-Despierta Ally- susurró Austin en su oído mientras la zarandeaba suavemente.
-Ya voy, ya voy ¿que hora es?- preguntó ella aún somnolienta.
-Las 4 de la mañana.
Ally golpeó a su novio con la almohada en la cabeza, ¿cómo se le ocurría despertarla tan pronto? Ella era una persona dormilona por naturaleza y este tipo de bromas no le hacían nada de gracia.
-Despierta, tengo una sorpresa para ti.
De debajo de la cama salió un gruñido, Austin estaba a punto de darse por vencido cuando una idea le llegó a la mente mientras una sonrisa pícara se dibujaba en su boca.
Cogió a su novia por la cintura y se la colgó al hombro como si de un saco de patatas se tratase.
-No grites o todos se despertarán- dijo él riendo maliciosamente.
Cargó con ella hasta el baño donde de nuevo se metieron en la ducha, esta vez con pijama y todo. Ally con los ojos cerrados no podía imaginar la que se le venía encima.
-Voy a contar hasta tres para que te despiertes, uno... dos... ¡y tres!- exclamó mientras accionaba la manilla de la ducha y una lluvia helada los rociaba a los dos.
-¡Te voy a matar Austin Monica Moon!- gritó Ally mientras intentaba escapar del abrazo de su novio.
Este no podía parar de reírse y abrazó a la chica contra él, empezó a hacerle cosquillas mientras le daba pequeños besos en el cuello, cosa que sabía que era la debilidad de Ally.
No habían pasado ni dos minutos cuando ella se rindió y ofreció su boca para que le diera un beso largo y apasionado. Sus labios se juntaban como movidos por una corriente eléctrica, sus pijamas ahora empapados se les pegaban al cuerpo y al rodearle la cintura con las piernas Ally notó que su novio tenía ganas de sexo mañanero y empezó a quitarle la camiseta mientras él pensaba que su sorpresa podía esperar.
•••
La calle estaba desierta, las farolas apagadas y aún faltaba media hora para que amaneciese y Ally, que había quedado allí abajo con su chico no podía dejar de mirar a todos lados visiblemente nerviosa.
Empezó a tocarse el bajo del vestido nerviosa, ¿dónde demonios estaba Austin? Escuchó el sonido de una moto a lo lejos y su sexto sentido para detectar el peligro se activó, al mismo tiempo que su corazón martilleaba descontrolado.
Rezó para que la moto tomase otra calle, pero la luz se acercaba más y más a ella hasta que se paró a su lado. Paralizada su mente le decía que corriese o gritase, pero sus piernas no respondían y el resplandor del faro la había cegado por completo. El miedo nunca la había dejado actuar, pero esta vez sentía que debía hacer algo para salvar su vida.
-¿Subes guapa?- dijo el conductor del vehículo mientras se quitaba el casco.
-¡Austin! ¡Me habías asustado! ¿De dónde has sacado esto?
-Se la he alquilado al botones del hotel a cambio de dos entradas para esta noche, ¿a que es genial?
Ally vio como la moto que tanto la había asustado antes era una preciosa Vespa de color rojo cereza, Austin le tendió el casco, ella se lo abrochó y se sentó detrás de él mientras se agarraba fuerte a su cintura.
Al mismo tiempo que el sol empezaba a abrirse paso entre las calles de Roma, la joven pareja huía de sus responsabilidades, ya sufrirían en enfado de Trish más tarde.
La primera parada fue el Coliseo, aún no se habían abierto las taquillas y las únicas personas que se veían por la calle eran trabajadores que iban de un lado para otro. Austin consiguió convencer a uno de los vigilantes de que los dejarán entrar; la carisma de ese chico era increíble, podía conseguir cualquier cosa con una sonrisa.
-Esto es increíble Austin- dijo ella maravillada.
Sin lugar a dudas Roma era una ciudad que se disfruta mejor al amanecer y al atardecer, cuando todo está teñido de dorado y puedes sentir ese viaje en el tiempo al pasear entre las ruinas. Ally cerró los ojos y se imaginó las gradas llenas, los vítores de la gente y el olor a sudor y sangre.
-¿Entonces me das un pulgar arriba?- dijo Austin, haciendo referencia a la forma en la que el emperador podía salvar a los gladiadores de la muerte.
Ella rió, no podía hacer otra cosa cuando estaba con él, en ocasiones hasta le dolían las mejillas de tanto sonreír.
Dieron un paseo por las ruinas hasta que el guardia vino a disculparse, en menos de media hora terminaba su turno, su compañero no iba a tardar en llegar y si descubrían que había colado a alguien sería despedido fulminantemente. Ambos le dieron las gracias, le firmaron un autógrafo para su sobrina y salieron por la misma puerta lateral por la que habían entrado.
-¿No tienes hambre?- preguntó Austin de repente.
-Un poco, ¿vamos a desayunar?
El chico asintió y se pusieron a buscar alguna cafetería donde pudieran comer tranquilamente.
Momentos después ambos tenían un capuccino humeante delante suya, Austin había decidido acompañarlo, como no, de unas tortitas y Ally, que quería probar todos los dulces italianos que había eligió unos cannoli.
•••
-¡Despierta idiota!
-¿Qué ocurre?- preguntó el pelirrojo mientras Trish le sacudía bruscamente.
-¡Se han escapado! No me lo puedo creer, sabían que hoy teníamos un horario cerrado y se han escapado.
-Espera, solo tenemos que llamar por teléfono- Dez cogió su móvil y marcó el número de Austin.
Last summer we met
We started as friends
I can't tell you how it all happened
Then autumn it came
We were never the same
Those nights, everything felt like magic
-¿Hola?- Dez descolgó el teléfono que había empezado a sonar -¿Austin? ¿Dónde estás?- preguntó desde su propio teléfono -No, soy Dez, yo también le estoy buscando- Pues parece que se ha dejado el móvil en la habitación.
-¡Estás hablando contigo mismo!- Trish puso los ojos en blanco al ver a su amigo haciendo el tonto de nuevo.
•••
Recorrieron todos los monumentos de Roma buscando a sus amigos, Trish cada vez estaba más furiosa y no paraba de recibir llamadas de los encargados de sonido, iluminación y de la directora de la sala de conciertos donde Austin y Ally iban a actuar esta noche, y donde debían estar desde hacía cuatro horas.
En cambio Dez estaba disfrutando mucho de ese día de turismo improvisado, había tirado una moneda en la Fonta de Trevi, metido la mano en la Boca de la Verdad y en ese momento iba por su séptimo gelatto.
-Trish, tienes que probar este de chocolate, te aseguro que es el mejor que he comido en mi vida.
-Dez, no tengo tiempo para tonterías, como no lleguemos en una hora nos rescinden el contrato y el único sitio al que iremos este verano será Miami.
-Tranquila- dijo él parando su frenética carrera por las calles romanas -siéntate un momento.
Trish entró a una pequeña iglesia y se dejó caer sobre uno de los bancos que había debajo de la falsa cúpula, en realidad se trataba de un trampantojo, un pintor renacentista había conseguido darle profundidad al techo plano de la basílica llenándolo de columnas y pintando una cúpula.
-No estoy enfadada solo porque se hayan escapado, si no porque parece que no respetasen mi trabajo- suspiró ella mientras notaba el cansancio acumulado -no te puedes imaginar lo que me costó conseguir esta oportunidad y actúan como si hubiese caído del cielo.
-Ya sabes que Ally estaba ansiosa por ver la ciudad...- dijo Dez tratando de quitar hierro al asunto.
-Tuve que organizarlo todo mientras vosotros estudiabais para los exámenes de acceso a la universidad.
El pelirrojo no era el mejor cuando tenía que consolar a alguien, sabía animar cualquier conversación pero carecía de algo esencial, tacto. Siempre había sido un metepatas de campeonato y en ese momento al ver a su amiga tan vulnerable se sintió completamente impotente.
-No te preocupes, eres súper inteligente y seguro que lo hiciste genial en tu prueba.
Ella soltó un bufido mientras sacaba su móvil de la mochila y le enseñaba su último mensaje "Señorita Patricia Maria de la Rosa, la NYU lamenta comunicar que..."
-Lo siento, pero ten en cuenta que Austin y Ally también se van a quedar en Miami así que podrás estar con ellos mientras estudias y el año que viene seguro que te aceptarán, además yo iré a veros siempre que pueda y- en ese momento Dez se dio cuenta de que había metido la pata hasta el fondo.
-¿Cómo que irás a vernos siempre que puedas?
-Me han aceptado- dijo Dez -en septiembre me mudo a Nueva York.
-Me alegro mucho por ti- dijo Trish sin poder disimular la tristeza.
-Te prometo que tendrás un papel en mi próxima película, si Julia Roberts lo rechaza claro.
-Tranquilo, no actuaría en tus películas ni en un millón de años- bromeó ella.
-Debes reconocer que la primera versión de «Claws, Dun, Dun, Dun» es tu película favorita, Ally me lo dijo.
-¡Dez eres un genio!- exclamó Trish abrazando a su amigo al mismo tiempo que un monje la reprendía por gritar en un lugar de culto.
-¿Por qué?
-Porque la película favorita de Ally es «La dolce vita».
El clásico de 1960 trataba sobre un periodista en Roma y una de sus escenas más famosas era en la que Marcello y Sylvia se bañaban en la Fontana di Trevi.
Cogieron un taxi que les llevó hasta una de las calles colindantes, estaba todo lleno de turistas y el sonido de tanta gente, un cantante de ópera callejero y una sirena de policía lejana estaban apunto de volverles locos. Aunque iba a ser difícil de encontrarlos Trish había tenido un presentimiento, sabía que estarían allí.
-No se atreverían- dijo Dez al entender lo que estaba pasando.
-Ya te digo yo que si.
Sabía que su amiga era increíblemente tímida, pero animada por Austin era capaz de hacer cualquier cosa.
Se abrieron paso entre el gentío hasta llegar a la fuente, pero lo único que había en el agua eran miles de monedas convertidas en deseos.
-No me lo puedo creer- suspiró -de verdad que sentía que iban a estar aquí.
-¿Por qué no vamos al hotel? Yo estoy muy cansado y teniendo en cuenta que queda menos de una hora para que empiece el concierto no tardarán en volver.
Trish miró a su amigo que había conseguido mantener la calma durante todo el día, sabía que tenía razón, Austin y Ally habían sigo muy irresponsables pero todo tenía un límite.
Volvieron a buscar al taxi que habían dejado esperando y le dieron la dirección del hotel, nada más iniciar la marcha sonó su móvil.
-Hola, ¿quién es?- preguntó -si, si, habla más despacio Austin [...] ¿pero vosotros estáis locos? [...] vamos para allá.
-¿Eran ellos? ¿Están en el hotel?
-Llévenos a corso Filippo Brunelleschi 129- pidió Trish al conductor.
-¿Qué hay ahí?- preguntó Dez confuso.
-La comisaría de policía, resulta que mi corazonada era cierta. Les han detenido por escándalo público.
Por suerte llegaron en unos minutos, Trish fue corriendo hasta el mostrador de información y preguntó por sus amigos.
-Perdone, acaban de traer aquí a Austin Moon y Ally Dawson.
-Rallenta, signorina, non capisco.
-Mis amici, Polizia, Fontana di Trevi- dijo Trish intentando hablar italiano sin éxito -¿es que nadie habla mi idioma aquí?
Una chica que había sentada esperando para renovar el pasaporte levantó la mano.
-Si quiere yo puedo hacer de intérprete- dijo tímidamente.
La chica, que dijo llamarse Beatrice, consiguió que la estadounidense y el policía se entendiesen. La multa por bañarse en una fuente pública era de 750€ pero al tratarse esta de un monumento declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco la multa ascendía a 3000€ y tendrían que permanecer detenidos hasta que se efectuase el pago.
-¡Pero yo no llevo tanto dinero encima!- sollozó Trish desesperada.
-¿Qué vamos a hacer?- murmuró Dez, quien no se podía creer esta situación.
Hasta aquí el tercer capítulo espero que os esté gustando.
Mil disculpas si encontráis alguna falta de ortografía.