El día en que mi reloj retroc...

By Marluieth

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¿Qué harías si un día lograras regresar tu vida desde el principio? Helena Candiani pudo hacerlo. No sabe có... More

Prólogo
1. Lo que fuí
2. El veneno que no quise ver
3. El acabose
4. Cuando despierta una estrella
5. Mi comienzo
6. Una nueva vida
7. Charly
8. Déjà vu
9. Argelia
10. Lucha de egos
11. Contra corriente
12. Una deuda pendiente
13. San Valentín
14. Detonante
15. Adicciones y otras cosas
16. La historia de un riñón
17. El jardín de las pitayas
18. Una fiesta de niños
19. La casa del monje
20. Bajo una nueva luz
21. Zona Cero
22. Principio de doble efecto
23. Damasco Cortés
24. Indicios
25. Corvus
26. Carpe Noctem
27. Remembranza
28. Estigma
29. La serpiente del Edén
30. Las hermanas de la Merced
--•Espacio para fanarts•--
31. Bajo Juramento
32. No todos los caminos llevan a Roma
33. Una descarga y una verdad
34. El museo
35. Cuando las máscaras caen
36. Marbella Duchamps
37. Una fachada perfecta
38. El novenario luctuoso
39. Alyeska Bélanger
40. Puesta de Sol
41. Las cartas
42. El mensaje oculto
43. La hoguera y el pájaro
44. Planes y costumbres
45. "V" de Vendetta
46. Verónica Burdeos
47. La madre superiora
48. La pieza que faltaba
49. Lyoshevko Lacroix
50. El Coliseo de las Bestias
51. La marca y la lechuza
52. Suspensión Activa
53. La hora de las bestias, los espíritus y los malditos
54. Bailes que matan
55. La Resistencia
56. Libertad
57. La Máscara Tribal
58. La Permuta del Siglo
60. Resplandor
61. Hypnos I
61. Hypnos II
62. La prima hora I
62. La prima hora II
63. La Pastorela
64. El último cuervo blanco
65. EL día en que mi reloj retrocedió
꧁༒☬ Epílogo ☬༒꧂
❧Dudas y Curiosidades del Reloj❧

59. Herejía

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By Marluieth



"El tiempo no siempre le sonríe al gato. Su relación es extraña, por qué para existir necesita devorarlo.

Normalmente el gato se come momentos aleatorios de la historia, nadie lo nota nunca, porque es como si jamás hubieran estado ahí para empezar, así que no le faltan a nadie, y a los que pudieran faltarles, seguramente también habrán sido borrados, condenados a existir únicamente cuando el gato se acuerde de ellos...

Y ojalá la relación terminara ahí.

Pero al tiempo le gusta vengarse, con esas otras veces...

Cuando alguno de los seres más amados del gato simplemente se desploma a su lado y cae muerto.

¿A cuál de esos a los que solías llamar tus amigos mataste primero, Candiani?

Y si elegiste salvarlo, ¿A quien te comiste en su lugar para que siguiera respirando?

Son ese tipo de dudas las que a veces me mantienen despierto."

—Lyoshevko Lacroix




No me gusta el frío.

Mojarme.

Sentir que mis huesos crujen.

Y que mi sangre se espesa tanto que comienza a circular a una velocidad cada vez más y más lenta.

Los mecanismos supervivencia en situaciones de vida o muerte, pueden ser llegar a ser una cosa cruel...

Cuando la temperatura baja tanto, que comienza a provocar que tu cuerpo no funcione como debe, tu sistema nervioso manda la orden de sacrificar todo lo que no considere vital para que tu corazón siga palpitando y da pie a que comience ese doloroso proceso en el que te va amputando uno a uno los dedos de tus manos, tus orejas, la punta blanda de tu nariz, tus pies, y si lo considera necesario; no duda en deshacérsete de tus cuatro extremidades completas.

Porque lo más importante es que sobrevivas, cómo y en qué condiciones lo hagas, es algo qué pasa por completo a segundo plano.

Claro que, por amputar no me refiero a que se desprenden de pronto como sucede con las extremidades de las lagartijas, ni a que una guillotina gigante aparece frente a ti de pronto y comienza a rebanarte como si fueras un simple trozo de jamón... en realidad, es un método un poco más ortodoxo, más lento y mucho más metódico, pero no te atrevas a poner en duda su efectividad: Simplemente tu corazón deja de bombear sangre a esos sitios, y eso hace que su tejido se vaya muriendo poco a poco... hasta que llega un punto en que se parecen mucho más a un pedazo de cartón viejo que a cualquier cosa que alguna vez haya tenido vida.

Creo que si has llegado hasta este punto de mi historia, ya debes saber perfectamente que los que tenemos maná de naturaleza fría, le tememos al frío por sobre todas las cosas, porque resulta que eso que somos, tiene también el poder de destruirnos. Lo mismo pasa con los que tienen maná de naturaleza caliente, le temen al fuego, a las llamas, al calor. Y es por esa razón que tendemos a buscar un equilibrio: A un ser de maná opuesto que nos ayude a regularnos.

La atracción física como los seres humanos la conocen, no existe para nosotros.

Nos regimos principalmente por el maná.

Somos maná.

Y es por eso que jamás vamos a sentirnos atraídos o a enamorarnos de un ser humano; porque no lo tienen.

En realidad, es algo mucho más fácil de explicar de lo que parece.

Por ejemplo a un águila jamás van a despertarle nada las plumas de un pavo real, no importa cuán brillantes, coloridas o hermosas sean, no van a detonar su lívido (cosa muy diferente, si hablamos de detonar su hambre, porque entonces sí, funcionan a la perfección)

Por otro lado, los indefensos pececillos que habitan las profundidades marinas, siempre van a sentir ese magnetismo letal por la fluorescencia que emiten sus depredadores, y eso va a sentenciarlos: porque al final, fue diseñada justamente para eso; para ser una trampa perfecta de la naturaleza en la que siempre van a caer.

Y son estás reglas básicas las que mejor explican la relación que tenemos con los seres humanos.

Tan solo piensa en el efecto que los que son como yo, ejercen sobre las personas, toma como ejemplo aquellos videos de los que te hablé en el capítulo anterior.

Los que me dio la serpiente; Deimos.

Que no se te olvide: Nosotros somos esa luz que fue hecha para que jamás puedan alejarse, y los estamos cazando.

Lo hemos estado haciendo por siglos.

Y la historia siempre te ha hablado de nosotros aunque todavía no te has dado cuenta.

Pero no nos adelantemos a eso... no aún.

Ya no me queda mucho tiempo, pero hay algunas cosas que quiero que entiendas primero, porque si eres como yo; como nosotros, y estás despertando, seguramente te vas a sentir así de desorientado como yo me sentí al principio. Y estoy escribiendo esto justamente para que sepas todo lo que descubrí en mi despertar, y lo mucho que el mundo ha cambiado desde que nos escondimos.

Así que en esta ocasión voy platicarte un poco, de esa primera vez: La primera vez que me quedó mucho más claro el alcance que tiene el poder del gato y por qué incluso los de nuestra propia especie nos temen al punto de haber dejado que les cortaran las alas, las garras y los colmillos para tratar de erradicarnos.

Así que pon atención, porque cada elemento de este pequeño relato, es importante.

Hacia frío.

Hmm... eso no se me va a olvidar nunca.

Y mientras voy evocando el recuerdo hasta hacerlo completamente vívido, para narrártelo como si lo hubieras vivido también tú, lo puedo corroborar porque me veo a mí misma con ese abrigo puesto.

Claro... él Abrigo que resultó ser la primera pista tangible que tuve.

Tan diferente a aquellas docenas de focos rojos que siempre estuvieron ahí.

Y que no vi.

Al menos nunca a tiempo.

Ese abrigo llegó a mí una tarde lluviosa, desde tierras argentinas, me lo había mandado la señora Castillo; una mujer que mis padres habían conocido mientras viajaban por todo Latinoamérica. Se habían propuesto conocer todo su continente primero y sólo después de hacerlo , entonces sí: cruzar el charco.

Y un día que pintaba ser como cualquier otro, llegué de la escuela sólo para encontrarme con una enorme caja de cartón mojándose al lado del pórtico.

Así que con mi poderosa fuerza física de minion (y con mucha disposición) la metí a rastras; dejando mis pulmones en las escaleras.

Y una vez dentro... me encontré con un mensaje escrito sobre la caja, y que alcance a leer antes de que el agua terminara de deformar las letras:

"Hola Helenita, quizá no sepas de mí, pero yo ya siento que te re conozco, tus papás me hablaron tanto de vos que es como si fuéramos amigas. ¡La próxima vez venite vos también! Te quiere, Gaby Castillo."

Así que abrí la caja con la delicadeza que Diosito me había dado para esas cosas (la de un Tiranosaurio Rex), y me encontré con un abrigo grueso, étnico, en tonos de rosa bajito y forrado con peluche espeso de color miel en toda la parte de adentro.

Estaba hecho de piel de cordero; por dentro y por fuera, y no pude evitar relacionarlo al tipo de ropa que usaba la tribu de Pocahontas en las escenas de invierno de la película de Disney.

Lo amé.

Solo que en ese momento creí que nunca en la vida iba a usarlo porque, aunque aquí vaya que hacía frío, normalmente era un frío que se te quitaba con chamarras que te hicieran parecer una versión más de La Momia Michelin, pero este abrigo parecía más bien gritarle a los cuatro vientos que habíamos dejado de ser México y nos habíamos anexado a la hermana República de Alaska.

Así que lo guardé en las profundidades de mi closet, ese místico lugar en el que los monstruos tienen sus clubes nocturnos y hacen apuestas millonarias con las boronas de galletas, las pelusas, y los zapatos impares.

En fin...

El primer día que me lo puse fue un Lunes.

Un Lunes que bajé del coche de Damasco sin nada de ganas (común en todos mis Lunes), di tres pasos en dirección a las puertas de la escuela, y justo cuando estuve a punto de dar el cuarto, algo me hizo girar sobre mi propio eje en dirección contraria.

El corazón me latía en la garganta, con fuerza, dándome ganas de vomitar.

Mareándome al punto de verlo todo borroso, blancuzco, causándome reflujo.

Y todo los bellos de mis antebrazos y de mis piernas se habían erizado por completo, igual a como pasa con los gatos cuando se asustan, cuando se sienten amenizados, o cuando están a punto de atacar.

No te atrevas a entrar ahí.

Hoy no.

Me cubrí los oídos con las manos temblando, tambaleándome, y caí sobre mis rodillas.

La falta de sueño me estaba haciendo escuchar cosas.

Sí.

Eso debía ser...

"N-No voy a ir a la escuela hoy." —dejé que mi mochila cayera a un lado de mí—"Ahí está mi tarea de química por si alguno de ustedes no la hizo. Pueden hacerla pasar como si fuera suya".

Damasco se descolgó su mochila, la volvió a arrojar al interior del auto y se puso de cuclillas frente a mí.

Sus dedos helados rozaron mi mejilla, y volteé a ver al hombre hermoso y completamente desaliñado, que en vez de llevar la corbata como se debe, la traía vuelta una tira colgándole alrededor del cuello, y que tenía los ojos de un sol tan poderoso, que ardía mucho más aún en medio del invierno.

"Hey..." —ladeó la cabeza, moviendo sus dedos en forma circular sobre mi piel —"¿Me estás invitando a irme de pinta contigo?"

"Y-Yo... n-no es eso, y-yo..." —pero mi voz se atoró en mí garganta, raspándola.

Damasco me miró un par de segundos más y después se giró hacia Argelia:

"Vuelve al auto niña Vikingo. Hoy nos toca ser unos rebeldes sin causa " —le dijo, arrojándole mi mochila directo a la cara.

Pero ella tenía reflejos rápidos porque además de ser parte del equipo representativo de Básquetbol, también tenia talento natural para esas cosas, así que logró atraparla antes de que le diera de lleno en la cara.

"¡Uy! ¡Rebeldes sin causa! ¿A dónde vamos? ¿Me pongo el sweater como mascada para ocultar mi identidad y poder asaltar bancos como Daddy-Diosito manda? ¿O me enrosco la falda para no verme tan virginal en el antro?"

"Ajá. Porque seguramente la gente abre los antros a las 7:00 am de la mañana y dejan pasar enanas que parecen personajes salidos de Heidi la niña de las montañas: la gritona insoportable de las trenzas, y su amiga la esquimal obesa que no se quitó la pijama y además se puso un abrigo de apache encima" —se mofó —"Buen intento Vikingo, pero sí no te soporto sobria, no quiero ni imaginar como eres ebria. Solo nos vamos a ir a desayunar y a comprar porquerías"

"Ya desayuné..." —rebatió ella.

"¿Y? Todos sabemos que tu estómago es como un maldito agujero negro, y que si quisieras podrías desayunar 20 veces porque tienes una jodida hambre ancestral..."

"¿Ances-what?"

"Ancestral" —pronunció lentamente y me ayudó a ponerme de pie, sosteniéndome de los hombros —"¿Que el peso de tus horribles trenzas ya comenzó a alentarte la única neurona que tienes?"

"¿Me estás llamando tonta?"

"Te he estado llamando tonta de muchas formas diferentes desde que te conozco, ¿Apenas lo notaste?" —se mofó.

"Tarado" —Argelia abrió la puerta del coche —"Al menos yo no tengo mi cuarto decorado de marcianitos porque soy una persona hiiiiper madurísima"

"No. Pero lo tienes decorado de homosexuales follando, y déjame decirte que no es mejor en ningún sentido"

"Por lo menos los homosexuales hermosos sí existen, genio"

"¡Los aliens también!"

"¿Ah sí? Pues yo veo homosexuales guapos todos los días, tooodooo el tiempo, pero nunca jamás he visto ningún maldito alíen ¿Por qué será? Hmmm..."

"Porque no hay videos de aliens en Porn-Hub ni en You-Porn. Vikingo asesino de plantas"

"¡No solo veo You-porn y Porm-hub, estúpido!"

"Hentai Manga Punto Com, tampoco cuenta preciosa..."

Y así subimos al coche, para terminar minutos más tarde en el estacionamiento de un OXXO, después de haber prácticamente vaciado el local de chatarras, chocolates, refrescos, jugo, chicles, halls arcoíris y café.

Porque recuerda: éramos unos rebeldes sin causa.

¡Cada día un paso más cerca de la híper tensión arterial y la diabetes!

Argelia y Damasco siguieron en lo suyo; que sí el porno, que sí los aliens, que sí el porno de aliens...

Y una o dos veces quisieron saber qué pensaba...

Pero a mí me zumbaban tanto los oídos, que los ignoré por completo y decidí concentrarme en el calorcito que emitía el vaso de cartón, que contenía mi Expresso.

Ahh... delicioso...

Sí, sí...

Esto era justo lo que necesitábamos, Helena.

Que lastima que sólo compramos uno.

Aparté de golpe el vaso, derramando un poco de café hirviendo sobre mis manos.

De nuevo esa voz.

¿Por qué?

¿Y por qué las gotas que habían tocado mi piel, se habían convertido en pequeños cristales de hielo en lugar de quemarme?

Ni siquiera me había dolido...

No, no...

No.

Seguramente estaba viendo mal.

Todo se había sentido extrañamente mal el día de hoy.

Abrí y cerré los ojos un par de veces, porque había comenzado a desenfocar de nuevo.

Y luego los fijé directamente sobre la superficie de mi café.

Parecía como si hubiera comenzado a escarcharse... Como si estuviera formándose una ligera capa de hielo a gran velocidad.

¿Por qué?

¿Por qué?
Eso es muy obvio ¿No crees?

Me giré rápidamente, para pedirle a Damasco que me llevara a casa, que no me importaba si me regañaban por no haber ido a clases, que necesitaba dormir porque estaba comenzando a imaginar cosas.

Pero para mí enorme sorpresa, él ya no estaba ahí...

Ellos ya no estaban ahí...

El estacionamiento ya no estaba ahí...

Nada de lo que había estado ahí antes, estaba ahí...

Éramos yo y mi vaso de café congelado en un espacio interminable e inmensamente blanco.

Miré para todos lados en un intento por buscar una salida, un camino, un color, cualquier cosa... pero no había nada.

Nada.

Sólo ese blanco infinito y espeso que apenas y me dejaba ver la punta de mi nariz.

¿Qué demonios era este lugar?

Estaba helado.

Tan helado que parecía como si me hubieran encerrado dentro de una estructura de hielo gigante.

Y mi espalda ardía, dolía.

Y dolería más si no le hubiéramos robado el calor a ese vaso de café.

De nuevo la voz.

"¿Quién eres?" —pregunté.

Pero no contestó.

Suspiré resignada y me acomodé la bufanda alrededor de la cara, dejando únicamente mis ojos expuestos al ambiente helado, y comencé a caminar.

No sé por cuánto tiempo lo hice, pero me dolieron las rodillas.

Las piernas.

Las articulaciones.

Los dedos de los pies.

Los huesos...

Sí. Caminar sobre las líneas del tiempo cansa, duele, y te acaba... No es un viaje que puedan hacer todas las bestias.

Y eso nos hace especiales...

Somos las criaturas más especiales que existen, Helena.

Porque para nosotros no existen los límites.

Todo es posible.

Absolutamente todo.

"Tengo frío..." —musité más para mi misma, convencida de que no importaba que intentara dirigirme a la voz, no me iba a contestar. Solo hablaba cuando quería y cuando no quería se callaba.

Como un gato.

Pero para mí sorpresa, le siguió el hilo a la conversación:

Esa es la única cosa a la que nunca nos acostumbramos —respondió —A ese maldito frío.

Tragué saliva incómoda.

Intentando buscar alguna silueta o una cara entre todo el espesor.

Pero el resultado fue el mismo: nada.

"Tengo muchas preguntas..." —me atreví a decir finalmente.

Tengo algunas respuestas... Aunque no sé si tengan relación con las preguntas que quieres hacer.

"¿Por qué estoy aquí?"

Porque puedes estar aquí...

Porque podemos estar aquí...

Porque somos de aquí...

"No entiendo..."

Lo entenderás poco a poco... Que no se te olvide que puedes ver, puedes ver todo lo que quieras, pero ir más allá siempre va a tener un precio... Lo entiendes ¿Verdad?

En este lugar pagas con alguna de tus 7 vidas...

Aunque a nosotras ya sólo nos quedan 5...

Y antes de que pudiera responderle, se esfumó como una ventisca, lo sé porque me envolvió por completo antes de marcharse; acariciando rápidamente toda mi piel por debajo de mi ropa, y luego, fundiéndose con todo lo demás...

Genial.

¿Y ahora qué?

Pronto comenzó a formarse una especie de pared transparente frente a mí, pero en cuanto quise tocarla, me empujó sutilmente y emitió cierta iridiscencia.

Como diciendo: No.

¿Qué demonios era eso?

Lo intenté de nuevo obteniendo el mismo resultado.

Y antes de intentarlo por tercera vez: una imagen comenzó a formarse del otro lado...

Al principio distorsionada, borrosa, muy parecido a lo que logras percibir a través de un cristal empañado.

Pero poco a poco fue tomando forma, aclarándose.

Y lo que vi del otro lado, hizo que mis pies se clavaran en seco sobre el suelo de ese lugar.

Eran dos personas...

Dos niños.

Damasco y ...¿Marina?

Sí, esa sin lugar a dudas era Marina; la enfermera.

Me sentí extraña, pero de igual forma me quedé ahí.

Viéndolo todo a través de una ventana: una ventana entre dos mundos.

Entre dos tiempos.

Entre dos energías que nunca debieron colapsar.

Entre lo qué tal vez fue: el inicio de muchas cosas.

Ellos estaban sentados sobre la banqueta; ella con una rodilla lastimada y él, limpiándosela con lo que parecía ser agua oxigenada, isodine y un montón de gasas.

Las envolturas de todas esas cosas, yacían abiertas descuidadamente, y esparcidas alrededor de ellos.

"Te dije que dejarás de creer en esas cosas. Un diente no tiene el poder de cambiar nada, solo es un diente. Lo del hada de los dientes lo inventaron los adultos para que los niños no lloren cuando se les caen los dientes  y se quedan chimuelos. Lo mismo pasa con las cartas de Navidad. Santa Claus no va a cada casa a leerlas y después regresa con los regalos. Solo llega con los regalos sin haber leído nada. Así descubrí que no existe, y como no existe, yo ya no le pido nada..." —dijo él mientras empapaba una gasa con agua oxigenada. No debía tener más de 8 años. Y aún así, estaba cubierto de moretones y curitas.

Entonces recordé que su tío lo golpeaba.

¿Qué edad había tenido Damasco cuando su mamá había enfermado de Cancer y sus tíos habían comenzado a golpearlo?

"¿Eso va a arder mucho?" —preguntó ella, señalando la gasa.

"Hmm... Algo" —respondió él encogiéndose de hombros—"Pero no tanto como cuando tú abuelo te hizo esto"

"Entonces ¿Santa Claus no existe?"

"No" —acercó la gasa a la rodilla de ella —"Cierra los ojos. Descubrí que así duele menos"

Ella los cerró con fuerza y murmuró: —"Odio la sangre"

Él soltó una pequeña carcajada y le pasó la gasa sobre la rodilla, después usó una botella de garrafón que tenía ahí para limpiarle el exceso, la secó usando otra gasa y finalmente improvisó una especie de vendaje demasiado bien hecho como para un niño de su edad, le fue colocando tiras de micropor alrededor.

"¡Listo! ¿Puedes caminar?" —preguntó él, acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja.

"Eso creo..."

"Entonces entra... Sí no,te va a volver a pasar lo que te pasó por estar conmigo"

"¿Me quieres?" —se detuvo ella justo antes de abrir la puerta.

"Mucho"

"¿Me vas a querer siempre?"

"¿Tú que crees, tonta?"

Ella sonrió.

"Yo también te quiero, Dam"

Cerró la puerta y el se quedó viéndola por un rato y luego comenzó a caminar.

Se veía tan frágil.

Cojeaba de una de sus piernas y la característica cicatriz en su ceja derecha era una herida fresca, pero la sonrisa no se le borraba.

Y esos ojos... que desde tan jóvenes habían tenido esa fuerza.

El contraste que hacían con su piel canela, provocaba que se notaran de lejos

Pronto llegó a un cruce peatonal.

Y se distrajo mirando el cielo antes de cruzar, mientras se buscaba algo en el pantalón.

Una mandarina.

"¡Es genial irse a buscar a los mercados cuando levantan los puestos! ¡Siempre hay fruta!" —exclamó y comenzó a pelarla.

Hasta ahí todo bien.

Sí no fuera porque comenzó a caminar sin voltear a ver él camino, nada.

Su estómago rugía y sus dedos estaban pelando la mandarina de forma desesperada, rápida... y torpe.

Un auto se dejó ver, saliendo de una esquina.

Traía la música a todo lo que daba.

Y el claxon comenzó a sonar, pero Damasco no pudo moverse.

Sus músculos se tensaron.

La mandarina calló al suelo.

Y las llantas de la camioneta blanca con batea, comenzaron a rechinar contra el pavimento.

"¡Damasco! ¡Muévete! ¡Todavía te da tiempo! ¡Muévete, maldita sea!" —grité lo más fuerte que pude, pero él no podía escucharme.

La mandarina rodó hacia la llanta de la camioneta y la aplastó, embarrándola por completo sobre el asfalto.

¡Sí el no se movía iba a pasarle lo mismo!

Y ...no iba a hacerlo.

Sus ojos estaban inquietos pero su cuerpo no le respondía.

Y todo parecía ir en cámara lenta hacia un inevitable desastre.

Apreté los puños y caminé hacia la superficie densa e iridiscente que nos separaba, sintiendo como si cada fibra de mi cuerpo se estuviera desgarrando, pero no me importó.

¡No iba a dejar que atropellaran a Damasco!

Sólo un poco más...

Apreté los dientes y...atravesé la extraña burbuja que nos separaba dejando atrás el vaso de cartón que sonó en cuanto el bloque de hielo en que se había convertido mi cafe, impactó contra el suelo.

Y así como salí, lo prensé del cuello de la sudadera que traía puesta y lo jalé con todas mis fuerzas  hacia atrás hasta hacerlo caer de nalgas sobre la banqueta.

Y el conductor de la camioneta pasó pitando y gritando palabras obscenas.

"¡Ahggg!"

"Casi quedas igual a esa mandarina destripada" —lo reprendí—"Tienes que fijarte hacia los dos lados antes de cruzar la calle... ¿Qué nadie te enseña esas cosas en tu casa niño?"

Él se me quedó viendo con los ojos tan abiertos que parecía que se le iban a salir de las cuencas oculares.

Se quedó así por casi un minuto, y finalmente habló:

"¿Eres un alíen?"

"¿Qué?"

"Apareciste de la nada, estás usando ropa extraña, ocultas tu cara, usas mucha ropa para cubrirte del Sol y tienes los ojos más grandes que he visto en mi vida... ¿Eres un alíen verdad? ¡Y me salvaste!"

Eso me hizo reír.

Este pedazo de alcornoque definitivamente era Damasco, de eso no había duda.

Le extendí la mano para ayudarlo a levantarse.

"No. No soy un alíen... ¿Ves? Mis manos son exactamente iguales a las tuyas, ¿Y escuchaste lo que te dije? Porque en verdad sería muy triste morir aplastado a los... ¿Cuantos años tienes? ¿Siete? ¿Ocho?"

"Lo eres" —me dijo con un brillo extraño en sus ojos.

"Ya te dije que no. Pon atención a las cosas importantes"

"A mí no me engañas. Además un alíen nunca admitiría que es un alíen, pero te descubrí. Descubrí tu secreto señorita alíen" —dijo con orgullo, sacudiéndose el pantalón que llevaba puesto sin dejar de verme.

Me harté de que no me estuviera prestando atención y le jalé un cachete.

"Tengo que tener más cuidado a la hora de cruzar la calle. Repite eso niño tonto. Y repítelo tres veces que después de salvarte al menos tienes que obedecer una de mis órdenes, me lo debes..."

"¿De que planeta vienes?" —preguntó sin importarle qué lo estuviera zarandeando como un trapo.

"De la Luna"—se me ocurrió seguirle el juego —"Los aliéns tenemos un reino apache ahí. Justo en el centro de la cara que nunca ilumina el Sol. Así que nunca vas a poder verlo aunque te compres el mejor telescopio del mundo, pero no pongas en duda que existe"

"Genial"—sonrió y se le marcaron esos hoyuelos que siempre lograban derretirme de maneras diferentes —"¡Llévame!"

"Los niños tontos no nos sirven ahí, y menos los que se portan mal."

"¿Ehh? ¡Pero yo siempre me porto bien!"

"Eso es mentira. Te he estado observando para ver si eres candidato para visitar mi reino. Pero hoy me di cuenta de que andas haciendo que los niños dejen de escribir cartas en Navidad porque Santa Claus no existe y eso está muy mal"

"¡Pero no existe!"

"A ver... Sí yo existo ¿Por qué Santa Claus no puede existir?" —le jalé la nariz —"En el reino apache de la Luna, cada año hacemos que los arbolitos Navideños tengan una poderosa fuerza cósmica... ¿Sabias que sí los pones antes del primero de Diciembre, tú arbolito se vuelve una especie de portal, y tu carta también aparece en el arbolito de Santa Claus? ¿Increíble no?"

"¿En serio?"

"Sí"

"¡Quiero verlo!"

"No puedes. Hoy casi te mueres cruzando la calle ¿Para que quiero un niño tonto que no sabe cruzar la calle? Hoy te salvé de morir pero mañana podría aplastarte el camión de la basura. Así que no"

"¡Pero no siempre me pasa eso! ¡He cruzado bien la calle muchas veces!"

"Demuéstramelo"—le ordené—"Cruza hacia allá" —apunte con el dedo hacia el otro lado de la calle —"Si lo haces bien puedo considerar llevarte"

Se me quedó viendo y arqueó una ceja.

"No. No voy a hacerlo. Vas a desaparecer en cuanto deje de verte" —se cruzo de brazos.

"Claro que no. Voy a quedarme aquí y voy a esperarte. Esa es la prueba de fuego para poder llevarte a mi Reino. Tú decides si lo tomas o lo dejas. Hay miles de niños en el mundo dispuestos a aprovechar la oportunidad sin hacer tantas preguntas ¡Y yo estoy aquí perdiendo mi tiempo contigo! ¿Debería buscar a alguien más?"

"¿Prometes que no vas a irte?"

"Sí" —le contesté, pero todo el cuerpo había comenzado a dolerme, sobretodo la espalda, las marcas. Y mi cuerpo comenzó a palpitar. Sí no me iba pronto por donde había venido, estaba segura de que algo iba a pasarme —"Te dejo mi bufanda como garantía. Es una bufanda alienígena"

"¡Genial! ¿Pero como puedo saber que esta bufanda de verdad es alienígena? ¿Hace algo especial?"

"¿Ahora ya no me crees? Las bufandas en El Reino de la Luna son raras. Solo hay un gnomo alienígena que las hace. Y como me rompió dos veces la nariz, me hizo esa para compensarme... ¿Vas a cruzar o no?"

"¡Bien!" —accedió. Y le enrosque la bufanda alrededor del cuello rápidamente, girándolo sobre sus talones, para que no tuviera tiempo de verme a la cara.

Y en cuanto él empezó a caminar, yo retrocedí al sentir que líquido frío había comenzado a escurrirme de la nariz.

Sangre...

Sangre fría como el hielo.

Atravesé la pared de iridiscencia y me giré con rapidez.

La imagen había comenzado a distorsionarse pero aún podía escucharlo.

"¿Viste? !Me debes un viaje a la Luna!" —exclamó.

Y luego de unos segundos, finalmente añadió:

"Mentirosa"

Algo me hizo dar un salto sobre mí misma.

Y de repente, ya estaba de nuevo en el auto.

Sin mi bufanda, ni mi café...

Y con la nariz goteando.

Argelia y Damasco seguían discutiendo... como si no hubiera transcurrido absolutamente nada dé tiempo.

"¡Ya dime que cosa es él hambre ancestral!"

"Bien..." —Él se rió —"Se supone que las personas que en sus otras vidas pasaron mucha hambre, murieron de hambre, o algo así, no lo olvidan nunca. Digamos que es algo que se queda grabado en su energía. Entonces esas personas cuando reencarnan, no importa que nazcan en cuna de oro, así como un Vikingo horrible que conozco, y que nunca les haya faltado nada, cada que comen, no van a comer: van a tragar. Porque se les queda ese miedo de que la comida puede acabarse en cualquier momento. Y aunque estén llenos y no tengan nada de hambre, no importa, sí tú abres una bolsa de sabritas, cacahuates, o si les pones una hamburguesa, o cualquier cosa que puedan comerse cerca, se la van a comer con desesperación. Y cuando abren un paquete de dulces o lo que sea, no van a dejar de comer hasta que se lo hayan terminado. Ese es él hambre ancestral, es un hambre que ya traes en el alma y que nunca vas a poder controlar."

Argelia le arrojó un tenedor de plástico, impregnado en pastel, directo hacia la cabeza.

"¿Me estás diciendo que en todas mis otras vidas fui pobre, animal?"

"Heh. No sólo fuiste pobre: moriste de hambre. Hay una diferencia muy grande. Fuiste tan ponte que ni vendiendo tu alma te alcanzo para comprar cáscaras de papas"

"¡Helena! ¡Dile qu-" —pero se interrumpió a sí misma —"¡Oh por Dios! ¡Tú nariz!"

Me llevé la mano a la zona solo para sentirla completamente empapada.

Y Damasco se giró abruptamente a mí, tocándome la frente, las mejillas.

"¡Pásame un kleenex Vikingo!"

"¿Te sirve una servilleta!"

"¡Sirve lo que sea!"

Comenzó a limpiarme la cara, con desesperación.

Y le detuve la mano.

"Estoy bien. Yo puedo hacerlo" —le aseguré, murándolo a los ojos.

Él también fijo su mirada en los míos.

Su mueca estaba llena de preocupación.

"No quieras hacerte el adulto" —le acaricié la mejilla —"Si te estoy diciendo que estoy bien, es porque es verdad"

Dejo caer su cabeza sobre mi hombro.

"¿Me prometes que no va a pasarte nada?"

"Sí..."

Pero no sé movió de ahí.

"Manchaste todo tu abrigo. La sangre a veces no se quita ni con tintorería..."

"Que mal, porque me gusta mucho"

"¿De verdad? Pensé que lo odiabas..."

"No lo odio. Me gusta. Es raro pero la primera vez que lo vi sentí como si ya lo hubiera visto antes. En otra vida, o en un sueño... no sé. Hay cosas que a veces ves y esto te pasa: sientes como si ya las conocieras de algún lado"

Y en ese momento... todo mi mundo se sacudió.

Un gato.

Yo era un gato.

Un gato que podía saltar a través de las líneas del tiempo.

*****

Desperté como si me hubieran tirado del cuello de mi pijama y me hubieran jalado con fuerza hasta llevarme hacia el otro lado de la cama.

Mi cuerpo estaba agitado, como si me hubiera estado faltando el aire, o como si algo o alguien hubiera estado oprimiendo mis pulmones con fuerza, tratándolos como si no fueran más que un par de bolsas de papel a las que se les puede apretar con fuerza, hasta hacerlas casi desaparecer.

El sudor era habitual... pero no las cortadas.

Esas estaban esparcidas por cada parte de mi cuerpo, sangrando, frescas.

Voltee a mirar en dirección al espejo, pero no sólo lo confirmé... También había una nota ahí.

Una nota escrita con un labial color rojo cereza que nadie en mi casa usaba:

Mira los videos, Helena.

Recuperé algo para nosotras.

No lo eches a perder esta vez.

Te quiere. Alo C.

Me incorporé con trabajo, manchando las sábanas y me encontré con la video casetera de mi padre, conectada a su monitor.

Estaba prendida, parpadeando.

Y una parte de la película VHS, se asomaba en la entrada, como diciendo: Estoy lista para que me empujes dentro.

Me moví con inseguridad pero lo hice.

¿Qué otra cosa me quedaba?

El ventanal de mi balcón estaba abierto y las cortinas se movían.

Todo era tan tétrico.

Me senté sobre el suelo y jalé un extremo del edredón para cubrirme.

Bien...

Aquí vamos —pensé mientras empujaba el video hacia adentro y me preparaba para lo que vendría después.

Una silla apareció en la imagen.

Una silla que yo conocía muy bien, porque era la de mi tocador.

Y segundos más tarde, una figura que llevaba una especie de capa, apareció en la imagen y se sentó sobre la misma.

Y después de acomodarse un poco...

Bajó la capucha.

Y ahí estaba yo.

Bueno... no precisamente yo.

Una versión de mí distorsionada: con los ojos hendidos como dos cuencas negras, y la piel pálida como la de un fantasma... y cuando sonrió como si supiera la reacción que estaba teniendo en ese momento, le vi los colmillos.

¿Estás sorprendida, Helena? —hablo. Y de inmediato reconocí la misma voz que había estado escuchando dentro de mi cabeza, y en mis sueños, y también a veces en mis pesadillas, o cuando soñaba despierta —Apuesto a quien lo estás —Sonrió aún más.

Me sorprendí tocando con las yemas de mis dedos el monitor.

Sí, soy real. Pero no te preocupes, que no sufres de trastorno de doble personalidad ni nada parecido. Así que puedes respirar más tranquila sabiendo eso —añadió— Yo soy el gato que eligió tu cuerpo para refugiarse. Y ahora somos la misma persona... Bueno no, no todavía. Es un poco más complicado que eso, pero conforme el poder que está dentro de ti despierte, vas a poder entenderlo mejor.

Y a pesar de que no tenía ojos, sentí que a partir de este momento comenzó a verme con mucha más intensidad.

Primero que todo, voy a presentarme. Me llamo Alondra. Alondra Calles... o bueno, ese fue el primer nombre que tuvimos en nuestra primera vida. Pero cuando despertemos no existan ni Alondra ni Helena porque seremos la misma, Eso lo sabes, ¿Verdad?

Sí, lo sabía.

Bien... Estoy eligiendo comunicarme así contigo porque creo que esa es la mejor forma. He mantenido a ese pajarraco inepto lejos de nosotras, porque poco a poco soy más fuerte. Así que no te preocupes por él Helena. Ya no va a molestarte.

Era verdad, tenía tiempo que Cuervo no se aparecía por aquí.

Un ser tan patético como un Cuervo nunca va a ser rival para alguien como nosotros —rió.

Y entonces su tono de voz se tornó más serio.

Recuperé esto para nosotras... ¿Lo reconoces? —dijo mientras agitaba un montón de papeles frente a la cámara.

¿Qué sí los reconocía?

Yo misma los había robado hace algunos años, y luego, Garcés me los había quitado.

¿Como mierda hab-? —pero me interrumpió como si supiera exactamente lo que estaba pensando.

Por eso despertaste así. Esa lechuza no se alimenta pero es fuerte. Es mucho más fuerte de lo que había pensado. Casi nos mata...

Observé las cortadas.

Voy a quemar los documentos después de que los leas. Tienes que saber que no importa dónde los pongas, o que tan bien creas que los escondiste, los voy a encontrar de todas formas. Así que por la paz mental de ambas, más te vale dejarlos justo en donde los voy a dejar para ti ¿Esta bien? —y apuntó con el dedo, justo detrás de mí —Están debajo de la cama.

Y dicho eso se cortó el video.

Volviéndose de nuevo esa luz tétrica y parpadeante.

Mi cuerpo se sentía tan débil que tuve que gatear para tomarlos, pero lo hice.

Y en cuanto los leí, se me reveló un mundo.

¿Por qué casi todas las religiones antes de la católica, tenían siempre a Dioses con partes animales o que se transformaban en animales?

¿Y por qué tales Dioses siempre exigían sanguinarios sacrificios para ser complacidos y no desatar el caos?

¿Por qué se basaban en el miedo pero de todas formas las personas se aglomeraban alrededor de ellos como moscas, ofreciendo incluso sacar su propio corazón con tal de tenerlos contentos?

Porque en realidad no eran Dioses...

Nunca lo fueron.

Siempre fueron hermosos depredadores.

Y es por eso que cuando la santísima Iglesia católica única y verdadera, arremetió con fuerza contra todas esas creencias paganas, tratándolas como la personificación de Satanás misma, hizo tanto hincapié en el siguiente pasaje del Génesis:

"Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza [...] y creó Dios al hombre a su imagen y semejanza"

Y cualquier ser que no tuviera su imagen y semejanza lo consideró, diabólico, producto de la santería, del oscurantismo, una aberración que merecía ser reducida hasta sus cenizas en la hoguera.

Y entonces la religión milenaria de los egipcios; con sus gatos y sus serpientes sagradas, pasó a formar parte de lo prohibido. Algo que no tenía otra relevancia más que ser una historia más de la cultura general, y de todos esos relatos en que el hombre se sentenció adorando imágenes, desviándose del camino, cayendo en la tentación, en el pegado... En lo que necesitaba de un perdón y una penitencia; dándole así mucho más peso a la sotana larga y el templo forrado de cruces.

Y las sirenas y los tritones, y todos esos seres que podían transformarse en animales a su antojo como los Nahuales y las brujas, y los centauros, las ninfas, e incluso Shiva el Dios que tenía enroscada a la cobra alrededor del cuello, y el alado Horus que físicamente era justamente igual a Garuda, a pesar de ser venerados en distintas religiones que se encontraban a cientos de kilómetros entre sí, pasaron a ser considerados Demonios.

Tabú.

Herejía.

Una Herejía que ardió por siglos.

Empezando por nosotros... los gatos.

¿Nunca has pensado que el hecho de que todos esos Dioses páganos, y criaturas místicas y seres mágicos, o mitológicos, siempre estuvieran asociados a una apariencia animal o habilidad animal es de hecho, una coincidencia demasiado grande, considerando que fueron "inventados" en inmensas civilizaciones, que en aquel entonces, ni siquiera se conocían entre sí?

Me abracé a mi misma, solo para darme cuenta de que mis heridas habían desaparecido casi por completos, a pesar de que mi cuerpo aún se sentía débil, y lánguido, y temblaba.

Como pude comencé a acomodarlo todo; los aparatos para que fuera más fácil regresarlos a la oficina de mi padre, y
casi a la par de que apreté el botón para que el video saliera de la video casetera, un aleteo fuerte se escuchó justo afuera de mi balcón.

Y una silueta hizo juego de sombras.

"¿Quien está ahí?" —me incorporé, apoyándome de la orilla de la cama y un mueble.

Pero no hubo respuesta.

Nada.

Comencé a caminar, doliéndome todos los huesos del cuerpo.

Y en cuanto salí, me encontré a Garcés.

"¿Por qué no contestas? ¿Me estabas espiando?" —le pregunté aproximándome a él.

Estaba de espaldas.

"Vuelve adentro..." —ordenó. Su voz sonó ronca.

"¿Por qué?"

"Porque yo lo digo..."

Su ropa estaba rasgada.
Hecha tiras en algunas partes.

"¿Qué te pasó? ¿Necesitas algo?"

Pero no contestó.

Ni siquiera se giró.

"¿Qué haces aquí?" —insistí.

"Yo..." —comenzó—"No lo sé... Quería estar tranquilo y terminé aquí"

Me acerqué más y noté que su ropa estaba manchada de rojo en varias partes.

Sangre...

Eso era sangre, no había duda.

Y estaba fresca.

"¿Te duele?"

Sacudió la cabeza.

"No es mía" —respondió —"Yo... estoy bien"

Arrugué las cejas, tiré de su camisa y lo giré para que me viera de frente.

Su pecho estaba muy agitado, demasiado.

Y su camisa era un desastre mucho más aparatoso de frente; como si hubiera peleado contra una manada de bestias.

Y en su bonita cara, sobre la mejilla derecha, yacía un rasguño profundo que seguramente iba a dejar cicatriz.

Acaricié con los dedos su contorno; tibio como siempre.

Él se dejó...

Y cuando estuve a punto de bajar la mano, aprisionó mi muñeca con la suya, en un reflejo rápido.

"No" —pidió—"Quédate así más tiempo... por favor"

Yo también quería quedarme, así que asentí y lo hice.

Y pronto sentí sus manos deslizarse bajo mi espalda hasta para dar con mi cintura, y me atrajo hacia su pecho de golpe.

Mis rodillas cedieron la poca fuerza que les quedaba, y quedé únicamente sostenida por él, como una muñeca lánguida, vencida.

"Te extrañé..." —susurró —"Hoy te extrañé en la escuela" —afianzo su agarre haciéndome sentir diminuta—"No vuelvas a faltar nunca"

"Esa es una promesa que no puede cumplir nadie, ¿Que pasa si me enfermo? ¿Lo has pensado? ¿Qué tal si me enfermé hoy y por eso no fui a la escuela? Ni siquiera me lo has preguntado..."

"En la escuela hay una enfermería..."

"Eres un egoísta"

Rió un poco, de forma suave.

"¿Egoísta...?" —pronunció la palabra como si le supiera extraña, como si fuera un adjetivo que no estaba acostumbrado a escuchar, a que le dijeran —"Me gusta ser egoísta"

"Es obvio. A todos les gusta ser egoístas pero está mal"

"¿Ah, sí? Pues vas a tener que acostumbrarte a que sea siempre un egoísta contigo, estúpido moco"

"Me has hecho cosas peores que no pensar en mí salud así que no te preocupes, que es fácil acostumbrarse"

Volvió a reír.

Una risa inocente, como un niño que acaban de descubrir haciendo una travesura.

Y yo me quedé pensando en tantas cosas; en mí, en él, en lo que todo esto implicaba, y sin darme cuenta, acabé levantando la mirada buscando sus ojos verdes, para darle rienda suelta a uno de mis miedos más grandes:

"Oye Alan..." — musité.

"¿Hmm?"

Una pequeña ráfaga nos envolvió muy levemente.

"¿Tú crees que pase lo que pase vamos a seguir siendo amigos?"

"Ya te dije que tú y yo nunca hemos sido amigos."

El corazón se me encogió por completo.

No era una respuesta diferente.

Pero se sintió tan diferente a todas las otras veces, que acabe por enterrar mi cara entre su pecho, para que no pudiera ver esa sonrisa triste que me había agarrado con la guardia baja, y se había logrado dibujar en mis labios.

"Es verdad..."


*****

Seguimos haciendo obras como parte de la Suspensión Activa.

Y cada vez nos fueron quedando un poco mejor.

O tal vez fue que nos cánsanos de pelear, o que la cantidad de amenazas fue creciendo.

O que Damasco comenzó a ausentarse con conciertos y presentación z

Y Alan con los típicos compromisos sociales (que en vísperas de su entrada a la universidad) cada vez se fueron haciendo más y más frecuentes...

Aunque ahora estoy segura que la mayoría de esas ausencias, estuvieron completamente relacionadas con La Orden Castiello.

Y conmigo.

Con esa parte de mí de la que sabía muy poco...

Esa que cada día me iba deteriorando cada vez más y más rápido.

Bueno, no.

No a mí.

A la Helena humana.

Tal vez era que estábamos demasiado aturdidos, librando nuestras propias batallas internas, como para además, engrandecer aún más los problemas escolares que, de pronto, se habían vuelto insignificantes.

Y siendo la pastorela, el festival más importante del año.

No fue sorpresa que nos tocara a nosotros.

Aunque los papeles a interpretar sí que parecieron una especie de premonición. O una burla cruel: Con Verónica como la Virgen María.

Y Alan como el majestuoso arcángel de las alas doradas, que doblaba la rodilla, anunciando las buenas nuevas.

Y luego estaba yo, vestida de esa oveja que cada vez se alejaba más del rebaño, ignorando el llamado del preocupado pastor.

La oveja negra, le dicen.

Y al final cada rol encajó cuál rompecabezas con cada cual.

Sobretodo Alan, que para mí siempre se había visto como una especie de ser celestial y que de alguna forma lo era, aunque le hubieran arrancado las alas.

Pero con ese par de alas falsas tan bastas e inmensas, se veía irreal.

Y al mismo tiempo, más real de lo que jamás se había visto.

"¿Por qué a mí? ¿Que tengo yo de especial?" —preguntaba María, con ese clásico velo azul celeste que porta en casi todas las imágenes y las pinturas que la vanaglorian.

"Por qué el señor te ha elegido" —contestaba el ángel —"A ti María bendita entre todas las mujeres, con el alma pura y buena, has de cargar al hijo de Dios en tu vientre, y lo llamaras Jesús"

Y entonces una luz la iluminaba.

Y todo lo que podíamos hacer el resto de los que contemplábamos la sagrada escena, era bajo el hechizo de los cielos, que nos obligaba a doblar la rodilla.

¡Se ha anunciado la vendida del señor!

¡Gloria a Dios!

¡Gloria a Jesús!

¡Gloria al Espíritu Santo!

Entonces María le compartía las buenas nuevas a su prima Isabel. Una mujer de edad en avanzada que también se había embarazado por obra divina.

La mamá de San Juan Bautista.

El hombre capaz de bautizarlos a todos para que dejaran de ser simples criaturas de Dios, y pudieran ascender al cielo.

Pero únicamente aquellos que estaban hechos a su imagen y semejanza tenían derecho a ser bautizados.

E incluso los ángeles no eran más que mensajeros que siempre debían actuar en favor a los seres humanos.

La criatura favorita del señor.

Ya que, según las sagradas escrituras, eran los únicos que tenían alma.

Y mientras estaba ahí, interpretando a la oveja perdida y maldita, entre ángeles, y demonios, y pastores, y reyes que también eran magos... comencé a preguntarme si ¿En realidad todos esos milagros o manifestaciones celestiales que mantenían la fe de la gente tan viva como el primer día en que la Iglesia Católica se había hecho con la receta perfecta para estar en la cima del mundo, no eran más que otra elaborada puesta en escena?

¿Y si todas esas veces en que la gente juraba por el santísimo, que se la había aparecido una virgen, o un ser alado, o que el agua se había transformado en vino frente a sus ojos, no era más que esta especie de mafia forrada en oro, cruces, oraciones, y trajes santos, que no dudaba en tronar los dedos cada que necesitaba utilizar aquellos recursos tan bien ocultos de los ojos del mundo?

Esos, que con una orden y una joya encantada, actuaban como marionetas capaces incluso de aniquilarse a sí mismos, con tal de complacer a sus amos...

¿Y si la fe ciega de todos aquellos creyentes, estaba construida sobre espejismos y engaños?

¿Y si todas esas veces en que algunas figuras públicas, o poderosas, o demasiado influyentes, habían salido a hablar de haber encontrado la verdadera fe, o de haber encontrado el camino del señor, en realidad ni siquiera eran ellos?

¿Y si era alguien o algo más, que se había metido bajo su piel?

¿Y si a muchos de ellos los habían asesinado hace tiempo y los más poderosos solo estaban utilizando su cascarón?

¿Y si muchas situaciones que el mundo entero veía, no existían?

¿Y sí no eran más que un montón de ilusiones creadas por ese polvo de alas de mariposas que hacía que viéramos lo que ellos querían que viéramos?

¿En qué mundo estaba viviendo?

¿En qué mundo estábamos viviendo todos?

¿Qué parte era real?

¿Qué parte era sólo un espejismo?

¿Hace cuanto había comenzado este juego enfermo de poder?

¿Y de qué lado estaba Cuervo?

¿Y de qué lado estaba yo?

Y cuando el telón del ensayo de la pastorela se cerró, una descarga helada me recorrió el cuerpo entero...

Porque aunque se había terminado la obra, de alguna forma se sintió, como si todo hubiera comenzado.

Como si algo se hubiera roto.

Como si hubiera comenzado a correr a contra reloj.



Nota de Autor: ¡Holaaaaa! ¡Tenía mucho, mucho, mucho tiempo sin actualizar porque tuve una situación de salud algo delicado con un miembro muy importante de mi familia!

Pero ya estoy de regreso...

La última parte necesita pulirse para que quede mucho más clara. Pero estoy demasiado emocionada como para no subirlo así que, lo subiré ahorita y lo puliré mañana con calma.

Dedico este capítulo a Minaby7  que es
Mi mejor amiga dentro de la plataforma y a AloCalles , que comenzó siendo mi lectora, se volvió mi amiga y después de ganar un concurso en mi grupo de FB de lectores, ahora es un personaje más de mi historia.

Haré un par de concursos más en el grupo, así que sí desean participar, pueden unirse a él a través del enlace que está en mi perfil.

Besitos alienígenas 👽

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🚨🚨🚨🚨🚨🚨🚨🚨🚨🚨🚨 •Novela Totalmente Mía •No se aceptan Copias Ni Adaptaciones Amenos Que Tenga Mi Autorización © ⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺⏺ •Primera Tempo...