Capítulo 11 - Él

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De inmediato algo la jaló, estrellándola contra el piso. Nunca se había roto nada, pero estuvo segura de que su cráneo tronó en ese momento.

Su hermano seguía vivo pese a estar muy lastimado, Catrina agradeció a lo que sea que la hubiera detenido. ¿Eran acaso los cazadores? ¿Era su fin? Tras ese encuentro, estaba en paz con la idea de morir si eso protegía a su madre y hermanos.

Vio entonces la casaca verde, ondear con el aire. Él le murmuró cosas a Tomás y a su madre, ellos asintieron. Jack levantó a Catrina del piso y después de correr a velocidad humana, cuando estuvo fuera de la vista, se movió como vampiro. Las luces de la calle se volvieron líneas, los sonidos aparecían y desaparecían en zumbidos, y de pronto sintió el golpe del impulso cuando se detuvieron.

—Gracias —dijo ella cuando pudo hablar de nuevo. Los ojos se le llenaron de lágrimas en cuanto su familia estuvo lejos de sus sentidos asesinos.

—¡No vuelvas a hacer eso! No te puedes volver a acercar a ellos. No somos vampiros normales, Catrina. Algunos dirían que ni siquiera somos vampiros... —le dijo Jack, pero a ella le costaba concentrarse, el cuerpo le estaba reparando el cráneo, mas hubo cierto daño momentáneo y al menos su oído y comprensión estaban afectados.
Sentía la mano de Jack alrededor de la suya y que la guiaba por un tipo de camino de árboles altos y pasto algo crecido, había un aroma fétido en el ambiente, como agua estancada. No tuvo mucho tiempo de pensar en dónde estaban cuando escuchó algo como un silbido tras ellos, era un sonido de metal fino rasgando el viento.

Los ojos de Jack se abrieron al doble y sin decir nada la lanzó lejos con fuerza. Catrina sintió elevarse en el aire y luego caer varios metros, pudo ver que iba a impactar contra un piso verde brillante cuando el piso cedió y sintió el agua rodearla.

Fue ahí que se dio cuenta dónde había caído.
Maldijo al vampiro. Era uno de los ríos de la ciudad, habían caminado en las orillas de Río Churubusco y ahora, después de haber sido lanzada, estaba dentro de este.
El río, así como muchas cosas en la metrópolis, había sido olvidado y llevado a los límites de la negligencia. La parte superior se sentía babosa, como una combinación entre alga y aceite, la rodeaban diversos tamaños de plástico, algunos filosos. No quería abrir los ojos. Quizá ni su vampirismo la salvaría de aquel cultivo de bacterias. Le sorprendía no haberse derretido ya. El olor jamás se le quitaría.

Escuchó golpes de metal a lo lejos. Algo los había atacado y si Jack la había quitado del camino, pretendía obedecer. Era suficiente por ese día y aunque quizá "su creador" le hizo un favor al evitar que se bebiera a su familia, aún no estaba fuera de su lista negra, es más, le daba igual lo que le pasara a Jack, ¡seguro se lo había buscado de todas formas! Continuó nadando bajo el agua varios metros hasta sentirse lejos y cuando lo estuvo sacó la nariz para absorber los aromas de la noche. Reconocía la zona por el rastro de olor a pan dulce. Sabía qué panadería era. Sabía dónde estaba.

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