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Esta es la isla de los cuentos de hadas, una tierra mágica de príncipes y princesas, brujas y monstruos, donde los accidentes por sucesos extraños ocurren todo el tiempo, es entonces cuando la gente nos llama. Los Siete Intrépidos; grandes héroes de la isla de los cuentos de hadas, en especial yo, Merlín.
Pero todo cambió, el día que derrotamos a un dragón y salvamos a una princesa, creímos haber salvado una bruja así que la atacamos, pero... nos equivocamos. No era una bruja, era una princesa, no solo eso, era un hada también, ¿cómo íbamos a saberlo? Parecía una bruja, y todo el mundo sabe que una princesa no luce como una bruja, de todos modos, ella quería darnos una lección, así que nos lanzó una maldición, una muy horrible y desagradable que nos convertía en pequeños y feos monstruos verdes cada vez que la gente nos miraba, y la única manera de romper la maldición era recibiendo un beso de la mujer más hermosa de todo el mundo, esto tiene que ser una broma ¿Con está cara?!
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Ya había pasado más de un año desde que el Rey desapareció y también la princesa. No tenía idea de donde comenzar a buscar, tampoco es que la reina me dejase buscarla, ya que según ella "Esa princesita ya se la comieron los lobos"... espero y no sea así.
Las campanas comenzaron a sonar y pude ver como el árbol que Regina había hecho que crezca en el estudio del Rey Blanco, empezaba a dar su primer fruto, o bueno, frutos, dos manzanas.
— Oh, mira T/N —me llamó un osito mientras señalaba las frutas del árbol mágico—. Son muy rojas, ¿no lo crees?
Yo simplemente asentí y seguí limpiando, enseguida escuché como las cerraduras de la puerta eran abiertas, dando pasó a una Regina mucho más anciana que antes, no tarde en colocarme a un lado de los pequeños ositos de madera quienes al ver a la reina dejaron de hacer sus tareas de limpieza y comenzaron a saludarla.
— Oh, hola su majestad —habló la osita más grande con algo de temor.
— Buenos días señora —hablé al uniso con el osito más pequeño de los tres.
— Buenos días —concluyó el osito mediano.
Ella nos ignoró olímpicamente, sabía que tenía que ponerme a su lado, así que casi a tropezones camine hacía ella y me puse a su costado, como lo había hecho antes con los ositos.
— Árbol mágico, árbol mágico... —habló con decisión y deseo Regina— que el día de hoy tengas la bondad de cumplir con tu misión por mi voluntad.
En eso, aquellas manzanas del árbol se transformaron en unos bellos zapatos rojos.
— Dame los zapatos —dijo Regina mientras extendía sus manos a los mencionados antes—, de la juventud eterna y la infinita belleza —añadió, arrancando las zapatillas de las ramas.
Tras acabar con su discurso, se colocó los zapatos, los cuales la envolvieron en un humo rojo y empezaron a transformarla en lo que era antes, su cabello se tornó rojizo y sus arrugas desaparecieron y que decir de su cuerpo. Los ositos exclamaron sorprendidos por lo que sus ojitos de madera veían, aunque lo único que me incomodó fueron los sonidos que hacía la reina cuando empezó a cambiar, pero todo duró muy poco ya que volvió a su estado de antes, cuando los zapatos que eran de un rojo vivo, se volvían de un rojo casi llegando al negro, parecían podridos.
— Agh. ¡No otra vez!, ¿cuánto más debo esperar?! —gruñó molesta por otra vez fracasar con los zapatos fallidos de la juventud eterna—. Limpien todo esto. Y tú T/N, necesito que te quedes a vigilar, si es posible te quedas a dormir aquí.
Era gracioso ver como Regina fallaba en su plan de volver a ser la más hermosa del reino. Soltando un suspiro de fastidio tras escuchar sus últimas palabras antes de abandonar el lugar, me agaché a tomar la cabeza que accidentalmente ella había hecho caer con su capa de uno de los ositos, se la coloqué delicadamente.
— Aquí tienes —sonreí, aunque no pudiera ver mi sonrisa por el casco.
— Gracias T/N.
La noche había llegado y con ella las estrellas y la luna, era hermoso. Me la pasé la mayor parte de la noche a las afueras del lugar para poder apreciarlas mejor.
Las horas pasaron y tiritando por el frío que me brindaba la ahora madrugada, entre al estudio del Rey y pude ver que, por una ventana una soga era lanzada desde el otro lado de la pared y a continuación alguien se asomaba por la misma. Era Blanca nieves, me quedé por un momento en la puerta ya cerrada tras de mí, dudosa si acercarme a ella, ¿me reconocerá? Tal vez si me quito el casco. Ni siquiera me saqué el casco cuando vi como la princesa caía, aunque se incorporó en un dos por tres, solté un suspiro aliviado.
— Pensé que tendría que ayudarla princesa —solté sin más al ver como ella miraba ahora nerviosa y preocupada a su alrededor, buscando al dueño de la voz.
— ¿Q-quién eres? —preguntó nerviosa— m-muéstrate o no dudaré en-
—Tranquila Blanca nieves —respondí divertida por su actitud (aunque no era de dudar) a la vez que me posicionaba a un costado del árbol mágico y me quitaba el casco—. Saludos princesa.
Hice una exagerada reverencia hacia Blanca nieves, quien abrió su boca como intentando decir palabra alguna y me miró sorprendida. Seguido de correr hacía mí y abrazarme, le correspondí el gesto sin dudarlo.
— Pensé que ella también te había hecho algo, no sabes lo mucho que me tenías preocupada T/N. —dijo la castaña en un hilo de voz.
— Hey, tranquila princesa —acaricié su cabeza para consolarla y evitar que rompiese en llanto-, tú también me tenías preocupada.
Una hermosa risa escapó de sus labios a la vez que su semblante se relajaba seguido de golpear suavemente mi hombro. Pero ahora su atención fue dirigida al bello árbol junto a nosotras.
— ¿Eso no estaba aquí antes?, ¿que estará planeando ahora? —miró de arriba hacia abajo el árbol y luego a mí, como tratando de buscar respuestas, simplemente me encogí de hombros, no quería involucrarla en problemas.
— Por cierto, ¿qué hace aquí princesa? —ahora yo la miraba, buscando respuestas.
— Estoy buscando el diario de mi padre —miró por segunda vez a su alrededor— me ayudarías?
— Con gusto princesa —sonreí y me coloqué el casco.
Primero buscamos tras un gran mueble, al principio Blanca nieves quería pasar por el pequeño espacio entre la pared y este, pero por su contextura gruesa le fue imposible, aunque no le fue imposible mover el objeto que a simple vista lucía pesado, lo que me hizo mirarla sorprendida y sonreír de lado.
— Vaya que es fuerte princesa —ella negó divertida por mi comentario y abrió como una puerta el retrato de ella y su padre, dando lugar a un espacio secreto, donde claramente no había nada.
Caminé a paso lento hacía el escritorio del Rey y busque entre los cajones de ahí, a los pocos segundos pude escuchar como la puerta se empezaba a abrir, rápidamente le hice una señal a Blanca nieves para que se escondiera atrás del escritorio. Tras eso, pasó por la puerta uno de los ositos, quien me alumbró con su mini farol candelabro.
— Hey, hola —salude nerviosa.
— Hola T/N —me devolvió el saludo con alegría mientras alumbraba a su alrededor—, ¿qué haces?
— Ya sabes, vigilando...
— Mmm —voló en su escoba hasta la soga que Blanca nieves había utilizado para bajar— No vi esto antes...
— Oh, e-eso es mío —corrí y sujeté la cuerda-... ya sabes para poder cerrar la ventana más fácil.
— Claro —no le tomo importancia y se marchó volando, saliendo del lugar y cerrándose las puertas tras sí. Blanca nieves y yo soltamos un suspiro de alivio al mismo tiempo, lo que causó que riéramos levemente hasta que escuche su quejido.
— Está bien princesa? —me agache a su altura, bajo el escritorio—. ¿Está bien?
— Sí, si es solo que —miré lo que ella miraba y comprendí a lo que se refería—, es lo que estaba buscando
Y de aquel compartimiento secreto que ocultaba el escritorio del Rey Blanco, Blanca nieves sacó el cuaderno de su padre, lo que tanto estaba buscando, no tardo en abrir la portada roja y pasar las hojas a la vez que comenzaba a leer.
— "No puedo creer que mi hija querida ya haya cumplido 18 años, ojalá su madre pudiera ver la joven inteligente y hermosa en la que se ha convertido. Pero algo extraño ocurrió durante la fiesta, los guardias del castillo trajeron a una mujer llamada Regina, dijeron que era una bruja"
— Y tenían toda la razón esos guardias —interrumpí a la princesa, ella solo me regañó con la mirada por la interrupción y continuó con la lectura, seguido de pasar a otra hoja.
— "Pero era demasiado hermosa para ser una bruja. Decidí casarme con Regina, incluso le di la orden a uno de mis guardias en los que más confiaba que cuidara de ella, T/N es su nombre, le ordené que cuidara con su vida a la nueva reina.
— Todo parece ser tan perfecto, excepto por el espejo que trae a su lado, definitivamente hay algo que no anda bien.
— La gente alrededor del castillo ha empezado a desaparecer uno por uno, ¿será por ese espejo tan peculiar?
— Lo vi con mis propios ojos, Regina estaba hablando con un árbol, de seguro es una bruja. Debería enviar a Blanca nieves a un lugar más seguro.
Recuerdo a ver visto al Rey cuando se dio cuenta que Regina es una bruja...
— Hija querida, para cuando leas esto mi destino será incierto ella vendrá por mi ahora, solo Espero que encuentres a los 7 intrépidos y les pidas ayuda.
— Manzana, la más sospechosa de las frutas"
Cuando Blanca nieves terminó de leer, solté una exclamación de sorpresa, sabía todo eso, pero...
— Papá... —murmuró la princesa— ¿Qué pasó contigo?
— Vaya... eso fue —reí nerviosa— como si nos cayera un balde de agua, ¿no lo cree? —pregunté aún más nerviosa, notando que los rayos del sol ya se comenzaban a infiltrar por una ventana. Estaba amaneciendo y en cualquier momento Regina cruzará esas puertas y me matará no solo a mí, si no a Blanca nieves también por verla aquí... oh no, no, no puedo permitírselo, ¿pero que puedo hacer...?, ya se, necesito esconder a la princesa y-
Una nube de humo rojo cubrió todo el lugar, haciéndome toser un poco. Ay no...
— Pero que... —a lo lejos pude ver a Regina y a los ositos en la entrada estupefactos, la primera me observó furiosa por mi descuido y luego al voltear ambas a la princesa y notar que Blanca nieves traía las rojas zapatillas puestas, me miro aún más furiosa y gritó de la misma manera.
— Noo! ¡Mis zapatos! —gruñó, seguido de señalar a la castaña y dar una orden— ¡Atrápenla!
— ¡Cuidado! —corrí en dirección a la princesa y me lancé sobre ella antes de que una de las raíces que Regina había dirigido sobre ella, la lastimara. No tardamos en levantarnos y correr hacía otra dirección, pero los ositos venían volando en sus escobas con rumbo a la castaña, suerte que chocaron contra la rama que antes intentó lastimar a Blanca nieves, los ositos se desarmaron y regaron por todos lados.
— ¿Me prestas? —pregunte a la cabeza de la osita que cayó a mi lado, quien asintió sin oponerse. Es tan buena.
— Gracias —me subí a la escoba y extendí mi mano a la princesa, ella la tomó y se subió atrás de mí. La escoba no tardó en elevarse y volar por el lugar. No sabía manejar una escoja mágica, jamás pensé que era necesario, así que sin querer y por poco, choco con Regina. Ella nos miró llena de cólera una vez más antes de lanzarnos más raíces con la intención de alcanzarnos, pero la ventana por donde había entrado la ahora nueva princesa, seguía abierta, así que logramos escapar por ahí dejando atrás a una Regina furiosa... discúlpame Regina, ahora que encontré a Blanca nieves, no pienso abandonarla.
ll Editado 20/07/2021
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