Día 10: El hechizo de la rueca

341 49 22
                                    

Unas semanas más y se agotará mi dinero.

Mi nuevo estilo putrefacto no gusta a las galerías,

mis cuadros no interesan a nadie...

No interesan a nadie, no, tus cuadros grotescos,

ni tus retratos macabros...

El camino que me resta hasta perfeccionar mi técnica,

hasta que el óleo fluya de la palma de mi mano

y destile como mi propia sangre,

parece no tener fin...

Parece no tener fin, no,

Y tras cada dificultad sobreviene otra y otra.

Otra y otra, sí, hasta que termino agotado y con la deprimente sensación

de haber perdido mi tiempo...


Apenas vendo, y eso para un artista es el principio del fin.

Cada día que pasa me convenzo más a mí mismo

de que nunca alcanzaré la fama,

y mi nombre se perderá en el olvido,

como un grano de arena en el desierto.

Apenas vendes, no, y por seguir pintando

y gastando tus dineros en óleos

te estás quedando sin comer.

Sin comer, sí, y sin abrigarme debidamente.

Paso hambre por el día y frío por la noche.

De seguir así tendré que regresar al hogar materno.

Pobre y hambriento, tendrás que regresar al hogar materno, sí,

a la granja.

A la granja, y reencontrarme con Madre

y con Renato, mi hermano,

y con Leonora, mi hermana.

Y yo no quiero regresar...

No aguantaría tener que hacerlo.

¿Por qué, Mandey? ¿Por qué no aguantarías regresar?

Allí no estaré a gusto, lo sé...

Renato me espía y me envidia,

y hará lo imposible por acabar conmigo.


¿Y aquí? ¿Cómo estás aquí?

Desde que me mudé de casa de mi tía no levanto cabeza.

Mi fracaso como artista me ha llenado de inseguridades.

De inseguridades, sí,

y a la noche sumerges en alcohol tus penas

y abrazado a él recorres las calles sin rumbo.

Recorro las calles sin rumbo, sí, abrazado a

mi fiel compañero nocturno.

Mi fiel compañero,

que a la mañana se convierte en mi peor aliado,

cuando despierto entre extraños recuerdos y charcos de sudor.

A la mañana siguiente deseas morir, sí,

morir entre sudores amargos.

Morir porque ni siquiera tengo fuerzas

Diario de MandeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora