Confiar.

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Habían pasado apenas dos días del suceso

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Habían pasado apenas dos días del suceso. Todos estaban más unidos que nunca, aún que era en vano.

- Solta eso, Milagros. - murmuró Mati, demostrando cansancio. Corrió un plato con media línea de una sustancia blanca, acto seguido, tiro su cabeza para atrás. Se había hecho cargo de los tres por los últimos dos tormentosos días. Cuidar de los ataques de pánico de Enzo y que no caiga en la depresión, que Mili no se drogue y llore...y que él, no se mate.
- Si sabes que lo necesito, no sé que te sorprende.
- No tenes porque necesitarlo. Te podes fumar dos por día, ya te dije, pero esto no. - dijo, prendiendo lo que vendría a ser un porro. Le extendió uno a Mili y él quedó con otro, haciendo lo mismo que harías con un cigarrillo.
- Bue. - Mili chasqueo la lengua y se concentro en el porro, Mati agarro el plato y lo tiro. Se escucharon sollozos y murmullos a lo lejos. El castaño suspiro y camino hacía el lugar.

- Enzo. - abrió una puerta. - ¿Otra vez? Enzo, ey, deja quieta las manos.
Mili tiro su cabeza para atrás. Era la cuarta vez en el día que Enzo tenía ataques. La chica estaba frustrada. Mati no la dejaba inhalar, no la dejaba irse a su casa ni a ningún lado sola, no tenía libertad. No desde ese día. Mati vivía con miedo. Ella sabía que era lo único que le quedaba, y realmente lo era.
Mati y familia no son una linda combinación de palabras. Su única familia para él era el Casting de La Sociedad de la Nieve y su hermana, que podría pronto, no estar. Mati nunca lloraba, solo tenía los ojos rojos por el porro, consolaba a Enzo y lo calmaba, retaba a Mili por inhalar y la cuidaba, aveces se besaban, 1 vez por día quizás. Mati no quería contacto con nadie, realmente con nadie. Se sentía culpable si no ayudaba a Enzo, si no le acariciaba el pelo a Mili y le explicaba que eso no era la solución, si no intentaba salvarlos.

Al rato, Mati volvió y se sentó en el sillón, cubriéndose la cara con las manos. Mili lo acompaño, sentándose alado.

- Tenes que descansar, Mati. Ya esta de hacerte el salvador, mira como estás.
- Estoy bien.
- Fumas 13 por día, los ojos te estallan. No te reís, no sonreís, no hablas. Solo hablas cuando te hablan o cuando tenes que retarme, o cuando tenes que consolar a Enzo agarrandole las manos para que no se pegue. ¿Dónde está mi Mati? Él nunca hubiera tocado un porro, hablaba como loco, se reía todo el tiempo y su sonrisa era su mayor virtud. Expresaba alegría y tranquilidad. - el castaño no le permitió terminar de hablar.
- Ese Mati se fue con Agus. Esta en una camilla, con cables que anda a saber que tan grave puede ser si se desconectan. Anda a buscarlo cuando Agus abra los ojos. - suspiró y cerró los ojos.
- Estas igual a Danilo, literalmente. ¿Vas a tener el mismo final?
- No estoy para estas pelotudeces. - el chico procedió a levantarse violentamente, cuando su novia lo agarra de la mano. Se sintió devuelta esa conexión hermosa que siempre hubo, se volvió a intensificar por unos segundos, ambos volvieron a vivir, sus corazones se iluminaron, las mariposas en sus estómagos aparecieron, el brillo en sus ojos rojos, llorosos y cansados volvió, por tan solo unos segundos.
- Contestame. - esa magia había desaparecido para cuando esas palabras resonaron en las paredes.
- Danilo sufría y necesitaba paz, no estaba bien acá.
- ¿Entonces?
- Te amo, Mili. - soltó su mano en un movimiento leve pero brusco, yendo a la habitación donde estaba Enzo.

2 palabras, 5 letras.Where stories live. Discover now