Despertando a los fantasmas

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Para quienes no pueden escapar de sus propios pueblos fantasmas, aquí les traigo Fórmulas para hacer que sus lectores den señales de vida y sean más activos.

¿Cuál es el gran secreto?

Las notas de autor al final de cada capítulo. Hablen para hacerlos hablar. Aunque algunos las ignoren descaradamente (como yo, qué pereza leerlas), otros las devoran con interés.

Al principio me daba miedo y vergüenza dejarlas. Creía que eso interrumpiría la lectura. Cuando me animé a intentarlo, pregunté a mis lectores si les molestaban. Me respondieron que les encantaría porque los hacía sentirse incluidos en la historia, demostraba mi interés por escuchar sus opiniones.

La realidad es que no sirve cualquier nota. Si tiene errores de ortografía, abuso de emojis o excesiva humildad («Sé que este libro está malísimo pero ojalá les guste»), o siempre es la misma frase, podría jugarles en contra.

He aquí algunas sugerencias de qué podrían escribir en las notas de autor al final de cada capítulo:


1. Hablando del propio pasado.

A las personas les encanta hablar de sí mismas, solo es cuestión de abrirles esa puerta. Elijan una escena cotidiana del capítulo y pregunten si les pasó algo parecido alguna vez.

Por ejemplo...

Recién descubrimos que la hermana de mi protagonista tiene sueños premonitorios. ¿Alguna vez han soñado algo que después ocurrió? Suelten la anécdota, me encantaría leerlos.

Los amigos terminaron perdidos en un festival del pueblo. ¿Han ido a un festival? ¡Cuenten cómo fue!

La protagonista le echa agua al shampoo porque no da el presupuesto para comprar uno nuevo. ¿Alguno ha usado esas técnicas universales? ¿Qué otras técnicas de pobreza conocen?


2. Contando tu (inexistente) vida amorosa:

Toda pregunta relacionada a nuestros (secos) horizontes románticos suele arrancar conversaciones con facilidad. ¿Quién no ha tenido que soportar a una amistad suspirando durante horas por su amor platónico?

Algunos ejemplos...

La pareja terminó huyendo por sus vidas de una horda de zombis hambrientos. ¿A quién elegirían para compartir un momento tan mágico?

El protagonista frío, intelectual, rey del autocontrol, empieza a tartamudear al ver que su corazón se acelera cuando la badgirl sonríe: ¿Tienen a alguien especial que descongela sus corazoncitos?

El mejor amigo enamorado la ayuda a cargar el oso de peluche gigante que la chica planea regalarle al badboy. ¿Qué es lo más ridículo que han hecho por amor o amistad?


3. Disparando teorías conspiratorias:

Esta es mi favorita porque nos ayuda como escritores a saber si sembramos bien las pistas. Pueden preguntar a los lectores si tienen alguna hipótesis sobre lo que le ocurrió a la víctima, quién es el sospechoso principal

¿Ya tienen un sospechoso favorito?

¿Qué creen que le pasó al protagonista?

¡Se abre la tanda de teorías salvajes!


4. A ver, las predicciones:

Esto funciona excelente si dejan a su personaje al borde de la muerte o en una situación difícil justo al final del capítulo. Pueden preguntar a los lectores qué creen que pasará a continuación, quién morirá, será torturado o se enamorará primero, cómo les gustaría que se resolviera todo.

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