Max había creado, yo estaba por sufrir un infarto de ver como su rival era un humano. Mi hermano iba a tener que matar a una persona.

¿Que las desgracias no tenían fin en mi vida?

Gastón iba abriéndose paso entre la gente, directo a su asiento en lo más alto del Nemea. Janis se pegaba más a mí cuando un tipo intento jalarla y apartarla de mi lado.

—Pero miren nada más, caballeros, al parecer Gastón quiere darnos un festín femenino.

—Creí que eso lo dejaba para las fechas importantes.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora