Día 13: Tragedia en las llanuras

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Al atardecer siguiente paseaste por la ribera

en compañía de Romelia.

Paseamos por la ribera, sí,

y al llegar a ella se tumbó Romelia

a la sombra de una enredadera.

Posó, sí, para que la retrataras a ella,

a la prima Romelia...

-Mandey, ¿no prefieres que me quite el sombrero? (te preguntó risueña)

-No, así estará bien. No te preocupes, Romelia (respondiste a tu prima bella)

¿Por qué, Mandey?

¿Por qué no querías descubrir los atributos de su belleza?

Su piel nívea moteada de pecas...

Su mirada celeste de pupilas refulgentes...

No quería, no,

descubrir su belleza,

ni su piel nívea moteada de pecas...

¿Por qué no, Mandey? ¿Por qué no?

Fue porque de pronto sentí temor

de que también ella fuera una ninfa

que viniera a colmar mi dolor...

Una musa, sí, descendida del firmamento

enviada para seducirte y prolongar tu tormento...

Para seducirme, sí, y yacer con ella,

con la prima Romelia...

Y escuchar después sus burlas y menosprecios

por mi escaso talento,

por mi incapacidad como artista,

como me hiciera creer aquella arpía.

Como te hiciera creer aquélla de nombre Dolores, sí,

Aquélla que te engaña y te susurra mentiras al oído.

Aquélla que se ha empeñado en hacer de tu vida

un soberano castigo...

La prima aún así se despojó de su sombrero

y apartó su sombrilla.

Se quitó su sombrero, sí,

y apartó su sombrilla...

Y su hirsuta melena negra

agitó a los resplandores de la primavera.

Así hizo, sí,

la prima Romelia,

y su piel nívea salpicadas de pecas

se hizo evidente a tu mirada inquieta.

Y su mirada celeste de pupilas refulgentes

a tu espíritu hirió como flecha candente.

Su piel nívea,

su mirada celeste, sí,

a mi espíritu traspasó como flechas hirientes.

Romelia te miraba, sí,

te miraba y no pestañeaba,

y por ti suspiraba y sólo a ti deseba

al hallarse al fin ante ti a solas mirada a mirada,

Diario de MandeyWhere stories live. Discover now