𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚

By KryzizBonny

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Catrina, una adolescente de 15 años, se adentra en un parque abandonado encontrándose con un extraño que camb... More

Capítulo 0 - Detalles Desconcertantes
Capítulo 1 - Dulces Recuerdos
Capítulo 2 - Adiós
Capítulo 3 - La Morte
Capítulo 4 - Negligencia
Capítulo 5 - La Sombra Fúnebre
Capítulo 6 - Reflejo
Capítulo 7 - Mina
Capítulo 8 - Sangre Fresca
Capítulo 9 - La Douleur Exquise
Capítulo 10 - Fragilidad
Capítulo 12 - Moral
Capítulo 13 - Noche Inolvidable
Capítulo 14 - Encierro
Capítulo 15 - Confesiones
Capítulo 16 - Obediencia
Capítulo 17 - Secretos
Capítulo 18 - Dejarse ir
Capítulo 19 - Linaje
Capítulo 20 - Ojos Violetas
Capítulo 21 - Sol
Capítulo 22 - Heridas
Capítulo 23 - La Corte
Capítulo 24 - Rabia
Capítulo 25 - Té y Muñecas.
Capítulo 26 - Rescate
Capítulo 27 - Negociaciones
Capítulo 28 - Amor y Obsesión
Epílogo
Créditos

Capítulo 11 - Él

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By KryzizBonny

🦇 Antes de empezar: Además de la imagen de arriba, cada capítulo tiene un audio por si lo quieren escuchar al tiempo que leen. Solo hagan swipe izquierda en cada imagen y den play al video.

De inmediato algo la jaló, estrellándola contra el piso. Nunca se había roto nada, pero estuvo segura de que su cráneo tronó en ese momento.

Su hermano seguía vivo pese a estar muy lastimado, Catrina agradeció a lo que sea que la hubiera detenido. ¿Eran acaso los cazadores? ¿Era su fin? Tras ese encuentro, estaba en paz con la idea de morir si eso protegía a su madre y hermanos.

Vio entonces la casaca verde, ondear con el aire. Él le murmuró cosas a Tomás y a su madre, ellos asintieron. Jack levantó a Catrina del piso y después de correr a velocidad humana, cuando estuvo fuera de la vista, se movió como vampiro. Las luces de la calle se volvieron líneas, los sonidos aparecían y desaparecían en zumbidos, y de pronto sintió el golpe del impulso cuando se detuvieron.

—Gracias —dijo ella cuando pudo hablar de nuevo. Los ojos se le llenaron de lágrimas en cuanto su familia estuvo lejos de sus sentidos asesinos.

—¡No vuelvas a hacer eso! No te puedes volver a acercar a ellos. No somos vampiros normales, Catrina. Algunos dirían que ni siquiera somos vampiros... —le dijo Jack, pero a ella le costaba concentrarse, el cuerpo le estaba reparando el cráneo, mas hubo cierto daño momentáneo y al menos su oído y comprensión estaban afectados.
Sentía la mano de Jack alrededor de la suya y que la guiaba por un tipo de camino de árboles altos y pasto algo crecido, había un aroma fétido en el ambiente, como agua estancada. No tuvo mucho tiempo de pensar en dónde estaban cuando escuchó algo como un silbido tras ellos, era un sonido de metal fino rasgando el viento.

Los ojos de Jack se abrieron al doble y sin decir nada la lanzó lejos con fuerza. Catrina sintió elevarse en el aire y luego caer varios metros, pudo ver que iba a impactar contra un piso verde brillante cuando el piso cedió y sintió el agua rodearla.

Fue ahí que se dio cuenta dónde había caído.
Maldijo al vampiro. Era uno de los ríos de la ciudad, habían caminado en las orillas de Río Churubusco y ahora, después de haber sido lanzada, estaba dentro de este.
El río, así como muchas cosas en la metrópolis, había sido olvidado y llevado a los límites de la negligencia. La parte superior se sentía babosa, como una combinación entre alga y aceite, la rodeaban diversos tamaños de plástico, algunos filosos. No quería abrir los ojos. Quizá ni su vampirismo la salvaría de aquel cultivo de bacterias. Le sorprendía no haberse derretido ya. El olor jamás se le quitaría.

Escuchó golpes de metal a lo lejos. Algo los había atacado y si Jack la había quitado del camino, pretendía obedecer. Era suficiente por ese día y aunque quizá "su creador" le hizo un favor al evitar que se bebiera a su familia, aún no estaba fuera de su lista negra, es más, le daba igual lo que le pasara a Jack, ¡seguro se lo había buscado de todas formas! Continuó nadando bajo el agua varios metros hasta sentirse lejos y cuando lo estuvo sacó la nariz para absorber los aromas de la noche. Reconocía la zona por el rastro de olor a pan dulce. Sabía qué panadería era. Sabía dónde estaba.

Salió empapada, llena de residuos que no deseaba identificar.

Ugh... brillante noche. ¿Y ahora qué?

Caminó esperando secarse o encontrar alguna llave de agua o incluso una casa en venta donde infiltrarse para darse un baño. No quería ir a Mina's así mientras estuviera abierto a clientes, daría muy mala imagen. Dejó que sus pies la guiaran.

Oh, no.

Las rodillas le fallaron. ¡¿Por qué seguía sucediendo?! ¿Es que iba a intentar matar a cada una de sus conexiones mortales esa noche? ¿Era eso de lo que se trataba? ¿De hundirse más en la inhumanidad para darle paso libre a ese monstruo dentro de ella?

Se detuvo frente a una casa rojiza rodeada por arbustos y un árbol que llegaba al segundo piso. La conocía bien porque al caminar a la escuela pasaba por esa casa cada que podía.

Sin lograr detenerse, subió al árbol como una serpiente y vio a través de la ventana. El cuarto era un desastre; ropa tirada por cada rincón, pósteres casi despegados, tazas de café en cada estante. El dueño de aquel lugar descansaba en la cama bajo un montón de cobijas

Sus instintos demandaban obediencia, su mente se nublaba. Con cuidado, abrió la ventana corrediza y se lanzó dentro, solo que la misma fuerza con la que se impulsó le impidió el paso con un rebote y la aventó contra el árbol, ¿o se había lanzado ella misma?
No importó, pues se había estacado el estómago con una rama rota y ahora estaba colgada en el árbol. ¿Por qué sucedió eso? Fue una sensación como de presión en todo su cuerpo. ¿Era cierto entonces? ¿Aquello de no poder entrar a casas sin invitación?

Cuerpos colgaban de cadenas, unos labios rojos sonreían y una risa retumbaba en su mente.

Algo le abría los ojos y le apuntaba con una luz brillante. Catrina se cubrió de inmediato la cara, cayó de la cama y se levantó tropezando. Pudo ver dónde estaba, el pánico le echó a andar el corazón. Trató de encontrar a ciegas la ventana, pero era difícil con los nervios en su punto máximo.

—¡No puedo creerlo! ¿Catrina? —exclamó Israel abrazándola. Ella lo apartó de inmediato, no habría quien la detuviera si intentaba desgarrarle el cuello ahí, pero se arrepintió a los pocos segundos. Su tacto fue cálido y reconfortante. Su aroma era una mezcla de la colonia que usó en el día, detergente, pan dulce, pasta de dientes de menta y sangre cálida.

¡OH, NO! Ella debía oler terrible mas eso no era lo importante, también su vestido estaba rasgado, se cubrió para asegurarse que nada se saliera. Se quedó callada contribuyendo con un silencio momentáneo. Debía pensar rápido. Por su mente se paseaba la idea de nunca haberse acercado a la casa de Israel. ¿Qué saldría de su boca? ¿Sería ella misma o aquella personalidad monstruosa que le prohibía participar?

Él, por su parte, no decía nada, únicamente la miraba fascinado tratando de hacer una pregunta, ya que, al parecer, muchas le venían a la mente. Catrina se quedó observándole el rostro, los ojos, las manos, el cuerpo. Lo amaba de verdad. Sentía a su corazón latir y arder al mismo tiempo, sedienta de sangre. Estaban solos, por fin, y las mariposas le revoloteaban el estómago. Se sentía viva.

—¡Lo sabía, lo sabía todo! —dijo él

—¿Qué? —preguntó ella asustada y algo cohibida. ¿Acaso Israel sabía lo que ella sentía? ¿Cómo era posible?

—Tú sabes, no nos hagamos tontos —dijo él al tiempo que se sentaba en la cama y la invitaba a que lo acompañara.

Sus manos temblaron.

—¿Y qué... piensas sobre eso?

—¡Que es increíble! ¡Extraordinario! Lo supe desde que me enteré del lugar donde te encontraron. Lo confirmé al ver las marcas en el hospital —contó Israel señalando el cuello de Catrina—. No me queda duda ahora. ¡Mira esos colmillos!

—Oh, ¿tú hablas sobre ser esto?
Estaba decepcionada, el peso volvió a caer sobre ella. No podía negar que se había emocionado ante la idea de que él supiera su secreto, de saber qué sentía ella por él.

—¿De qué más? —cuestionó él con una sonrisa amable—. ¿Y cómo es, ya sabes, toda la experiencia?

Ella deseó tener algo impresionante que contar, algo que la hiciera ver como una chica valiente o intrépida, pero no tenía historias de ese tipo, todo lo que había sucedido incluso la avergonzaba.

—¿Qué pasa?

—Lo siento. No sé nada. No sé qué decirte.

—¿De verdad no sabes nada? Uno pensaría que Solange...

—Nunca le hice caso. Mi vista era terrible, no podía alcanzarla y estar al día con los libros, películas y series que veía, aunque te diré que mucho de lo que sí vi, leí y escuché me han resultado completamente inútiles. La extraño, me gustaría contactarla...

Israel pareció confundido unos momentos.

—No creo que sea buena idea —dijo él— Algunas personas pueden no tomar tu... cambio como algo bueno.

Su madre le vino a la mente.

—Tienes razón, es solo que necesito una guía.

—Eso se puede arreglar. ¡Yo sé mucho sobre el tema! —Israel fue hasta un estante de su cuarto, tomó un libro de portada azul y se lo dio a Catrina—. Empieza por este.

Ella lo abrió en una página, pudo ver varias ilustraciones de vampiros acompañados de un montón de relatos y teorías, pero no logró concentrarse en eso. Pese a todo el cambio en su vida, había algo que estaba casi segura, no había cambiado. ¿Por qué no simplemente se lo decía?

—¿Has podido beber sangre? ¿Cómo lo has sentido? —preguntó él.

Aquello la tomó por sorpresa. Aún recordaba el cuerpo del criminal con el torso destrozado internamente y la reciente situación con su hermano. Tan solo el efecto de tal maravillosa palabra "sangre" le llenaba la cabeza de imágenes sádicas y eróticas que le hacían sentir una culpa terrible.

—Lo siento, a veces no tengo tacto —se disculpó Israel, sentándose a su lado. Puedo ver que es difícil para ti. Sé que probablemente ya tuviste tu primera víctima. En los primeros años, es común que involucre la muerte de esta a menos que el vampiro sea muy disciplinado. Me aventuraría a adivinar que viste en su mente y quizá sientes culpa.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó ella sofocada.

—Muerte, capítulo 23 —indicó él, señalando el libro —. Son situaciones traumáticas para todos.

—Sea como sea, no quiero volver a morder a nadie. Algo... siento como si algo estuviera tomando control de mi cuerpo y mente —dijo al tiempo que bajaba la vista —. ¿Vale la pena vivir si ya no soy yo?

Hubo un silencio y ella se disculpó por aquel comentario. No lo quiso decir en voz alta.
Israel la miró extrañado. Pareció pensar una y otra vez en las palabras correctas a usar.

—No tengo idea de lo que estás pasando, lo sé, pero mi mejor consejo es que aceptes tu nueva vida. Ya no eres humana. Es natural, tienes un instinto asesino y de supervivencia ligados al... placer.

Ambos cruzaron una mirada.

—Debería regresar —expresó Catrina acercándose inquieta a la ventana.

—Solo si prometes volver a visitarme— dijo él tomando su mano. Catrina vio aquello extrañada, no quería atacarlo. Sí, pensaba en su sangre, pero pudo mantenerse en control y no lo destrozó al tacto. Una pequeña victoria en esa noche.

—Lo prometo —dijo ella sonriendo mientras salía por la ventana, Israel dejó ir su mano lentamente y se miraron unos segundos a los ojos.

Cuando al fin pisó el suelo y se distanció un poco, se puso a dar de brincos. Brincó desde la casa de Israel hasta más allá de la mitad del camino hacia el estudio de Mina.

Era tonto, pero no le importaba.

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