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—¿resaca?—me pregunta mi hermana Madison dejando un café frente a mi
—Gracias—le digo suspirando.
Doy un sorbo al café ardiendo que me ha preparado mi hermana y gimo de dolor de cabeza. Ayer me pasé bastante con el alcohol. Frotó mis sienes y mi hermana se sienta frente a mi, con una sonrisa.
—¿Quieres pastillas para la resaca?—pregunta divertida.
—Te lo agradecería mucho—respondo yo.
—Voy a por ellas, entonces—se levanta de la mesa.
Mis ojos se cierran con cansancio y apoyo mi cabeza en la encimera de la cocina, cierro mis ojos y apoyo mis manos para dormir, pero un golpe fuerte me hace abrirlos de golpe y un pinchazo atraviesa mi cabeza.
—¡a empezar el día con energía hermanita!—Quinton llega y arma un concierto de percusión en mi oreja.
Le empujó apartandolo de mi—Para—susurro porque gritar me daría aún más dolor de cabeza.
—Eso, para—le aparta mi hermana Addison apareciendo en la cocina—O haré el concierto de percusión en tu cara, con un cuchillo—le sonríe macabra mientras se acerca al cajón de los cubiertos y saca un cuchillo.
—¡ey no!—exclama Quinton asustado.
—Tranquilo... Que solo es para untar la mermelada—bufa Addison—rarito...—masculla por lo bajo.
Madison llega con una pastilla y le abrazo con fuerza, es esa típica hermana mayor que quieres, que te ayuda y que te da buenos consejos. Me tomo la pastilla y suspiro.
Mi madre entra por la cocina atandose la bata de seda negra mientras se recoge el pelo en una cola alta, por detrás mi padre le da una nalgads en el trasero haciendo que todos pongamos una mueca de asco.
—¡iughhh! Que asco—me quejo bebiendo de mi café.
—No delante de los niños, amor—mi madre aparta a mi padre con una risita y se acerca a mi—¿algo que contar?
Me levanto para irme pero mi madre se sienta a mi lado y en un par de segundos, estoy rodeada por toda mi familia, que me mira con atención. Bueno, mi padre me mira más con seriedad, es bastante sobreprotectos
—¿quien fue el idiota que—empieza mi padre, pero mi madre lo frena.
—¡shh Jaden!—lo calla mi madre—Es su intimidad...—le calla pero todos me miran con atención.
—Si os preguntáis si tengo novio, no, siento decepcionaros—niego y todos me miran mal.
—¿decepcionarme? Mi día no podía haber empezado mejor, cariño—bromea mi padre haciéndome rodar mis ojos.
