Capítulo 16 - Obediencia

694 184 38
                                    

🦇 Antes de empezar: Además de la imagen de arriba, cada capítulo tiene un audio por si lo quieren escuchar al tiempo que leen. Solo hagan swipe izquierda en cada imagen y den play al video.

Había pasado ya una hora y seguía deambulando arrastrando los pies

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había pasado ya una hora y seguía deambulando arrastrando los pies. Se quedó en silencio hasta que al fin pudo pronunciar algo con cierta amargura.

—No es justo.

—Bueno, eso tienen en común la vida y la muerte —dijo una voz que le pesó oír. Él caminó hacia ella.

—Déjame en paz, gracias por querer sacarme de ahí, en serio, pero en estos momentos no puedo lidiar contigo —amenazó Catrina.

—Pensé que por la forma en la que te prendías de mi pecho ya no existía hostilidad entre nosotros —dijo con una sonrisa—. Quizá me equivoqué.

Ella explotó.

—¡Por supuesto que te equivocaste! ¿Crees que olvido y perdono tan fácil? Estás muy mal. Estoy harta de todo. De ti, de ser lo que soy, de los malditos cazadores —suspiró—, de Israel...

—Así que es eso —dijo Jack interrumpiéndola y sonriendo—. Tu amigo mortal.

Catrina gruñó.

—Tienes sed, te comportas más irritable de lo normal. Estuve toda la noche observándolos, tal vez confundes ciertos sentimientos. Puedes haber estado enamorada de él cuando viva, pero ahora, ¿estás segura de no querer solo romperle el cuello?

—LARGO.

—Siento pena por ti, jamás has disfrutado propiamente de la sangre —dijo él con una sonrisa sádica—, aquella vez que te ausentaste, eso fue un placer mínimo.

—¡NO QUIERO SEGUIR ESCUCHÁNDOTE!

—Es común perder el control. Hay un punto en el cual la sed se apodera tanto de ti que te pierdes en ella. No solo te vuelves agresiva y sanguinaria por unos minutos, como fue tu caso. Tu cuerpo al considerarte inadecuada para alimentarlo mantiene tu mente fuera del juego por varios meses, incluso se pueden convertir en años, décadas... centenarios. Quizá ya lo has experimentado, como esa vez con tu familia. Sabes qué pasa, pero no puedes tomar control. Te conviertes en solo una espectadora.

Catrina se detuvo. ¿Acaso eso era señal de que el mundo ya no era lugar para ella? No podría tomar otra vida, prefería por mucho terminar con la propia.

—No es lo único que puedes hacer, cariño. Hay una solución a tu problema.

—No me digas así. ¡Largo!

—Bien, me voy. Diviértete entonces. Por cierto, ¿te has dado cuenta a dónde te diriges?

Catrina giró los ojos, pero de golpe comprendió que estaba a unas calles de la casa de sus padres. Sus pies la habían llevado de nuevo ahí. Se tapó la cara con las manos. Como si no hubiera sido ya suficiente vergüenza.

𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora