Estoy viva, lo sé porque a diferencia de muchos días en los que dudé si lo estaba, siento el aire balancearse contra mi rostro despeinado mi cabello y haciendome enfadar a cada que se coloca frente a mis ojos.
Yo estoy viva, eso lo sabes, pero él no, él está muerto, pero está a mi lado, lo sé, lo siento y el me deja verlo, me deja verlo pero no fijamente, cuando intento girar mi rostro, su imagen desaparece. Es como si no quisiera que lo viera en el estado en el que se que se encuentra. No le tendría miedo jamás, ni tampoco iba a dejar de sentir todo lo que sentí por él en algún momento, cuando aún respiraba.
Pero no me importa si no puedo mirarlo, no me importa si no me deja hacerlo, sólo me conformo con que esté a mi lado, con que aún desprenda ese calor tan maravilloso que me mantiene caliente incluso cuando caminamos sobre tierra congelada. No me importa si ya no quiere que lo mire a los ojos, o si no desea ver de frente mi sonrisa, no me importa nada de eso cuando aún su olor no desaparece, cuando aún su mano sostiene fuertemente la mía luchando contra su propio destino por mantenerse a mi lado.
No me importa porque aunque mis ojos casi estén cerrados, mi alma está abierta, solo para él, para que siga escuchando esos latidos que se que lo atan a este mundo.
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Historias de un amor ©
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