Capítulo 6 «La cena»

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Advertencia: capítulo con escena +18

Capítulo 6

«La cena»

Hay un refrán español que dice: «Quien se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado». Y, ahora mismo, ese dicho tiene todo el sentido del mundo.

Salí del baño convencida de que le daría una oportunidad a Azael. Oportunidad que se traduce en cenar juntos y ver qué es lo que quiere con eso; hacia adónde quiere llegar. La falsa seguridad que me invadía mientras recorría los pocos metros de vuelta a la mesa, con Ava a mi lado, desapareció más pronto que tarde.

Y es que, amigas mías, el karma puede llegar a ser una gran hijo de puta. 

¿De qué otra forma se explica que, ahora que quiero su atención, Azael no me la de? Es irónico. Toda la semana huyendo de él y ahora mismo me siento como un maldito fantasma. 

Desde que volví de la charla motivadora con Ava he sido absolutamente inexistente para él. No exagero. 

Mis dientes chirrían y mi pie derecho rebota insistentemente sobre el suelo. 

¡Estoy segura de que ni siquiera ha notado que estoy sentada de nuevo a su lado!

Rubí ha acaparado toda su atención y el no parece ni un poco incómodo. 

Los observo de reojo mientras bebo de mi cerveza. No sé de qué están hablando o, más bien, de qué le está hablando. Pero sea lo que sea, debe ser interesante. Azael no aparta sus ojos de su dirección y parece... feliz. 

Jamás he visto a alguien hablar tan rápido. No creo que respire entre palabra y palabra. 

¿Cómo lo hace para no trabarse con su propia saliva? Quizás estamos ante un nuevo récord. La persona que más palabras es capaz de decir en un minuto.

—¿Y tú, Noemí, quieres que te pida otra? —se ofrece Aaron levantándose de la mesa con su copa vacía.

Mis ojos se dirigen a la botella de entre mis manos y sopeso mis opciones. 

Puedo quedarme aquí, esperando que el imbécil de mi lado me preste atención, fingiendo que las charlas con los demás me mantienen de buen humor. Pero no quiero terminar borracha y perder la poca dignidad que me queda. 

Por otro lado, puedo simplemente retirarme e irme a casa. Aún estoy a tiempo de hacerme unas palomitas y ver alguna película. Eso suena bien. Además, mi madre siempre ha dicho que una retirada a tiempo también es una victoria y, sin duda, creo que retirarme en este momento es la idea más sensata que ha pasado por mi cabeza en mucho tiempo. 

—No, no hace falta. Creo que me voy a ir ya —mis labios se estiran con una sonrisa forzada. 

La piel se me eriza de pronto y mi cerebro es más consciente que nunca del por qué. Parece ser que he dejado de ser invisible. Bien, pues ya no me interesa que me vea. 

—¡¿Qué?! —exclama Amanda, mirándome con los ojos abiertos de par en par —¡Pero si es tempranísimo!

No puedo negárselo. Está lejos de ser la hora en la que había planeado volver. 

—Sí, pero la jaqueca me está matando y si me quedo acabaré... —la mentira se me atraganta. ¿Acabaré qué? ¡Si nunca he tenido jaqueca!

—Acabará vomitando —termina Ava por mí, echándome una mano. 

Le dedico una mirada que espero sepa interpretar como un «gracias» y me levanto con lentitud de mi sitio a la vez que masajeo mis sienes. Soy pésima en el arte de la actuación. Debería pedirle a Blair que me dé clases. 

Fascinación Where stories live. Discover now