Capítulo I.

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Este es un momento importante para poner su respectivo YA LLEGUÉ y dejar muchos comentarios en este capítulo, jajsja<3

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Este es un momento importante para poner su respectivo YA LLEGUÉ y dejar muchos comentarios en este capítulo, jajsja<3


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PRESENTE

Canaán

«Papá».

Esa es la palabra que retumba en mi cabeza mientras siento como todo mi entorno comienza a dar vueltas, y mis ojos se mantienen fijos sobre el hombre que tengo delante de mí.

Es alto. Más que yo. Su cabello oscuro se agita con el aire y su postura es tan firme que me siento pequeño, incapaz de moverme... No sé cómo es que alcancé a vocalizar su nombre y mirarlo a los ojos, mientras tenía lo que —hasta entonces— había identificado como un ataque de asma. Pero, aún por encima de eso, mi confusión solo aumentó cuando escuché las primeras palabras que me dijo: «Tú me llamaste», usando una lengua que he hablado desde que soy un niño: enoquiano.

El tío Castiel siempre me dejó en claro que no muchos —como él los llama— humanos saben hablar la lengua de los ángeles, como si con ello intentara decirme que yo soy una excepción muy particular, en especial porque aprenderla toma muchísimo más tiempo del que tomaría aprender un idioma cualquiera; ha intentado enseñarle al tío Alexander a hablar enoquiano, y apenas, después de muchos años, está logrando entenderlo.

Luego entonces, en ese pequeñísimo lapso de tiempo me da la impresión de que el hombre frente a mí sabe que yo lo entiendo perfectamente, y que lo hizo a propósito. Sin embargo, ahora mi mente me lanza preguntas a una velocidad vertiginosa; quiero saberlo todo, pero a la vez, no sé por dónde empezar, y él me mira como si esperase que le dé la razón por la que lo llamé. No obstante, lo único claro que tengo en mi cabeza es la misma palabra: «Papá».

Quiero decir algo. Preguntarle por qué tengo este sentimiento de familiaridad con él, pero en el momento en el que abro la boca para hablar, mis palabras se pierden cuando mi pecho envía una corriente de dolor más aguda que la anterior, y me crispo automáticamente como si eso fuese a aliviar un poco el malestar.

Lo que emana de él es tan fuerte que me envuelve, y siento que va a romperme en pedazos. Tengo el fugaz pensamiento de que él lo está haciendo a propósito, como si con ello su objetivo final fuera matarme.

¿Quiere matarme? ¿En serio va a hacerlo?

El dolor aumenta y, como respuesta, cierro los ojos con fuerza, haciendo mi mayor esfuerzo por respirar, pero fracaso; las personas a mi alrededor ni siquiera se inmutan con lo que me pasa, como si estuviese atrapado en un sueño. Lo único que me dice que esto es real, es el dolor y mi lucha por coger un poco de aire.

Absenta.Where stories live. Discover now