Empezaba a atardecer sobre la cubierta del Sunny cuando Sanji se sentó por primera vez en todo lo que iba de día. Se dejó caer sobre una de las sillas de la cocina agotado mientras aflojaba suavemente el nudo de su corbata. -¿Dónde...? -se preguntó al tiempo que palpaba el interior de su chaqueta en busca de un cigarro-. ¡No puede ser!