Capítulo 10: Nuevo despertar.

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Mis párpados pesan al abrirse, lentamente pestañeo hasta enfocar bien el lugar donde me encuentro

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Mis párpados pesan al abrirse, lentamente pestañeo hasta enfocar bien el lugar donde me encuentro.

Es una habitación de color gris, no entra luz puesto que las cortinas están cerradas. Dos muebles blancos, una televisión apagada; adornan el lugar. Dos puertas una debe ser el baño y la otra no tengo idea, la puerta de salida parece cerrada. Hay una mesita de Luz al lado de la cama en donde yacía  recostada, sobre esta se puede observar una lámpara y un reloj. Definitivamente ésta no es mi habitación.

Comienzo a asustarme porque no estoy en mi casa. ¿Dónde mierda estoy?

Con desespero traté de encontrar mi móvil para llamar a la policía pero no estaba por ningún lado.

De un salto salgo de la cama y fuí corriendo a la puerta de salida, como lo supuse, estaba cerrada con llave. Cambio mi opción y salgo corriendo a las ventanas pero éstas están selladas. Mierda. La puerta que suponía era la del baño, no me equivoqué; al entrar dentro me fijo en sus tonos de paredes blancas, está todo ordenado. Debo buscar un escape rápido.

Busqué una ventana o alguna salida pero por más que lo hacía no hallaba ninguna. Comencé a ponerme nerviosa por no poder encontrar nada. Me ponía ansiosa estar encerrada en un lugar tan pequeño y desconocido. Al menos mi ropa estaba intacta, tenía el pijama de anoche, una remera en color morado larga y un pantalón corto celeste, la campera ya no la traía puesta.

Al ver el espejo se me ocurrió algo. Me acerqué al objeto, saqué mi remera quedándome en sostén, la enrolle en mi mano derecha y di un fuerte puñetazo haciendo que el espejo se rompa en fragmentos pequeños.

De la nada escuché la cerradura de la puerta así que me coloqué rápidamente la remera y tomé un pedazo del espejo destrozado. Lo guardé en el bolsillo del pantalón, gracias a dios escogí uno que los tenía. Dios, él debía estar preso. Era un loco suelto.

Me tense al escuchar abrirse la puerta por completo y al escuchar la voz de el extraño. Retrocedí por inercia y me senté en silencio sobre la bañera, cerrando con cuidado la cortina. No quería verlo, no podía. No sabiendo que era la persona que menos pensé. Fui tan estúpida al caer de esa forma.
Quería irme de aquí, desaparecer, dejar Karsson cuanto antes.

—¿Dónde estás, pequeña? — Preguntó, escuché los pasos cada vez más cerca del cuarto de baño y eso me hizo tragar con dificultad.

Podía sentirlo, sus pasos, estaba dentro. Caminaba sigiloso hasta que cuando estaba a punto de abrir la cortina me dije a mi misma; vamos tu puedes, mujer. Me di ánimos.

Toda la valentía se fue al carajo al momento en el que destrozó la cortina del baño con fuerza. Nuestras miradas se cruzaron y ahí, al ver su rostro me di cuenta de que no podía hacerle daño alguno.

—Aquí estas...

Su voz, esa voz que escuché desde el día uno. Desde que me amenazó. Su rostro, ese rostro que me observó siempre, en la oscuridad y a la luz del día sin darme cuenta. Los labios, esos labios que había probado. Pero entonces al recordar ese beso me di cuenta de algo.

Karsson© ✓ |Borrador|Where stories live. Discover now