La vida para Okita Sougo había sido bastante monótona. Su vida y rutina era el Shinsengumi e intentar matar a Hijikata. Sólo cuando se encontraba con la china de la Yorozuya salía de esa aburrida monotonía y se divertía peleando con ella. Nunca había un ganador, los dos -a pesar de que ella era una Yato y que con dieciséis años era más fuerte- estaban a la par en habilidades. Se solían encontrar seguido, porque en muchas ocasiones las dos fuerzas se veían involucradas y también compartían el gusto por ir a casi los mismos lugares. Un día peleando con Kagura todo cambiará, cuando un sujeto igual a él se les interponga. Y el sujeto no es ni nada más ni nada menos que el Okita Sougo del manga, con ojos celestes y buscando arrebatarle a su rival. Al ojicarmín se le comenzarán a remover sentimientos que tenía bien guardados cuando vea que el ojiceleste le está quitando a la china con la que pelea y que esta parece más interesada en pasar más tiempo con ese Okita que con él.
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