Capítulo 3 «Ava y su vecino -que no es Chris Evans-»

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¡Hola, feliz inicio de semana!
Solo me paso por aquí para deciros que este capítulo no existía en la antigua versión, que está escrito desde cero. Así que, si estás releyendo, esto también será nuevo para ti. <3

Capítulo 3

«Ava y su vecino —que no es Chris Evans—»


—¡Tengo la solución! —exclama Ava dando una palmada entusiasmada y un brinco sobre el sofá, haciendo que sus rizos de color cobre boten. —O, mejor dicho, las soluciones.

Levanta el dedo índice y esboza una pequeña sonrisa.

—Miedo me das... —rio por lo bajo, incapaz de imaginar lo que está pasando por su cabeza.

—Primero. Con respecto a míster capullo...

—¿Cuál de ellos? Los dos lo son —la interrumpo, corrigiéndola, y ella rueda sus ojos color café.

—Hablo del que no es sexy —aclara, acercándose un poco más a mí en el sofá.

En eso podemos estar de acuerdo. Aunque Cristina claramente no.

—Le pagamos a un sicario para que lo haga desaparecer —susurra, exhibiendo su plan y una sonrisa malvada.

Suelto una carcajada, pero antes de que pueda decir cualquier cosa, añade: —Y, con respecto al capullo número dos, al sexy —guiña su ojo derecho —¿Qué tal si... te... lo... tiras?

Abro mucho los ojos y alzo ambas cejas, pero ni siquiera puedo sorprenderme, termino negando repetidas veces sin perder la diversión.

Ava es un soplo de aire fresco en mi vida. Lo sentí así la primera vez que la conocí hace dos años y ese sentimiento perdura hasta el día de hoy. Ella es enérgica, alocada y divertida. Es capaz de convertir un problema en un asunto del que reírse y es, sin duda, mi mejor amiga.

—Estás delirante...

—¡¿Qué?! No, claro que no. Piénsalo bien... Te deshaces de Blair, de las interminables horas extras y de tu sequía sexual. ¡Todo son ventajas!

—Si tu psicólogo escuchara nuestras conversaciones te mandaría directa a internar en un psiquiátrico.

—Vale, okay —alza las manos en señal de rendición. —Puede que me haya pasado con eso del sexo. Quizás no hace falta que te la meta, con un poco de sexo oral...

—¡Ava, qué es el hijo de mi jefe, tía! —digo entre risas.

—¿Y qué? Eres tú la que ha dicho que está buenísimo —se encoge de hombros. ¿En qué momento se me ha ocurrido decir eso delante de Ava? —¿Sabes? Yo siempre he querido follar con un superior en su despacho... encima del escritorio o sobre la impresora... —fantasea.

—Con tu suerte te fotocopiarías las tetas —bromeo, haciendo referencia a aquella vez en la que Ava trabajó en un bufete de abogados y decidió que era buena idea escanearse las tetas.

Quería dejar la fotocopia de sus pechos en el despacho de su compañero, con el que se llevaba mandando mensajes calientes cuatro o cinco días.

El problema vino en forma de despido cuando se equivocó de oficina y acabó dejando la fotocopia de sus tetas —que, por cierto, iba firmada con sus iniciales— entre los papeles de un señor de cincuenta y cinco años que la denunció a Recursos Humanos por acoso.

Estuve riéndome de ella durante semanas.

—¡Pues con tu suerte seguro que tienes una cámara grabándote!

Fascinación Where stories live. Discover now