Vecinas incontrolables | Supe...

By ChicadeOtroRollo

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Lena conoce a su nueva vecina, Kara. Desde el primer momento ambas chicas sabían que no se iban a llevar bien... More

Nota*
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Epílogo

Capítulo 37

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By ChicadeOtroRollo

Ayer, en la oficina de Lena, ambas vecinas no cruzaban la mirada en el resto del día, aunque la rubia sí que le seguía fastidiando con cerrarle la puerta en el ascensor en su cara al igual que esta mañana —un poco con rencor, la verdad, porque veía a Lena con prisas y quería joderla un poco—.

La rubia iba casualmente hacia el mismo camino que Lena se dirigía o al revés. Frunció el ceño, pues sabía que la pelinegra tenía chófer y estaba caminando. Sentía sus ojos en su nuca, como si fuera a abordarla en algún momento del viaje. Una esquina, otra y la siguiente; Lena seguía detrás suya. Incluso en el sentido contrario hacia Luthor Corp.

Cuando Lena estuvo a punto de alcanzar su brazo, dobló otra esquina y gruñó. Así que decidió correr tras ella dispuesta a hablar sobre lo sucedido, pero cuando dobló rápidamente la esquina, chocó con su cuerpo. Allí estaba Kara, con la frente arrugada. Y también Nia y Samantha. Casualmente se habían encontrado.

Caminando por la cera, Lena hablaba con Sam y Kara con Nia. Iba a ser una situación incómoda, ambas lo sabían, pero nadie tenía ni idea de lo que había pasado en aquella oficina. ¿Deberían fingir? ¿Cómo ambas sabían hacer? Sin previo aviso, Sam y Nia se dieron la vuelta y corrieron como si no se hubieran visto nunca, felices porque por fin había un reencuentro entre las cuatro y Kara y Lena se miraron a los ojos por encima del hombro de sus amigas.

—¡Vamos a por un café, chicas! —gritaron animadas, viendo como ambas todavía no habían dicho nada.

—¿Estáis bien? —preguntó esta vez Sam, adivinando el rostro de la CEO.

—Lena es imbécil —interrumpió Kara ya que sabía que su vecina no podía con esta situación. Vaya, qué sorpresa, la rubia siempre echándole un cable. No seas más tonta, Kara.

—¡Oye! —gruñó la pelinegra nada más escuchar esas palabras—, ¡deja de insultarme!

—Te recuerdo que me insultaste tú, doña presumida mimada —contestó Kara calmadamente haciendo reír a las presentes

—¡Porque eras tú la que me sacaba de quicio, hipster de pacotilla estirada! —contraatacó Lena cruzándose de brazos.

—Os adoro... —susurró Nia con una sonrisa y las dos dejaron de desafiarse con la mirada para mirar a la chica con el ceño fruncido—. ¡Echaba tanto esto de menos!

—¡Yo igual! —afirmó Sam cogiendo a ambas de sus cuellos y Nia también se unió al abrazo.

.

Terminaron pidiendo café en un sitio nuevo al que ninguna había ido. Sam y Nia se adelantaron y Kara cogió a Lena del hombro, rodeando su brazo por el cuello. La pelinegra casi le da un infarto, pero controló su corazón a la perfección. Su rostro se tornó a serio después de la sorpresa y confusión y preguntó:

—¿Qué haces?

—Mira, sé que tú y yo tuvimos una conversación ayer bastante acalorada y, aunque quiera tratarte como si no existieras, no puedo delante de ellas ni de nadie y sé que tú tampoco porque ni yo conté nada y tú tampoco; vamos que solo nuestras madres saben lo que realmente pasó. Así que tengamos un trato cordial. Cuando estemos a solas serás como si fueras invisible —soltó sin tapujos, intentando no sonar tan cruel, pero fue natural. Lena apretó los dientes, un poco dolida, pero para nada sorprendida; tenía sus razones y ella quería cambiar eso.

—Me estás tratando como si fuera un ex —susurró segundos después, no sabiendo muy bien que decir realmente porque no quería estar de acuerdo y tampoco iba a hablar del tema ahora.

—Pues serás como un ex —contestó Kara encogiendo los hombros.

—No hemos sido novias —se burló Lena y la rubia apretó el abrazo, acercando su boca a la oreja.

—Pero podría decir que hemos tenido un rollo, ¿no? Pues con un ex rollo me conformo.

Vaciló Kara haciendo que Lena tensara todo su cuerpo y la rubia se acercó; fue a depositar un beso en su mejilla en forma de burla, pero justo cuando iba a impactar sus labios con su piel, Lena se giró y besó sus labios. Ambas se quedaron mirando, viendo sus bocas unidas; un beso sin querer haciendo un choque electrizante.

Esto fue acción-reacción, ya sabéis. La pelinegra sí que le dio un besazo en su mejilla, pero con la palma de su mano. Hasta le ardió cuando terminó el impacto. Y no hablemos del golpe seco que se escuchó en toda la cafetería y todas las cabezas se giraron como la niña del exorcista, como si un foco de teatro las iluminase. Nia y Sam, por supuesto, se dieron la vuelta con los ojos muy abiertos al escuchar el bofeteo.

—¿Qué demonios... chicas? —preguntó la mejor amiga de Lena.

—Dios mío, lo siento, Ká... —corrió a socorrerle inmediatamente ignorando las miradas y los comentarios—. Ha sido un acto reflejo, de verdad... No lo he hecho adrede. Lo siento mucho —se disculpó nuevamente acariciándole el brazo.

¿Y por qué se estaba disculpando cuando Kara había sido una descarada? ¿No debería merecerlo por haber mencionado lo innombrable? No... si lo hacía, entonces sí que nunca hablarían las cosas y ambas querían enterrar bien el pasado y, por lo menos, ser amigas. Así que sinceramente se preocupó por su estado.

—No pasa nada, Len... Lo siento yo. Me he pasado... —se puso derecha, frotando su mejilla y masajeando el dolor para que se extendiera por todo el rostro.

Len. Solo ese apodo era música para sus oídos. Eso era algo, ¿no? Si no hubiera utilizado otro apodo o su nombre completo para demostrar que seguía y estaba enfadada, pero ella, como siempre se estaba disculpando. ¿Era un logro por decirlo de alguna manera? ¿Qué esa acción había tenido una reacción en ella?

Disculpándose con los presentes, se sentaron en una mesa las cuatro. Obviamente no hablaron del tema, simplemente Kara se disculpó porque le había sacado mucho de quicio y por eso recibió el manotazo; tampoco mentía. Nia contó rápidamente que se mudó junto a Querl a National City cuando ambos consiguieron trabajo; ella de periodista y él siendo una rata de laboratorio. Sam relató brevemente la suya, no teniendo ninguna emoción y la pelinegra alzó las cejas; ella mentía, pero todavía no iban a hablar de eso.

Lena no contó mucho sobre su vida puesto a qué realmente no tenía nada que contar. Solo resumió un poco esos siete años de distancia, aunque Kara se atrevió a decir cosas para ver la reacción de la pelinegra. El pretexto fue perfectamente la distancia, universidad y trabajo; Lena al ser una empollona sin vida y Kara al ser la chica que se encerraba para sacar por lo menos un cinco fue la excusa casi perfecta para que su relación se estancara.

Todavía ambas no se sinceraban del todo, omitiendo el verdadero detalle de la cual se separaron. Sin embargo, ni Sam ni Nia se lo creían, pero asintieron y, aunque sus amigas no eran idiotas y tenían curiosidad, decidieron dejarlo pasar hasta que estuvieran listas. Ahora mismo se alegraban por estar juntas cómo si nada.

—Nia, vamos al baño —Samantha cogió a la mujer de un tirón sin tener la oportunidad de contestar. Después de un silencio incómodo, Lena por fin habló:

—Sé que me dijiste que íbamos a tratarnos de manera cordial, pero no quiero eso —comenzó haciendo que Kara alzara la vista—. Y cuando te dije que no era el momento ni el lugar, de verdad que no lo era... Ni lo es... —se pausó psicoanalizando el comportamiento de Kara, pero se lo ponía difícil, mostrándose de manera neutral—. Realmente me gustaría hablar contigo, Kara —susurró sin mirar su rostro, poniendo las manos sobre su regazo y jugó con sus uñas—. Quiero que me des la oportunidad de contártelo todo porque realmente quiero volver a ser tu amiga, pero si después de eso, sigues con el mismo pensamiento, entonces aceptaré tu trato cordial. Pero necesito que cuando llegue el momento, me escuches.

—Hum... —sorbió un poco de su café y Lena apretó los labios—. ¿Amigas cómo antes? ¿Hasta podré meterme contigo?

—Kara, sabes perfectamente que, aunque te dijera que no, la parte de meterte conmigo, lo harías igualmente —comentó con una sonrisa apenada.

—No lo dejes para muy tarde.

—¿Eso quiere decir...?

—Que sí, pero porque realmente me gustaría saber el por qué y te daré tu tiempo, pero no hagas cómo si no hubiera pasado nada ni lo dejes hasta que nos muramos. Volveremos a ser amigas de verdad cuando lo hablemos —cedió mirando a Lena y finalmente sonrió con sinceridad. La pelinegra se encogió en su asiento, queriendo ganas de llorar; cómo es que fue tan imbécil de perder a una chica tan buena a pesar de ser una basta e idiota.

Kara de verdad quería ser una orgullosa, pero ser idiota y egoísta como Lena no se le daba bien. No es que la pelinegra fuese su debilidad —que también—, sino porque a Kara no le salía ser una mala persona ni intentándolo. Además, ¿qué iba a conseguir? ¿Calentarse la cabeza cada dos por tres? Ni hablar. Solo quería que Lena se diese cuenta y hablasen las cosas, fin. Puede que después de su explicación, ella también pudiera explicarse. Eso sí que haría que su espinita dejara que se le clavase.

.

Lena decidió darle tiempo para que todo se calmara, pero en cuanto supo que Diana iba a tener una cita con ella, intentó por todos los medios de que no lo hiciera; no quería que la rubia jugara con ella —por no decir que eso era una estúpida excusa; los celos se hicieron notar, pero Lena todavía no estaba lista para aceptar esos sentimientos—. Mientras tanto, estos días, Kara chateó con Diana hasta que llegó la cita. Y madre mía, qué cita...

.

—Sé que me dijiste que no querías hablar del tema, pero no consigo sacármelo de la cabeza porque ha sido tan... repentino. Realmente os veía como muy buenas amigas —tarareó Diana mirando de soslayo a Kara mientras la rubia encogía los hombros mirando a la carretera.

—Lena y yo nos llevábamos bien hasta que un día no. Fin de la historia —miró a la morena, claramente decepcionada con la respuesta y suspiró—. Sinceramente no quiero hablar del tema. Algún día te lo contaré, lo prometo, pero ahora no.

—Sí, lo sé... —apretó os labios poniendo los ojos en la carretera—. No todos los días te dicen por mensaje 'por cierto, no me preguntes sobre Lena Luthor y mi relación con ella, porque sinceramente no somos amigas, aunque parezca que sí'. Obviamente solo te lo he comentado por curiosidad, pero prometo no preguntar más —le recordó riendo, haciendo que Kara sacudiera la cabeza.

—Lo siento por eso, pero tenía que decírtelo... Más vale prevenir que curar.

—Disfrutemos de nuestra cena, ¿de acuerdo? —preguntó sonriente y Kara asintió.

No quería ilusionarse en que Diana sería la primera chica en que podría lograr sacar a Lena de su corazón, pero una chica tan espontánea, guapa, dulce y comprensiva no se veía todos los días y decidió darse una oportunidad. ¿Lo conseguirá? Pista: con Imra no salió muy bien, ¿eh? A ver si aprendes, Kara Danvers.

.

Al cruzar la puerta del restaurante, Kara olisqueó todo el lugar. Le había traído al mejor restaurante de shushi de National City. No era muy fan del pescado —que ironía—, pero le encantaban las gyozas y los filetes mojados en salsa agridulce.

Conversaron sobre trabajo. Diana era una empresaria dedicada exclusivamente a los avances tecnológicos. Conoció a la pelinegra hace casi dos años, justo cuando Lex abrió Luthor Corp en National City. Quería a Lena a su lado ya que había escuchado anteriormente el apellido Luthor y su prestigio. Fue toda una suerte y congeniaron tan bien cuando querían unir sus empresas para tener un mismo fin que se convirtieron en grandes amigas.

Kara escuchaba, pero hacía un poco de muecas porque no le apetecía mucho saber de Lena y Diana sabía que tenía que hablar de otra cosa diferente, así que decidió ir por el tema de su trabajo, estudios y un largo etcétera. Intentó contarlo con todo detalle, omitiendo a la pelinegra lo máximo posible. Y cuando pensaba que la noche iba genial, aparece ese cabello negro junto al hombre ya no tan misterioso.

—Oh, por Dios... —susurró Kara levantando la copa y tomando un sorbo.

Lena siempre hacía un análisis del sitio para no cruzarse con Kara: todos los años anteriores lo hacía. Pero esta vez, se quedó pillada al ver el panorama. Ella realmente no lo planeó, pero sucedió así. Le dijo expresamente a Diana que estaba cometiendo una locura, que la rubia se reiría de ella y podría hacerle daño, pero ya vio que no le hizo caso —omitiendo en que también estaba sintiendo celos—. Apretó los puños, viendo la sonrisa vacilante de su vecina y fue directa al grano.

—Ya tenemos sitio —cogió al chico de mala gana y Clark miró su reacción un poco sorprendido, pero riendo.

Los ojos azules observaron el taconeo de la chica de ojos verdes dirigiéndose hacia ambas. Ella pensó en que saludaría a Diana, pues era su amiga como había dicho ella y sería grosero no hacerlo. Pero lo que menos se imaginaba es que Lena cogiera dos sillas para sentarse junto a ellas.

—¡Hey! ¡Cuánto tiempo! —chilló Lena animadamente y sentándose al lado de Kara—. ¡Es una casualidad veros aquí!

—Vaya, pues sí, es una sorpresa —el chico frunció el ceño mirando de reojo a la pelinegra, sin saber muy bien si lo que decía era cierto.

—Sentaos, estáis invitados —alzó las manos Diana un poco molesta, pero Lena sonrió.

—Muchas gracias, compañera. Al menos alguien se alegra —comentó Lena mirando como Kara ponía la mano en su frente y se acariciaba.

Clark y Diana se miraron extrañados viendo como Kara se removía incómoda en su asiento, un poco atónita a lo que estaba viviendo. La morena iba a echarles, pero Clark cogió la carta y comenzó a conversar un poco haciendo que Diana suspirara. Él es el que menos tenía la cupa. Aprovechando en que la morena hablaba con Clark, se irguió hacia Lena.

—¿Qué coño pretendes? Pensaba que habíamos aclarado un poco el tema, pero no quiere decir que te metas a fondo en mi vida —susurró la rubia.

—Yo también me alegro de verte, vecinita —espetó Lena mirando la carta y Kara le cogió el brazo, casi chocando su cabeza con la suya.

—No estoy para juegos, Kieran. Pensé que quedó claro la última vez que conversamos.

—Y yo tampoco quiero que juegues con mis amigas como lo hiciste conmigo, Ká.

—Joder, y yo pensaba que iba a ir todo genial, pero eres muy pesada con ese temita.

Lena inmediatamente se acercó y le pellizcó el muslo. Kara intentó no gritar, cogiendo su mano enfadada. Se miraron como si hubiera un rayo electrizante entre sus ojos, pues ambas se estaban enfadando. Diana y Clark miraron la interacción de ambas, pero el chico continuó hablando como si no pasara nada; él sabía que su chica quería arreglar su amistad con la rubia —solo eso—.

—Sabes que... —comenzó la pelinegra, pero Kara se adelantó.

—Sí, que odias algunos de esos adjetivos —recordó la rubia de mala gana como en su último cumpleaños juntas—, pero te lo ganas.

—¿Chicas? —preguntó finalmente Diana y Clark hizo una mueca haciendo que ambas se giraran del susto.

—Lena me dijo que ya se iba.

—No es verdad —replicó la pelinegra de mala gana—. Solo le dije que hay restaurantes mejores que este, pero no me iba a ir a otro lugar.

—La verdad es que vuestra relación es muy rara —se sinceró Diana un poco harta de la situación. Se estaba sintiendo un poco incómoda—. Y no sé, me da la sensación de que vosotras... tenéis algo, pero negáis a hablar de ello.

—Si tú supieras... —murmuró Clark haciendo que la morena alzara las cejas y Lena golpeó la mesa, llamando su atención—. Es decir —balbuceó y carraspeó—, que ellas han sido amigas y ahora no, pero eso no quiere decir que sean enemigas. Solo se han distanciado, pero ya no volverá a ser como antes. Esas relaciones, ¿sabes?

—Creo que lo entiendo... —intentó Diana comprender, aunque realmente lo hizo para que dejaran de hablar del tema al ver como Kara sacudía la cabeza.

—Oh, por Dios... —susurraron las vecinas a la vez.

El silencio se instaló en la mesa. El único ruido que había era la voz de Clark y la del camarero. Lena sintió que su mano sudaba y se dio cuenta de que había permanecido agarrada a Kara durante todo este tiempo. Dios, qué viejos tiempos. La soltó con delicadeza sin decir nada, pero esta vez, la rubia sí que iba a decir algo.

—Diana, voy a pedir que nos lo pongan para llevar y terminamos en mi casa.

—No seas cría, Kara... —comentó Lena casi riendo, pero la rubia negó duramente—. Todos somos amig...

—Como lo digas —interrumpió de mala gana— te juro que esta vez quien desaparecerá seré yo. No quiero escucharte más en toda la noche. Eres amiga de Diana y lo respeto, pero tú y yo ahora mismo no somos nada y me incómoda esta situación —alzó la mano para coger a la morena que se la cogió con gusto—. Lo siento, Clark.

—Tranquila, realmente no tienes nada que disculparte —sujetó la mano de Lena con cariño—. Ha sido inoportuno, pero vamos a dejarlo como en una cámara oculta y que sea gracioso —bromeó haciendo que la rubia asintiera agradecida—. Hablaré con mi chica —se inclinó y besó sus labios, aun no siendo bien recibido.

Las punzadas fueron dolorosas en el pecho de Kara. No debería sentir celos, pero a quién quería engañar... Ella los sentía por la estúpida de su vecina, aunque dijo que la probabilidad de volver a enamorarse era nula —eso decía su cabeza, sabiendo que su corazón bombeaba diciéndolo que estaba a punto de volver a sentir todo aquello—. Ella simplemente asintió y se marcharon.

.

El sudor de su cuerpo empapaba la cama y la sacudida era totalmente ruidosa. Diana aceleró los movimientos de sus caderas, chocando su clítoris con el de Kara y sintiendo como todo estaba siendo resbaladizo y ardiente. La morena no aguantó más y llegó al orgasmo, arqueando hacia delante y buscando los labios de Kara.

—Voy a hacerte sentir bien... —susurró la morena dejando un último beso mientras la rubia asentía felizmente.

Diana bajó, salpicando besos por todo su cuerpo, mordiendo sus pezones y succionando su piel. Kara sentía escalofríos por todo el cuerpo y no podía aguantar más. Estaba demasiado cachonda como para aguantar los jueguecitos, así que acarició la cabeza de Diana e instó a que continuase hacia abajo. La morena no dudó en hacerle caso.

Su lengua cayó directamente a su clítoris mojado y palpablemente hinchado después de separar sus labios. Hizo movimientos rápidos haciendo que Kara suspirara. Ella se sentía descontrolada y Diana lo notó, así que su mano se deslizó desde su rodilla hacia su muslo hasta llegar a la entrada y penetró dos dedos sacando un gemido ronco de la garganta de la rubia.

—Oh, Dios mío... Más rápido... Estoy tan cerca... —suplicó Kara cogiendo su cabello y apretando su cabeza contra su clítoris.

La morena asintió y cambió el ritmo dando fuertes y rápidas embestidas mientras su lengua acompañaba en todo este baile. Los gemidos silenciosos se volvieron todo lo contrario, haciendo que Kara alzara su cadera y arqueara hacia su boca hasta llegar al orgasmo. Diana se detuvo lentamente mientras la rubia se desplomaba en su cama.

—Ha sido increíble... —susurró la rubia poniendo las manos en su cabeza.

—Todavía no entiendo como hemos acabado así... —tarareó Diana acariciando sus muslos mientras se tumbaba al lado de sus caderas y miraba la sonrisa de Kara.

—Porque soy irresistible, cariño.

—No me vengas con esas... Porque así no me vas a conquistar y hará que me arrepienta de esta decisión. Nunca me acuesto con alguien en la primera cita... —advirtió Diana, pensando en lo que le dijo Lena y preguntándose varias veces si tenía razón.

—Lo siento. Yo tampoco sé cómo hemos acabado así ya que tampoco soy una de esas chicas, pero yo sí que no me arrepiento de nada. Además, la irresistible eres tú, no yo, bonita —miró hacia abajo, extendiendo su sonrisa al ver el alivio reflejado en el rostro de la morena.

.

—¿Lena? —preguntó Clark nada más llegaron a casa de la pelinegra.

—¿Sí? —abrió la puerta y se quedó apoyada en el marco.

—¿Tú... has vuelto a sentir algo por esa chica?

El chico preguntó casi en un susurro, como si doliera escupir aquellas palabras, aunque realmente temía la respuesta. Lena se quedó mirándole con los ojos muy abiertos. ¿Se había dado cuenta antes que ella o qué? Lena pensó en que no, pero... ¿Por qué le costaba decirlo? ¿Cómo era posible? Miró como el rostro del hombre cambiaba a momentos; tenía que ser sincera, decirle algo... Pero justo cuando lo iba a decir, la puerta de al lado se abrió.

—¿Nos vemos mañana?

Esa voz. ¡Diana! Se confirmó cuando la chica salió de su apartamento. Miró el reloj que le había regalado su hermano de reojo. ¿Y estas horas? ¡Era demasiado tarde! ¿No tenían que trabajar al día siguiente?

—Dalo por hecho.

Y Kara también había salido. ¡Había salido para darle un beso en todo su morro! ¿Qué demonios ha pasado? ¿Tan rápido? ¿Qué diablos era todo esto? ¿Diana había pasado de sus advertencias? ¿Y desde cuándo en una primera cita? ¿Kara realmente le interesaba Diana o solo quería fastidiarla? Joder, esto sí que no se lo esperaba tan rápido.

—Buenas noches —susurró Diana y miró hacia un lado al notar presencia—. Oh, ¿acabáis de llegar?

—Sí, iba a dejar a Lena y ya me iba.

—Espero que hayáis disfrutado —comentó Kara con una sonrisa vacilante, aunque frunció el ceño un poco... ¿Entonces no vivían juntos? Qué pareja más rara...—. Nosotras al final sí que lo hemos hecho.

—Clark, en cuanto a tu pregunta, no. Jamás lo haría y ya entiendes por qué —contestó Lena de mala manera—. Y buenas noches a todos, mañana madrugo. Te quiero —se despidió del chico con un beso que recibió sorprendido.

—Wow... —susurró Clark anonadado, mirando como la puerta se cerró en su cara y Diana preguntó qué era lo que pasaba, preocupada por la reacción que había tomado la pelinegra—. Es la primera vez que me dice que me quiere...

Y entonces sí, es cuando el corazón de Kara se agrietó. Ella realmente se merecía ser feliz, pero ella quería ser feliz con una persona y esa no era Diana. Y no, esta vez no jugaría con nadie; le diría directamente a la morena lo que pasaba —y pasó—.

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