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Narra Nerea
Hace ya casi cinco meses que llegué a este pueblo de mierda, que solo me ha traído monotomia, inseguridades y una rutina desesperadamente abrumadora. Mis días pasan y no hay nada que me motive a levantarme por las mañanas, si, puede que suene un poco dramática, pero hoy ya hace dos semanas desde que Amelie me encaró al igual que Dixie, lo que significa también que llevo dos semanas sin amigas.
Mi rutina es una tortura, porque a donde sea que vaya, me persiguen sus miradas. Dixie ni siquiera me mira con odio o con rencor, simplemente no me mira, o finje no haberme visto. Sin embargo Amelie, clava sus ojos en mi, sin ningún tipo de piedad y no deja de aniquilarme con la mirada hasta que salgo de la cafetería. A pesar de que se este acercando el invierno, o que bueno, ya hayamos llegado, el tiempo no es tan horrible al ser un pueblo costero. Aún así, el clima no está como para almorzar fuera, y menos con la falda reglamentaria del uniforme, pero la parte de atrás del polideportivo se ha convertido en el lugar donde como por excelencia.
Esto ha hecho, que pasando mucho más tiempo sola, no deje de pasar tiempo fumando. Tomo una manzana, mis cascos y mi cajetilla de tabaco, y me dirijo a la parte de atrás del polideportivo, cuando termino las clases, me preparo para el entrenamiento. Lo que también es horrible. Amelie no deja de aprovechar cada oportunidad para intentar dejarme en ridículo delante de las demás, o para hacerme correr más tiempo, hacerme sentir insegura... Siempre crei que ella era de esas chicas populares que caían bien a todo el mundo porque eran amables con todo el mundo, pero estaba equivocada. Es una perra.
Me cabrea y me desespera tanto esta situación... Ni siquiera he visto a Nessa o a Vinnie desde hace una semana, y eso que pensé que eran las personas que me quedaban después de lo de las chicas, pero parece que ellos también me han tachado de la lista de personas a la que soportan en este pueblo y también me consideran una simple ricachona. Odio tanto cada centímetro de este sitio.
El viernes en la hora del recreo, me colocó mis cascos y urgo en mi bolsillo, para encontrar mi paquete de tabaco, perdiendo la vista y el cuidado ya que me chocó con un cuerpo duro. El paquete cae al suelo al igual que mis monedas y suelto un quejido. Me agachó a recogerlo.
—Perdón, te ayudo—susurra una voz agachandose a la vez que yo.
Levantó la mirada y veo a Chase, agachado recogiendo el dinero que se me ha caído. Sonrió apenada, le he evitado por dos semanas. No siquiera parece haberme visto y parece tan absorto y perdido en sus pensamientos que me da ternura. Nunca ha sido malo conmigo, siempre me ha hecho sentir bien, cómoda. Me he reído tanto con el... Pero no sé me ha ocurrido hablarle estas semanas horribles que he pasado porque tengo explicaciones que darle pero ni siquiera sé por dónde empezar.
—Tranquilo, Chase, no es tu culpa, yo iba distraida—le digo con suavidad tomando el dinero que me da.
Abre sus ojos sorprendido, creo que ambos íbamos despistados y no nos habíamos percatado de con quien hemos chocado. Pero acaba sonriendo y es lo único que necesito para abrazarle. Esa es la diferencia de el y el resto de las personas de este pueblo, que siempre me hacen sentir culpable por lo que soy y las decisiones que tomo, pero Chase me ds una sonrisa sincera cuando le he tratado como no se merece
