No pudo evitar morder sus labios con fuerza al cruzar miradas cargadas de lujuria con aquel hombre, quien, sin dejar de ejercer fuerza con su mano sobre su cadera, acercó sus labios al cuello del rizado, lamiendo un poco y mordisqueando la delicada piel de su cuello. - Creo que eres muy sexy, Harry. Y Harry supo entonces que había perdido.