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Narra Nerea
Estar entre sus brazos siempre se va a sentir como un hogar. Despertar junto a él, dormir juntos, hacer el amor, besarnos, hablar de temas banales...todo se siente tan bien. Pero es agridulce porque nos vamos hoy, hoy tomamos un avión y no quiero volver. No quiero enfrentar a mi padre y mucho menos quiero tener que luchar más. Quiero que todo sea tan fácil como lo es en esta cama, sin nadie intentando interponerse, sin nadie en contra. Nosotros ya hemos tenido suficiente, ya hemos hecho todo lo posible por mantenernos alejados pero estamos tan prendados el uno del otro que es imposible.
Me giro a verlo y no puedo evitar sonreír. Me dice loca pero él está sin camiseta, y en bóxer en el balcón. Es pronto, por la mañana, y veo que no soy la única que no ha podido pegar ojo al saber que volvemos a casa.
Me quedo observándole un rato, Esta fumando, se lleva el cigarro a la boca y está apoyado en la barra, debe de estar dando un espectáculo a la vecina y a todo el que pasa por la calle. Me levanto y no llevo apenas unas bragas, así que tomo del suelo la camiseta que llevaba Vinnie ayer cuando me llevó a dar una vuelta por la ciudad y a cenar.
Nos hemos quedado dos días, y hemos actuado como una pareja normal, y me gusta que no sea tan raro, que no sea forzado, que solo estemos relajados, felices disfrutando el uno del otro. A veces que todo sea fácil no está tan mal, la calma no lo está. Y me gusta porque ni siquiera sé qué vine buscando a Berlín, si desahogarme, hablar con él, intentar algo, o dar un final sincero a nuestra historia. Pero no esperaba que volviésemos al pueblo como pareja.
Me acerco sin que me note, y antes he conectado el bluetooth a los altavoces. Suena Daddy Issues y sonrió. Lo abrazo por detrás acariciando su torso,que está frío, y mis manos sin embargo calientes. Apoyo mi cabeza en su espalda no sin antes dejar un beso suave. Inhalo su olor, ya ni siquiera me importa actuar como la loca enamorada que estoy
—Podríamos quedarnos aquí a vivir, el alemán no se me da tan mal—Susurro y me hace sonreír aún más que mi aliento le haga cosquillas y como se le eriza la piel
—No te niego que me gustaría—se lleva el cigarro a la boca y da una calada—Pero siento decirte que eres tan mala hablando alemán, que debería ser ilegal
—No exageres—me río
Él se ríe también, apaga el cigarro contra la barandilla y se gira para mirarme. Toma mi cara entre sus manos. Me gusta como me mira, como me sonríe y me besa despacio, acariciando mis mejillas con sus manos frías y mi lengua con la suya. Nos separamos y apoyo mi frente contra la suya.
—De verdad me gustaría quedarme aquí—susurro.
—Lo se, rubita, lo sé—vuelve a besarme.
Cierro mis ojos fundiéndome en el beso que no es tan largo como me gustaría, me separa dejando un beso en mi frente.
—Pero hay que volver, no puedo tener una novia que en vez de preguntar dónde está el baño, le dice al camarero que le huele el sobaco a pescado—bromea recordando el ridiculo que hice anoche y comienza a reírse
