En la España contrarreformista esta imagen tenía un peso fundamental y determinaba la consideración de la mujer como un ser inferior, incapaz de poseer convicciones firmes, incapaz de tener buen juicio y abocada por naturaleza al placer. No se podía confiar en ella. consideraban a la mujer como un ser extraño, imprevisible y peligroso al que convenía controlar. Hasta el día que ella decidió intentar algo por ella misma... Porque pensó que podía ser quien ella quería ser.