Capítulo 35

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"Creo recordar..." una voz me despierta pero no soy capaz de abrir los ojos "... que te dije que no volvieras a mi casa hasta que yo volviese."

Mis párpados se separan rápidamente para comprobar que no estoy alucinando. Efectivamente, Calum está de cuclillas delante de mí, me acerco más al borde de la cama -si eso es posible- y extiendo una mano para rozar su mejilla, aún no me creo que haya vuelto. 

"¿Vas a seguir ahí todo el día o te vienes a desayunar?" me dice con una sonrisa sarcástica.

"No grites tanto que tengo resaca" una carcajada brota de sus labios.

"Vamos" se levanta y me tiende la mano, le sigo arrastrando los pies y con los ojos entrecerrados hasta que agua fría cae sobre mí.

"¡La madre que te parió, Calum!"

"En su casa" presiona sus labios para no reírse. "Ahora quédate ahí un rato para despejarte mientras hago café."

Desaparece por la puerta del baño y me dejo resbalar hasta quedarme sentada en el el poco espacio que hay entre la pared y la mampara. Cuando decido que estoy a punto de morir de hipotermia cierro el agua y salgo, me quito toda la ropa mojada de encima y me seco. Me enrollo en una toalla y camino hasta la cocina. Calum está ocupado cocinando algo, está de espaldas a mí y se ha quitado la camiseta -bendito cielo-, me siento en una de las sillas altas y doy un sorbo al café, está muy cargado, mientras espero a que se dé cuenta de que estoy aquí. 

Poco tarda en darse la vuelta y caminar haca mí, saca el contenido de la sartén y lo deja en el plato que hay sobre la mesa -huevos fritos y bacon- vuelve a caminar hasta el lavaplatos y luego desanda su camino con las manos vacías. Atrapa mis labios y me dejo llevar después de tanto tiempo sin probar los suyos. Se separa un poco y me hace un gesto con la cabeza para que coma, llevo mi mano derecha al plato y cojo un trozo de bacon, él me mira con reproche y luego señala el tenedor que tengo al lado, me encojo de hombros y doy un mordisco, el sabor se expande por mis papilas gustativas, está jodidamente bueno.

Acabamos el desayuno entre risas y sarcasmos. Le cuento como me fue el día ayer y él me dice que quiere descansar un rato porque el vuelo le ha dejado agotado, será vago. Sé que es una escusa para no limpiar pero decido no rebatirle el juego y le dejo salirse con la suya por una vez. Juego con la espuma como una niña pequeña y cuando acabo y me giro él está apoyado en el marco de la puerta mirándome. Paso decidida por su lado intentando evitarlo pero sujeta la toalla que me cubre y tengo que pararme, con un ligero movimiento de muñeca la tela deja de cubrirme.

"Señorita Shepard, hace demasiado frío como para que usted se pasee por mi casa sin nada de ropa."

"Iba a vestirme ahora mismo, señor Hood."

Camino hasta la habitación y me pongo la primera camiseta de él que pillo y los jeans que me puse ayer, definitivamente tengo que ir al piso a por ropa para dejar aquí. 

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Me abre la puerta y me tiende la mano para ayudarme a bajar como todo un caballero. El restaurante está bastante tranquilo por el momento y él se dirige al camarero, cuando me dijo que celebraríamos mi divorcio como tenía que ser no me imaginaba algo tan... ostentoso. Seguimos al señor de traje hasta un reservado -Calum está loco- el hombre nos sirve vino blanco y nos tiende la carta antes de irse. 

No soy capaz de articula una sola palabra hasta que tenemos el aperitivo delante, y lo único que consigo decir es "estás demente", él me contesta que es algo que debemos celebrar y la cena discurre tranquila.

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Una de sus manos se desliza por mi espalda descubierta, no me ha dado tiempo ni a cerrar la puerta. Sus labios chocan con los míos y no tarda mucho en profundizar el beso, lo echaba de menos. Desliza la cremallera delantera de mi vestido y éste aterriza sobre el suelo. Sus manos toman lugar en mi cintura y me hace caminar hacia atrás, mis piernas chocan con el borde de la cama y acto seguido caigo sobre ésta. Sus dedos se enredan con los míos y es él esta vez quien ataca mi cuello, pero lo hace lento y empiezo a desesperarme.

La necesidad de algo más se extiende por mi interior, el anhelo hace que le dé la vuelta a la situación, me mira con una sonrisa torcida y mis manos recorren su torso hasta el principio de su pantalón, decido hacerle sufrir un rato y me pego a su cuerpo, atrapo su lóbulo izquierdo entre mis dientes y Calum suspira. No sé en qué momento me deshice de los tacones pero no me importa lo más mínimo, dos de sus dedos juegan con el broche de mi sujetador para soltarlo, los tirantes se deslizan por mis brazos y me alejo para dejarlo caer en la alfombra. 

Mis labios rozan su clavícula y bajan por su abdomen hasta tocar el borde de sus pantalones, los desabrocho y le miro mientras se los quito. En alguna parte del proceso mi espalda vuelve a tocar el colchón pero recupero el control rápidamente.

"Relájese señor Hood."

En cuanto pronuncio esas palabras me doy cuenta de que soy yo la que no puede esperar y poco tiempo pasa antes de que cualquier tela haya abandonado nuestros cuerpos.

64th Street [c.h.]Where stories live. Discover now