Capítulo 8 «Amigos»

466 32 0
                                    

Capítulo 8
«Amigos»

No puedo creerlo. Es algo surrealista. ¿Dónde está la cámara oculta? Azael, el mismo que hace unos días saboreaba mi piel en el ascensor de mi edificio, no puede ser mi jefe. No ahora, no en este momento.

El aire entra y sale de mi cuerpo cada vez más rápido, como si estuviera hiperventilando. Las paredes del baño parecen encogerse con cada bocanada de aire que tomo.

Tengo que tranquilizarme, llamar a Ava y contarle todo lo que ha pasado. Damien se irá pronto, dejando a su hijo a pocos metros de mí. Además, me he comprometido a no dejar que el trabajo lo consuma por completo. Damien me pide que saque la cabeza de su hijo del trabajo, pero dudo que tenerla entre mis piernas sea una opción.

El tiempo corre en mi contra y tengo que encontrar una solución lo antes posible, porque de lo contrario, este podría ser mi fin.

••æ••

—Aaron lo mencionó, te lo prometo —se disculpa Ava.

—Ya lo sé, ya lo sé —suspiro, aferrándome al botellín mientras intento mantener mis manos ocupadas en algo, cualquier cosa. —Es mi culpa. No debería haber dejado que sucediera nada el sábado.

—No hables así —me reprende. —Deja atrás esos sentimientos. Es algo que ambos querían. No tienes por qué torturarte.

Soplo y decido no responder, perdida en mis propios pensamientos de auto recriminación. Afortunadamente, en ese momento el camarero se acerca con dos sándwiches mixtos y me distraigo. Hoy he decido escapar del edificio y encontrarme con Ava en un bar cercano. A situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Al menos eso dicen. Y necesito ver a mi amiga, quien viene corriendo en cuanto la pongo al tanto en un mensaje de WhatsApp.

En cuanto el joven deja los platos frente a nosotras y se marcha, me apresuro y le doy un bocado al bocadillo, quemando mi lengua. Maldita impaciencia. Aun así, mastico como puedo, intentando dejar entrar aire en mi boca para enfriar el trozo. Justo cuando trago, me percato del extraño silencio que de repente se ha formado entre Ava y yo.

La miro y la encuentro rígida como un palo, con la vista fija en algún punto detrás de mí.

—¿Estás bien? —pregunto divertida.

Estoy a punto de girarme para ver hacia donde ella mira, pero el rápido contacto con sus ojos me detiene.

—No te alarmes, pero Azael Harrison viene directo hacia aquí.

¿Eh?

Abro mucho los ojos y enderezo mi espalda.

—Mierda, joder, joder, joder —murmuro, repitiendo las palabras una y otra vez mientras muevo la cabeza de un lado a otro, intentando encontrar una forma de escapar de la situación en la que me encuentro. —¿Estás segura de que es él? —le pregunto a Ava, buscando cualquier indicio de que esto no es real. Pero ella simplemente sonríe y alza la mano en señal de saludo, sin decir nada. La miro perpleja, preguntándome cómo puede estar tan tranquila. —Por favor, dime que no acabas de saludarle — le susurro, sintiendo mi corazón latir con fuerza en mi pecho.

—Cállate, te va a oír —añade ella en un susurro, sin mover demasiado sus labios.

Y, entonces, por instinto —un terrible e absurdo instinto— giro la cabeza sobre mi hombro lo justo y necesario para verlo. Él se acerca lentamente, mientras mi corazón late con fuerza. Mi piel se eriza con el recuerdo del sonido de su voz. Sus ojos, de un gris azul intenso, me hipnotizan y no puedo apartar la mirada. Lleva puesto un polo de color azul marino que hace juego con sus ojos y pantalones negros ajustados que resaltan su figura esbelta. Su cabello desordenado me hace rememorar lo suave que es al tacto.

Fascinación Where stories live. Discover now