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P R E S A

13/febrero/1968

𝐸𝑙𝑙𝑎.

Lo sabía todo de ella.

Clarice. Su piel parecía ser de porcelana; su cuello blanquizco provocaba querer morderlo y succionar la sangre que corría por sus venas; sus cabellos rubios incitaban a jalanéarselo mientras me sumergía en ella una y otra vez.

—¿Estás siquiera poniendo atención? —cuestionó la fastidiosa amiga de Clarice.

—Lo hago —me límite a responder, de mala gana mientras ponía el codo en el asiento para recargar mi barbilla en la palma de mi mano y continuar viendo la obra.

El hombre que actuaba de vampiro agarró a la mujer por el cuello con ferocidad para fingir extraer la sangre de él. La joven simuló que la vida se le iba dando su último suspiro. Todos en la sala quedaron asombrados por su actuación. Dejaron de actuar e hicieron una reverencia para dar las gracias al público.

No esperé a que los demás se fueran y me levanté de mi asiento para dirigirme a la salida. Sentí a Clarice ir detrás de mí mientras Brigitte le gritaba que se detuviera.

—¡Clarice! Dejalo —pidió Brigitte, pero Clarice la ignoró.

Seguí caminando fuera del teatro mientras Clarice caminaba a paso rápido detrás de mí esperando a que me detuviera. Pero no lo iba a hacer hasta que estuviéramos lo suficiente lejos de Brigitte.

Siempre estaba ahí para arruinar mis planes con Clarice. Siempre que la quería matar de una vez para así poder extraer su exquisita sangre, Brigitte estaba ahí, arruinando el momento como de costumbre.

Pero Clarice era demaciado fácil de manipular a mi antojo, así que tarde o temprano ella ya no estaría más aquí.

Apenas puse un pie fuera del teatro el viento me pegó en el rostro y me digne a dar media vuelta para así poder ver a Clarice; a una Clarice agitada con las mejillas rojas por correr detrás de mí.

—Damien —exhaló mientras ponía las palmas de las manos en sus rodillas para tomar aire—. ¿Que crees que haces? —cuestionó, con el ceño fruncido por mi repentino cambio de actitud—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Pasa que era algo para que pudiéramos pasar tiempo tu y yo. Solos —aclaré.

—Y eso hicimos —respondió, con tanta inocencia que parecía no ser creíble—. ¿Lo dices por Brigitte?

Sonreí al ver que había entendido más rápido la situación de lo que esperaba.

Ella sonrió al instante. La estupidez de esta chica si que era sorprendente.

—No lo debiste de haber traído —demandé, borrando la sonrisa de mi rostro, ella hizo lo mismo. Su sonrisa se desvaneció mientras en sus ojos aguardaba la angustia y la intriga de mi comportamiento.

—Ella es mi amiga... —dijo, dejando las palabras al aire, intentado que la comprendiera, pero mi objetivo no era comprenderla. Ni a ella ni a nadie más.

Brigitte salió a paso calmado mientras me miraba con repulsión. Con ganas de asesinarme ahí mismo. No la culpaba, el sentimiento era mutuo.

No esperé a que Brigitte llegara a nosotros y di unos pasos hasta mi coche abarcado en la calle para subir a él.

Esperé unos segundos a qué Clarice hiciera lo mismo. Pero no lo hizo.

—¡¿Que esperas?! Súbete ya —exclamé, sin ninguna pizca de paciencia.

Presa[+18]Where stories live. Discover now