Después de un corto silencio volví a escuchar personas hablando. Uno obviamente era Neymar y la otra voz no supe de quién era.
- ¿Qué...?- logré escuchar.
- Ya lo sabes- respondió Neymar.
- No... nada que... hablar contigo, retírate- era difícil escucharlo todo.
- No hasta que hable. Vas a dejar de molestar y de entrometerte en todo ¿Me oíste? Me tienes harto, si no he llamado a mis abogados es porque no quiero que esta situación se ponga peor.
Ahora ya no hablaban, sino gritaban.
- Yo no me entrometo en nada. Digo lo que pienso: Libertad de expresión. Diré lo que quiera, de quién quiera y cómo YO quiera. ¡Lárgate!- esta vez lo escuché todo perfectamente.
- ¡No me largo a ningún sitio!
- ¡Llamaré a seguridad! ¡LÁRGATE!- lo escuché claramente porque gritó con fuerza.
- ¡No me largo! ¡Lárgate tú, regresa a Brasil! ¡Haz lo quieras, no me interesa! ¡Ocúpate de tu vida y déjanos a todos en paz!.
Dios, Ney.
¡¿BRASIL?!
La puerta de mi habitación fue abierta de repente y casi me muero del susto.
Mi celular cayó al suelo, mientras seguía con una de mis manos presionada contra mi pecho y la respiración acelerada.
En el marco de la puerta estaban Antonella y Thiago de lo más relajados.
¡Ah! ¡Si tan solo hubieran escuchado lo que yo escuché!
- ¿E... n... en qué les pedo ayudar?- pregunté con una sonrisa chueca.
- Eh... ¿Pasó algo?- Antonella frunció el ceño. Mi pecho acelerado y mi corazón a millón me delataron.